Alfredo Gómez Cerdá (Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Mark Twain)
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Alfredo Gómez Cerdá
(Escritor)
Tom Sawyer y Huckleberry Finn Mark Twain
Nací en casa de mi abuela Dolores, en un barrio de la periferia de Madrid, que pocos años antes aún era un pueblo. En ese barrio pasé toda mi infancia y mi adolescencia. De niño me encontraba a gusto en él. Allí estaba mi casa y mi familia, mi colegio y mis amigos... Nada me faltaba. Pero a partir de los doce o trece años el barrio comenzó a asfixiarme poco a poco. Intuía que el mundo era mucho más grande que mi barrio y, sobre todo, mucho más interesante. Necesitaba escaparme urgentemente, pero ¿cómo?
Recuerdo perfectamente la primera fuga. Eran dos libros de un autor americano, cuyo nombre me costaba pronunciar (yo era de francés): Mark Twain. En esos libros descubrí a dos auténticos amigos que me han acompañado siempre. Uno se llamaba Tom Sawyer y el otro Huckleberry Finn. ¡Menudo trío que formamos! Con ellos descubrí también un río que no se parecía en nada al Manzanares, que delimitaba los confines de mi barrio. Era un río tan grande que tenía islas de verdad y sus aguas las surcaban enormes barcos, cargados de pasajeros y de mercancías.
No tenía que hacer ningún esfuerzo para sentir el calor húmedo y pegajoso de las tardes de verano, provocado por la proximidad del gran río. Y si en mi casa había que dormir la siesta, yo prefería hacerlo sobre una piedra pulida, que el sol había calentado durante todo el día, hombro con hombro con mis amigos. Me gustaba que mi mirada se perdiera en el cielo tan luminoso, al tiempo que mi olfato trataba de separar los olores que nos envolvían: a madera mojada, a cieno, a miles de plantas que me resultaba imposible nombrar... El ruido de las sirenas de los barcos ni siquiera nos molestaba
Tom y Huck no eran como yo ni vivían como yo lo hacía. Por eso me gustaba tanto su compañía. Ellos se encargaron de dinamitar los límites de mi barrio y de enseñarme que el mundo es grande y que en él caben muchas cosas y personas, todas diferentes entre sí.
Tom y Huck tocaron directamente mi corazón. Confieso que al principio me deslumbró Tom. ¡Era tan arrebatador! Pero con el paso del tiempo Huck comenzó a despertar en mí sentimientos difíciles de igualar. Hoy, al cabo de tantos años, prefiero recordarlos a los dos juntos, inseparables.
Firma: Alfredo Gómez Cerdá
+ Mark Twain
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