El gato fantasma
Título: El gato fantasma
Título Original: (The Ghost Cat, 2023)
Autor: Alex Howard
Editorial:
RBA
Colección: RBA Narrativa Contemporánea
Copyright:
© del texto: Alex Howard, 2023
© de la traducción: Antonio Jiménez Morato, 2025.
© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S. L. U., 2025.
Edición: 1ª Edición: Octubre 2025
ISBN: 9788410983076
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia muerte fantasmas ficción histórica gatos Historia II Guerra Mundial narrativa literatura escocesa novela realismo mágico reflexiones secretos Edimburgo sentido de la vida cambio
Nº de páginas: 240
Argumento:
Edimburgo, 1902. Hace frío en el número 7/7 de Marchmont Crescent. Eilidh, la asistenta, enciende el fuego como cada mañana. Grimalkin, el gato de la casa, se acurruca junto al calor, buscando su rincón favorito. No sabe que este será su último día. Está a punto de convertirse en un gato fantasma.
Tras su muerte, se le da la oportunidad de vivir ocho vidas más en momentos clave de la historia moderna: desde los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial hasta la llegada del hombre a la Luna, pasando por el cambio de milenio. Con esa mirada de gato que parece entenderlo todo, aunque no diga ni «miau», Grimalkin se convierte en un testigo invisible de la vida humana: familias que vienen y van, secretos, risas, llantos, cambios grandes y pequeños.
Opinión:
En "El gato fantasma", Alex Howard invita a los lectores a acurrucarse en la frontera aterciopelada entre lo mortal y lo místico, ese umbral donde los vivos respiran, los muertos persisten y un pequeño gato espectral da testimonio silencioso de más de un siglo de anhelo humano. Es una novela que ronronea y ronda a partes iguales: melancólica y caprichosa, cómica y elegíaca; un tapiz de Edimburgo tejido con hilos de realismo mágico, ficción histórica y filosofía felina.
En el corazón del libro se encuentra Grimalkin, un gato que muere en 1902 junto al fuego de una joven criada llamada Eilidh, para luego despertar como un espíritu bendecido o condenado con ocho vidas espectrales más. Desde entonces se convierte en el gato fantasma de Marchmont Crescent: un observador incorpóreo de un solo edificio y de las vidas que allí se entrelazan a lo largo del tumultuoso siglo XX. A través de la mirada aguda de Grimalkin, Howard narra no solo la transformación de Edimburgo, sino también la de la humanidad misma: sus inventos, sus guerras, sus costumbres cambiantes y sus deseos inmutables.
El gran triunfo de Howard reside en su narrador. La voz de Grimalkin es irónica, segura de sí, impregnada de esa inconfundible altivez felina que suena a la vez antigua y distante. Grimalkin no moraliza: refleja. En él, el lector contempla la comedia del esfuerzo humano, los científicos y los soñadores, los amantes y las viudas, los revolucionarios que envejecen y se vuelven cascarrabias. El tiempo, visto a través de su mirada paciente, se vuelve casi táctil: un aroma, una vibración, una espiral de humo de chimenea.
Pocos novelistas contemporáneos evocan lugares con tanta riqueza como Howard. Su Edimburgo no es mero escenario, sino un ser vivo que muda y se renueva. Sus adoquines resuenan con los cascos del pasado incluso cuando el neón moderno parpadea sobre ellos. El lector casi puede oler el carbón de principios del siglo XX disolverse en gasolina, y luego en el aroma antiséptico de la modernidad.
Howard adorna su prosa con notas a pie de página, un delicioso guiño al realismo histórico, que anclan la fantasía en el tiempo real. Lejos de romper la inmersión, la profundizan: nos recuerdan que magia e historia no se oponen, sino que son lentes gemelas para mirar la continuidad.
Cada una de las vidas de Grimalkin abre una ventana temporal distinta, y cada una ofrece una meditación sobre el amor, el dolor y la belleza efímera de lo cotidiano. Conocemos generaciones de inquilinos, sirvientas, estudiantes, soldados, soñadores, cuyas alegrías y tragedias recorren las mismas habitaciones como melodías recurrentes. En sus dramas fugaces, el gato fantasma percibe algo eterno: la persistencia obstinada del cariño.
La historia reflexiona sobre los momentos que se niegan a marcharse. Su ritmo es pausado, incluso lánguido, invitando a la contemplación. En una época de urgencias narrativas, Howard se atreve a dejar que su historia respire, a dejar que el tiempo se sienta como tiempo. Y sin embargo, nunca aburre. El humor de Grimalkin, a veces sardónico, a veces tierno, mantiene a raya el sentimentalismo.
La prosa de Howard brilla como la luz de una lámpara en la niebla. Sus frases relucen de melancolía, pero también laten con la alegría tranquila de quien cree en la sacralidad de las pequeñas cosas. El uso de la lengua vernácula escocesa y del folclore celta arraiga la narrativa en su tierra natal, mientras que su premisa sobrenatural la eleva más allá de toda geografía.
Al fusionar mito e historia, Howard logra algo discretamente profundo. El gato fantasma, ni del todo divino ni del todo mundano, se convierte en símbolo de nuestro anhelo colectivo: comprender el significado del paso del tiempo, creer que incluso la vida más pequeña deja huella. Cuando Grimalkin finalmente descansa, el lector queda completo, teñido de una melancolía serena. Las últimas páginas son menos un final que una bendición.
Es, en esencia, una meditación sobre la existencia: sobre cómo la memoria persiste, cómo el amor sobrevive al cuerpo y cómo el humor perdura incluso en la tristeza. Es una historia que oscila entre la risa y el llanto, como la criatura que la protagoniza.
Ya sea que te apasionen los gatos, la historia o las narraciones que hallan lo extraordinario en lo cotidiano, este libro ofrece un placer excepcional: una historia de fantasmas que consuela en lugar de atormentar.
Como pequeñas huellas de patas impresas en el polvo del tiempo, esta novela perdura, suave e indeleblemente, en el alma del lector.
Muy recomendado.
*Publicado por RBA Libros.
Violeta Lila
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Comentario de los lectores:
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