El banquete de las barricadas

Opinión:

"La revolución no es una cena de gala", afirmó Mao en algún momento. En "El banquete de las barricadas", Pauline Dreyfus demuestra que la revolución puede hacerse en plena calle, en una cena de gala o en uno de los hoteles más lujosos de París, el Meurice. El 22 de mayo de 1968, el espíritu revolucionario de los jóvenes traspasa paredes y alcanza también a los trabajadores del Hotel Meurice que, como tantos otros en París, deciden sumarse a la revolución. Ellos, sin embargo, lo hacen de una manera especial: optan por prescindir del director y por componer una asamblea que tomará todas las decisiones necesarias. El barman, el portero y la encargada del guardarropa, entre otros, serán los responsables de la comodidad de huéspedes tan exigentes como Florence Gould, una millonaria que reparte billetes entre el personal; su amigo J. Paul Getty, cobarde pero rico;  Aristide Aubuisson, un notario emérito con cáncer terminal o el excéntrico Salvador Dalí, que vive con un ocelote.

En pleno mayo de 1968 y con el personal del Hotel Meurice simpatizando con la revolución, la millonaria Florence Gould organiza una cena de gala en el hotel para entregar el premio literario Roger-Nimier a un joven y tímido Patrick Modiano. A partir de esa alineación de acontecimientos, Pauline Dreyfus desarrolla una novela que diluye la tensión histórica del 68 en un conjunto divertidísimo de personajes estrambóticos, que viven cada uno en el mundo singular de sus preocupaciones infantiles. Tras la visión seria y crucial que la historia nos ha conformado de mayo de 1968, la literatura de Pauline Dreyfus viene a sumar una perspectiva nueva, la del humor, a este acontecimiento insólito.

De hecho, el humor fluye por todos los párrafos del libro. Ya no solo en la narración y en las situaciones asombrosas y cómicas que plantea la novela, sino en los pocos diálogos que hay, que parecen ser las voces que faltan a las películas de Chaplin. Además, la ironía con la que el narrador omnisciente se acerca a los personajes es asombrosa y, cómo no, desternillante, pues llega a crear la caricatura de lo que sería la aristocracia del momento (por poner un ejemplo, de Florence Gould se dice que "menos mal que la rabia no le ha estropeado el cutis"). De igual manera, apelativos como el de "Señora Racine" (pues el rostro del escritor aparece en los billetes de cincuenta francos) refuerzan esa caricatura que inicia el narrador y que terminan de completar los personajes. De hecho, incluso el hotel, en tanto que edificio, es partícipe de ese humor y se convierte en una caricatura más, pues el narrador recorre con ironía las visitas históricas que recibió el edificio en otras épocas.

No son solo la ironía y la caricatura los elementos que Pauline Dreyfus pone a su servicio en esta narración; también juega con la historia. Y no me refiero solo a la historia universal, como la solemos entender, que aparece a modo de telón de fondo; no. Dreyfus juega a presentar personajes reales -como Salvador Dalí o como Patrick Modiano- con otros evidentemente ficticios -los trabajadores del hotel- y con un último grupo que podría ser real, pero del que el lector no tiene ninguna referencia -Florence Gould o Paul Morand, entre otros-. Humor y revolución, historia y ficción son las dos dicotomías que protagonizan "El banquete de las barricadas", una lectura deliciosa y maravillosamente concebida de Pauline Dreyfus. 

Darío Luque