Marca de nacimiento

Opinión:

A pesar de que "Marca de nacimiento" tiene sus casi 500 páginas, se puede leer a partir de doce años sin problema, precisamente porque el contenido no es embrolloso, no tiene la complicación de una lectura futurista adulta y es bastante ágil. No le acompañan exceso de diálogos, y sin embargo se lee con mucha soltura.
 
Se nombra en contraportada, entre las líneas destacadas de medios extranjeros, algunas novelas clásicas de ciencia ficción como referencia (1984 y Un mundo feliz), sin embargo, aunque tiene algunos puntos comunes (como el hecho de ser distopías), lo cierto es que está muy alejado de las dobleces de éstas, más que nada porque se ha simplificado mucho la historia. No hay explicaciones que pedirían los adultos sobre temas políticos, sociales o culturales más allá de la mera anécdota. Esto no le quita interés, ojo, la novela es juvenil y como tal la tiene.
 
Entre las partes más interesantes está el descubrir quiénes viven, cómo y por qué dentro de la muralla que separa a la protagonista y el resto de ciudadanos de los privilegiados. También, cómo no, por qué se necesitan bebés allí dentro. Qué hacen con ellos. Lo cierto es que el adulto quiere leer y saber más (por ejemplo por qué los padres ceden sus hijos prácticamente sin rechistar y se extraña ante esa falta de revolución social, aunque hemos vivido una época feudal muy similar a esta y podemos entender que en este ambiente se basa Caragh M. O'Brien). Tiene su punto de crítica social, pero se echa de menos la enjundia de la literatura adulta. Queda fuera, por ejemplo, la explicación de cómo se llega a esta situación climática y social. Advierto que esa historia transcurre en un año que ninguno de los que estamos ahora mismo sobre la Tierra, tendremos posibilidad de vivir.
 
Curiosamente cuando llegan las respuestas a una de las preguntas que nos hacemos (cuando empiezan a resolverse los misterios), una, que ya está acostumbrada a ciertas noticias actuales y reales, no le sorprende tanto la falta de ética del mandamás que dirige "ese mundo" amurallado. Incluso, diría más, le ve una pata coja: eso mismo que hace, bien hecho, no crearía estos problemas, porque en parte el fin es bueno, pero la forma no lo es. Para saber de qué hablo hay que leer la novela, no puedo destripar el contenido. En este sentido, no obstante, lo veo demasiado juvenil pues sólo los más jóvenes se conformarán con tan poca explicación.
 
Es, además, una novela de aventuras, misterio y romance, todo ello protagonizado por dos jóvenes. Gaia, la protagonista, todavía no es mayor de edad, y aunque le acompañan y ayudan adultos a lo largo de la novela (y de hecho su aventura se debe al rescate de sus padres, los dos adultos en torno a los que gira parte de ésta) el que tiene mayor relevancia es Leon, un personaje de dentro de la muralla que en una primera impresión puedes creer que es mayor por su actuación frente a Gaia (y también por la descripción que hace la autora de su personaje; creo que esto es fallo suyo porque cuando me di cuenta de que era bastante joven me quedé un poco sorprendida). El personaje de Leon no es sólo importante por ser quien tiene una relación más íntima con Gaia, si no por ser quien es dentro del Enclave. En torno a él, otro misterio a resolver.
 
La novela tiene una línea recta, sin bajadas ni subidas excesivas, hasta que llega un punto concreto cercano al final. Ahí, cuando piensas que no va más allá de una simple aventura que está bien para pasar el rato, ocurre algo relacionado con la familia de Gaia y el interés aumenta un poco. De final abierto, aunque yo no haría una segunda parte de esta novela, el lector joven y romántico puede sentirse decepcionado o empezar a admitir que este tipo de finales es más atractivo de lo que parece en una primera impresión. Sospecho que sus jóvenes lectores querrán saber más acerca de la relación entre Gaia y Leon.
 
En cualquier caso queda esa otra reflexión, la de que una joven marcada (en su caso una fea cicatriz, motivo suficiente para no poder vivir en el Enclave donde todo está jerarquizado y además son guapos y maravillosos) pueda ser la que cambie el mundo, porque lo importante aquí es lo mucho que nos recuerda a esta otra realidad que vivimos cada día: la ausencia de ciertos valores por parte de los que gobiernan y la necesidad del resto de ciudadanos de que llegue alguien con quien luchar (y no contra quien) porque están acostumbrados a seguir las normas y al borreguismo aunque no estén de acuerdo con ellas.
 
La obra contiene algunas pequeñas erratas que aunque no pasan desapercibidas a los ojos tampoco son muy molestas, pero para una segunda edición estaría bien darle un repaso.
 
Anika Lillo