refugio

Opinión:

No es común que un autor cambie de género, máxime cuando está más que consagrado y ha recibido varios de premios por ello; tampoco los spin off son muy frecuentes en la literatura, si exceptuamos a Mark Twain con “Las aventuras de Huckleberry Finn” creadas a raíz de las andanzas de Tom Sawyer, pocos personajes de una novela se han visto destinados a vivir sus propias aventuras. Por eso sorprende que Harlan Coben haya hecho amabas cosas y que, además, la jugada le salga tan bien.

“Refugio” es una novela de suspense destinada al público juvenil en la que el autor sin variar su estilo consigue ganarse al siempre difícil público adolescente al tratar problemáticas que les afectan diariamente envolviéndolo todo con un misterio atractivo. Harlan Coben no se desvía mucho del camino que le ha dado la fama y logra construir una novela de buen ritmo que captará la atención de un nuevo sector a la vez que satisface a sus incondicionales gracias a la presencia de Myron Bolitar, en cierta medida su sobrino Mickey es una versión adolescente del investigador, por lo que a los que hemos leído alguna de sus novelas adultas nos hará gracia ver que esa antipatía que el joven siente por su tío es infantil ya que se parecen como dos gotas de agua, esto no es producto de la casualidad, el escritor ha ido sobre seguro y el protagonista se convierte en todo un acierto.

Por otro lado el suspense está bien dosificado, cada enigma nos lleva a un nuevo puzle que resolver por lo que la trama nos absorberá sin que nos demos cuenta y, además, se introduce ese vergonzoso episodio de la Historia que fue el Holocausto a cargo de los nazis. Es esta parte del desarrollo la que más madurez tiene, la que se encarga de que avisemos a nuestros jóvenes para que procuren que no se vuelva a repetir, a la vez que recuerda a los adultos que ellos, los chavales, son el futuro y debemos evitarles cualquier daño y situaciones violentas. El lema que se hizo famoso en “La lista de Schindler”, quien salva una vida, salva el mundo es el leit motiv de la novela que capea con solvencia el pantanoso terreno que hay entre sensibilidad y sensiblería ya que nunca cae en lo segundo. Y es esa salvación, ese “Refugio” el que debemos procurar a nuestros jóvenes, algo que para Mickey es impensable ocurre a su alrededor sin que se dé cuenta, al igual que millones de niños fueron asesinados en campos de concentración, hoy se les explota, se abusa de ellos de una manera igual de repugnante, por fortuna hay una sociedad que se encarga de que esto no pase aunque lamentablemente no pueden salvarlos a todos, aún así prevalece la idea de que cada niño rescatado de la explotación, de los abusos, es un bien tan grande para la humanidad que merece la pena vivir por ello, pero tan bien morir.

El libro tiene una doble función: entretiene y enseña, los lectores se descubrirán indagando por internet para ver si la conmovedora historia de esa especie de Oscar Schindler de los niños es real o no. Realmente es lo de menos, en el proceso conocerán el aterrador testimonio de personas que siendo niños vivieron el horror en primera persona, con sus derechos humanos pisoteados, esas pequeñas personillas que se ven condensadas en Anna Frank y que simboliza a todos y cada uno de los que perdieron sus vidas a manos de la sinrazón. Tras ello caemos en la cuenta de que no hace falta ser un héroe, un Schindler, o una Sobek, cualquier de nosotros, por joven o viejo que seamos, tenemos la posibilidad de ayudar a una persona que está sufriendo en sus carnes la injusticia. Por supuesto esto no estaría completo sin un estupendo cliffhanger final que promete nuevas aventuras e indagaciones sobre la secreta sociedad y el Holocausto judío, una novela juvenil que toca la fibra sensible del adulto sin ñoñerías vacías.

Nunca podremos decir que Auschwitz es cosa del pasado porque evitar que vuelva a existir es cosa de nuestro día a día y para ello tenemos que conseguir un “Refugio” seguro para los más inocentes: los niños; si logramos sacarlos de esos pozos en los que algunos mal nacidos los meten, podremos decir que el mundo, el futuro, aún tiene esperanzas de mejorar.

Patricia Rubiera