Anika entre libros

Ibán Roca (El señor de los anillos. J. R. R. Tolkien)

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Ibán Roca

(Guionista y Productor Audiovisual)

El señor de los anillos J. R. R. Tolkien
¿Libros? Extrañas criaturas de pellejo quebradizo y alma entintada. ¿Yo, hablar de libros? Difícil tarea. Afortunadamente mi memoria es un auténtico desastre, así que mis libro-recuerdos son más bien libro-olvidos. Y para colmo, soy un hombre de imágenes, no de palabras. Así que mis libros son fotogramas de un rollo de celuloide interminable donde se mezclan películas, vídeos, fotos y sí, de tanto en tanto, las imágenes alicatadas a golpe de grafía, estática y entintada que son los libros.

Mi primer recuerdo es para..., -¡horror, todas aquellas letras apiñadas en tan poco espacio!- ...Enid Blyton. La biblioteca de clase, (lo mejorcito de cada casa, poca letra y sí mucho Astérix y Tintín) Lomos algo trotinados y algún que otro garabato. ¡Y sí, de pronto, un título! "El misterio de la casa que se encogía" Ni idea aquella aventura de los "cinco", como tampoco de las otras dos docenas, pero no he olvidado ese título. Rarito, rarito, para mí, entonces.

Otro borrón en mi memoria y por fin un resquicio de nitidez, "El señor de los anillos", de Tolkien. Mi primer libro-sufrimiento. Primero fue la versión cinematográfica. No la trilogía de Peter Jackson, si no una versión muy anterior, donde las batallas estaban salpicadas con sangre pintada directamente sobre el celuloide. Un trabajo de chinos, por entonces emprendido por un grupo de ingleses locos, creo. El caso, es que aquella fue mi primera película y también la semillita de mi primera novela "de verdad". Recuerdo que mi padre me recomendó la película, no la novela, (mi padre lee poco, no como mi madre que es devoradora consumada). Tengo mis dudas de si aquella recomendación fue un regalo o un castigo por una mala nota en los exámenes. El cine era ya por entonces viejo, en una calle estrecha detrás de casa, donde el pan se cocía en un horno. Pan de antes, no precocinado como el de ahora. De la versión literaria, no he olvidado el ir y venir de páginas. Menudo trajín, busca que rebusca el nombre de tal o cual linaje. Entendí casi tan poco como en la versión cinematográfica, pero ahí estaba yo con mi "tocho" de mil y pico páginas bajo el brazo, vestido con el pantalón corto del uniforme que apenas tapaba las rascadas en las rodillas, fruto de la última cacería de "sagutxus" la tarde anterior.

Después guardo una macedonia, otra vez de imágenes, donde se mezclan los pilares de una tierra hecha catedral, unos poetas muertos, un amigo llamado Stephen, (cágate patas abajo) King, tanto en la versión papel como en la de 400 pesetas sesión de tarde, y más recientemente, Infiltrados del bueno de Scorsese, las cenizas de una tal Ángela, y esas otras novelas, fantasía pura fantasía, en la que me tiene inmerso mi trabajo como guionista de formatos infantiles y juveniles. No, novelista aún no.

Es lo bueno de la falta de memoria. Todo se mezcla deliciosamente. Alien se convierte en uno de los métodos de eliminación del asesino de los "Diez negritos", esta vez en la versión en papel y los títulos perdidos en el estante se releen con la intensidad de la primera vez, incluso "El señor de los anillos". A la tercera no se me escapó ni un detalle, una señal de que había dejado de ser un crío. ¡Adiós a los pantalones cortos!

Firma: Ibán Roca
 
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