Comenta cuentos
El último. Rosa Ribas
Autora: Rosa Ribas (Prat del Llobregat, Barcelona. España) Web Oficial: www.rosa-ribas.com Participa con: "El último" |
Sobre Rosa Ribas: |
Dejó Barcelona para irse a vivir a Berlín, sin embargo su
siguiente destino fue Frankfurt, donde vive actualmente. Estudió
Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Actualmente es
profesora en la Universidad de Heilbronn, una pequeña ciudad en el
sur de Alemania. Sus obras se dividen en Novela e Investigación.
Con el relato "Comparsas" fue ganadora del V Certamen Internacional
de Relatos del Festival de Cine de Huesca en 2006.
Bibliografía (hasta el momento de participar en Comenta-Cuentos): |
¬ El pintor de Flandes. (Novela,
2006)
¬ Testimonios de la conciencia
lingüística en relatos de viajeros alemanes a América en el siglo
XVI. (2005)
¬ ¿Cómo corregir errores y no
equivocarse en el intento? (2004)
¬ Corpus de testimonios de
convivencia de lenguas (siglos XIII-XVIII) (2000)
* ver Rosa Ribas en Anika Entre Libros
El
último
El último niño que quedaba en el pueblo se mató hará unas dos
semanas. Un lunes. Bien eso dijo el doctor que trajeron de la
capital y se lo llevó allí. Porque para saberlo tuvieron que
llevárselo. Ese doctor no era un doctor del pueblo. En el pueblo no
tenemos doctor porque no vive suficiente gente aquí. Pero nos haría
buena falta, porque en el pueblo todos son muy viejos. Menos yo. El
doctor que trajeron de la capital es un doctor que trabaja con la
policía. La policía también vino, vino antes que el doctor. El
doctor vino cuando encontraron al niño muerto. Primero vino la
policía porque el niño había desaparecido. Desaparecido y muerto.
Ya estaba muerto cuando vino la policía el lunes, pero esto no lo
podían saber porque todavía no lo habían encontrado. Lo encontraron
el miércoles. Lo encontraron dentro de un pozo, pobrecito. Un pozo
muerto. Con un niño muerto.
El único niño que había en el pueblo, no era del pueblo. No había
nacido aquí, en el pueblo. Cuando lo trajeron ya había nacido. Así
que era forastero, aunque algunos decían que era un niño del
pueblo. Sobre todo cuando se murió, pobrecito. Todo el mundo dijo
que era el único niño del pueblo. Pero no lo era. Sólo lo decían
porque se había muerto.
Los padres tampoco eran del pueblo. Bueno, un poco sí que lo eran.
La madre era la nieta del tío Toni. El tío Toni es un viejo
malcarado que siempre que me ve intenta pegarme una colleja, pero
desde que hace un año se cayó ya no me pilla. Se quedó cojo. Pero
aunque está cojo, cuando me ve todavía intenta pillarme, pero no
puede. Y eso que tengo una pierna que se arrastra y no puedo correr
como me gustaría. Cuando no puedo correr me enfado mucho y me doy
puñetazos en los muslos. Bueno, sólo en el muslo de la pierna
lisiada, que la otra no tiene la culpa. Además, tengo que ir con
cuidado porque si me golpeo con la mano izquierda me podría matar.
Porque es una mano de superhombre, muy, pero que muy fuerte.
Lo descubrí un día que cogí un pajarillo amarillo, muy bonito, que
la abuela tenía en una jaula en el patio. Se me reventó en la mano
como un tomate maduro. Hizo un crac corto y después reventó. Lo
tiré al perro de la vecina. Después me lavé las manos. Las dos, la
de superhombre y la normal. Muchas veces.
La abuela lloró mucho porque pensaba que se había escapado. Yo
también lloré. Y la abuela me dio un trozo doble de chocolate
porque decía que mis lágrimas demostraban que yo era un niño de
buen corazón, alma bendita.
Por eso la abuela siempre reñía al tío Toni cuando antes de la
caída que lo dejó cojo me pegaba.
- ¡Déjalo en paz, Toni, que es un alma bendita!
- El demonio es. Antes los escondíamos y no los dejábamos sueltos
por ahí haciendo maldades.
Supongo que lo dice porque sabe que tengo una mano de
superhombre.
La nieta del tío Toni había vuelto al pueblo. Quería regresar a
los orígenes, decía. También decía que le gustaba la vida natural
del pueblo. El tío Toni se puso muy contento, pero a todos les
parecía que la nieta del tío Toni, Irene se llamaba, decía muchas
tonterías. Además, volvió al pueblo con un extranjero. Dicen que
era alemán, pero yo creo que era holandés. Tenía que ser holandés
porque hablaba como los futbolistas de la tele. Y era rubio y
blanco. Como el queso.
Como el hombre era holandés, el niño, pobrecito, era muy rubio.
Rubio como de oro. Rubio y blanquito. Pobrecito, ahora está
muerto.
Desde que apareció la nieta del tío Toni con el holandés ya no me
dejaban jugar tranquilamente en la plaza de la iglesia como
antes.
- Ismael, no hagas el burro.
- ¡Para con la pelotita, que me estás volviendo loco!
- ¿Por qué no te vas a otro sitio a dar saltitos? ¿No ves que
estamos hablando?
Así que tuve que jugar en el jardín que hay al lado de la iglesia.
Antes, antes significa hace mucho tiempo, era un jardín muy bonito.
Ahora está lleno de matorrales y hierbajos. También hay tumbas,
pero de muertos muy antiguos. El cementerio de verdad está a las
afueras. Ahí no se puede jugar.
Cuando me aburro de jugar solo, salgo del jardín y me siento, muy
calladito para que no me riñan al lado de la gente que está sentada
en el poyo de la iglesia. Siempre procuro no moverme, pero no
aguanto mucho y acabó balanceándome. Entonces me echan otra
vez.
La gente del pueblo es a veces muy mal educada. Hablan de mí
cuando estoy allí. Alguna vez la abuela les ha llamado la atención
porque eso no se hace.
- Será retrasado, pero no es sordo.
Pero ellos como si nada, porque tengo el entendimiento de un niño
de siete años, dicen. Pero los niños de siete años tampoco son
sordos. Sólo cuando son sordos. Pero yo oigo muy bien.
Y desde que Irene, la nieta del tío Toni, llegó al pueblo con el
holandés y el niño rubio parecía que aún les gustaba más hacerme
enfadar. Y decían cosas de mí. Sobre todo los viejos, que son más
malos. Las viejas me miran a veces con caras raras, pero los viejos
son malos. Hay uno muy asqueroso, que siempre se ríe de mí. Es un
primo de la abuela. Bueno aquí todos son primos, pero éste es primo
cercano. Y es un asqueroso. Se ríe de mí porque tengo una mano, la
izquierda, torcida. ¿Y que quiere que le haga? Es de nacimiento. Y
quizás esté torcida, pero es muy fuerte, es la mano de
superhombre.
Cuando me hacen rabiar, me voy al jardín de la iglesia. Tengo una
entrada secreta que no conocen. En el jardín muevo las lápidas y
las cruces con la mano torcida. Con una sola mano. ¡Para que vean
lo fuerte que es! Pero como allí no puede entrar nadie porque la
puerta de verdad está cerrada con un candado, no lo pueden ver.
Quizás mejor, porque como todo lo que hago les parece mal, igual me
riñen.
Incluso el mosén que sube los domingos a decir la misa cambió
desde que llegaron los forasteros con el niño rubito, pobrecito.
Aquí no tenemos mosén propio y buena falta que nos haría, dice la
abuela, porque los viejos se van muriendo y si les agarra de golpe
el mosén nunca llega a tiempo con la extremaunción. Y se van todos
de cabeza al infierno.
Pues incluso al mosén, que siempre decía que era un alma bendita,
de pronto le pareció que ya era demasiado mayor. Un día, después de
la misa, le dijo a la abuela que quizás habría que buscarme una
escuela especial.
- Ya se sabe que cuando llegan a cierta edad se pueden volver
violentos. Son niños en cuerpos de hombre y tienen ciertos impulsos
y necesidades que no pueden controlar.
Pero la abuela no quería ni oír hablar de mandarme fuera.
- Pero ¿no lo ve? Si usted mismo lo dice que es un niño, un alma
bendita.
La Irene, la nieta del tío Toni, también me miraba mal y nunca me
dejaba jugar con el niño. Cuando le tocaba los cabellos, tan
rubitos, ella me miraba fijamente, como si le diera asco. Y eso que
lo tocaba con la mano derecha, que no tiene nada. Con la izquierda
no quería tocarlo porque tiene demasiada fuerza, es la mano de
superhombre.
Nunca me dejaban jugar con el niño. Y yo sé que le hubiera gustado
jugar conmigo porque siempre que me veía se echaba a reír de
alegría. Pero la nieta del tío Toni, la Irene, decía que el niño
era demasiado pequeño, que sólo tenía tres añitos. Yo le veía en
los ojos que no se fiaba de mí. ¡Que la zurzan! Pensaba, pero no
decía nada porque a la abuela no le gusta que la gente diga cosas
feas. Pero lo pensaba bien fuerte. ¡Que la zurzan! ¡Que los zurzan
a ella y a su niño rubito y blanquito! ¡Que los zurzan a todos! Yo
sé jugar solo. Ya lo hacía antes de que ellos llegaran al
pueblo.
Pero hace dos semanas, mientras la madre leía el periódico en el
poyo de la plaza de la iglesia, el niño, que jugaba u poco
apartado, me vio salir de la entrada secreta del jardín. Le hice
una seña y me siguió. La madre, la nieta del tío Toni, no se dio
cuenta. El niño entro conmigo en el jardín. Me seguía como un
cachorrito. Me miraba con unos ojos muy claros y los cabellos
rubios le brillaban aunque no había sol. Cuando me paré vi que
justo me llegaba a la altura del muslo. Y también lo entendí todo.
Él era un niño y yo un grandullón.
Y le dije:
- ¿Quieres ver cómo hago el superhombre?
El niño dijo que sí. Lo conduje a un rincón del jardín y con la
mano torcida aparté una losa pesadísima que cubría un pozo.
Lo encontraron el miércoles. Pobrecito.
La Irene, la nieta del tío Toni, y el holandés se volvieron a la
ciudad. Allí enterraron también a la criatura. Y el tío Toni se
puso muy enfermo y dicen que se está muriendo. Ojalá se muera entre
semana y se vaya de cabeza al infierno.
Ahora en el pueblo vuelvo a ser el único niño. Y seré el último
también. Un niño bueno. Un bobo. Un alma bendita.
© Rosa Ribas
COMENTARIOS SOBRE EL
RELATO
Pilar López Bernués
(pilarlb)
Me ha gustado mucho, la verdad. Creo que está escrito desde ese
punto de vista especial del que es especial, y muy logrado en ese
sentido. Aunque el desenlace se intuye claramente desde el
principio, no le resta un ápice de interés a la trama.
¡Felicidades, Rosa!
César
Es... un estilo especial, muy especial como "especial" es el
protagonista, ignorante, ingenuo y retrasado. Con frases
repetitivas, como repetitivos son esos niños -he tratado con
algunos- y... a pesar de todo, a pesar de la historia, con una
ausencia de maldad -o una amoralidad- muy bien reflejada.
He seguido todo el relato con un gran interés que no ha decaído en
ningún momento, señora Rosa Ribas, y me ha encantado, entre otras
cosas, además de lo dicho, porque en cierta ocasión también escribí
un relato sobre un retrasado -salvando las distancias que existe
entre un aficionado, que pretende seguir siéndolo, y una escritora,
que a veces son demasiado grandes, eso es cierto- y utilicé un
estilo para el personaje muy parecido y que he confirmado que así
debía ser al leer este tragitierno relato. Quiero decir que he
aprendido de él.
El final lo he captado hacia la mitad pero no tengo muy claro si
realmente el niño le empujó para seguir siendo el último, el único
niño del pueblo, o el rubito cayó al pozo gracias a que el otro lo
había abierto o precisamente porque lo había abierto para
eso.
En el fondo es igual, incluso quizás esté mejor así, dejando la
duda, dejando al lector algo para pensar, que no nos den todo
masticado. Me han encantado las descripciones de los personajes,
viejos, viejas, niños... forasteros, cura. "Huele a pueblo" el
cuento. Si le vale, le mando mi mejor enhorabuena.
César
Travis
Me ha recordado a la celebre escena del monstruo de Frankestein y
la niña. Es un poco dificil entrar el relato hasta que uno adivina
por donde van los tiros. Ayuda bastante el hecho de que esté
escrito con frases cortas y concisas que hacen que la lectura no
sea farragosa. La forma de narrar la historia es algo arriesgada
pues resulta un poco complejo adoptar el punto de vista de un
retrasado. Pero ¿acaso hay otra forma de contar este cuento?
igrgavilan
Rosa,
Al final, como ves, no he resistido la tentación y me he pasado
por ciberanika a leer y comentar tu cuento.
Es un cuento muy bien montado, que aúna tragedia y miseria con un
tono de inocencia y casi ternura. Me recuerda, en ese sentido, un
poco a los cuentos de Juan Rulfo en 'El llano en llamas'.
Me parece conseguido, como se ha comentado por otros miembros del
foro, la forma de contarlo, la forma de reflejar la mentalidad del
personaje. Al principio pensé que era un niño, aunque eso no se
correspondía bien con el hecho de que el muerto era el último.
Luego he visto que se trataba de un retrasado... que se cree niño.
Muy conseguido.
Creo que, además, te honra como escritora saber cambiar de
registro. Me refiero a que es muy diferente en temática pero
también en estilo de narración, a lo otro que he leído tuyo (El
pintor de Flandes). No sé si para ti, esto es un experimento o es
que, realmente, manejas muchos estilos y registros (ya te seguiré
leyendo para averiguarlo)
Quizá, el único punto débil es que, como ya se ha comentado más
arriba, el final es algo previsible. Sin embargo, reconozco que,
aun previendo el final, ha logrado mantener en mí el interés y la
tensión.
Enhorabuena.
Panzermeyer
Es bonito, es duro y es trágico. Hasta la mitad del cuento no he
adivinado que el protagonista era un retrasado, un niño en el
cuerpo de un hombre. Su "maldad" es relativa porque acaso no conoce
el fin último de sus acciones. Él sólo quiere ser feliz y que le
quieran. Bonito relato.
Rosa
Ribas
Lo primero, daros las gracias a todos los que habéis leído el
relato. Y muy especialmente a los que habéis dejado vuestros
comentarios al respecto. Cualquiera que escribe sabe lo importante
que es saber que te leen y esta iniciativa de Anika, que permite el
diálogo entre lectores y escritores me parece una oportunidad
única, que no se puede desperdiciar.
Como bien decís en los comentarios, el final se ve venir. Queda
abierto, como muy acertadamente ha visto César, qué pasó realmente
en el jardín:
Cita:
no tengo muy claro si realmente el niño le empujó para seguir
siendo el último, el único niño del pueblo, o el rubito cayó al
pozo gracias a que el otro lo había abierto o precisamente porque
lo había abierto para eso
Pero en este relato se trata más de seguir el proceso del
personaje narrador, intentar saber qué le pasa por la cabeza, por
qué ha hecho lo que ha hecho.
Me parece muy bonito cómo lo explica Panzermeyer
Cita:
su "maldad" es relativa porque acaso no conoce el fin último de
sus acciones. Él sólo quiere ser feliz y que le quieran. Bonito
relato
Lo difícil era ponerse en su perspectiva y darle la voz del
narrador. Por eso escogí las frases cortas y las repeticiones.
Evité los pronombres de objeto directo e indirecto porque suponen
cierto grado de capacidad de abstracción y de este modo el lenguaje
del narrador adquiría un carácter "infantil".
Respecto a la "maldad" del personaje, para mí sigue siendo el
interrogante abierto. De ahí que no se sepa qué hizo
exactamente.
Sólo después de terminar el relato, al darme cuenta de que le
había dado el nombre de Ismael, caí en la cuenta de que había
transformado en él una historia que había vivido hace mucho tiempo.
Recordé que cuando era pequeña pasaba los veranos con mi familia en
el pueblo de mi abuelo, en el interior de Castellón. Ahí había un
niño retrasado que se llamaba Ismel y que era más o menos de mi
edad (quizás 8 años cuando pasó lo que recordaba). A mí Ismael me
daba mucho miedo porque aunque era muy cariñoso y siempre quería
acariciarnos la cara o a veces venía con flores, de pronto, sin que
supiéramos por qué motivo, te daba una bofetada tremenda. Siempre
lo acompañaba su abuela y cuando pasaba lo de las bofetadas, que
eran realmente dolorosas, te decía que no lo hacía con mala
intención, que es que no sabía expresarse de otro modo. Yo lo
miraba a los ojos y veía en el fondo una chispa de maldad, pero no
estaba segura, así que me tenía que callar. Además, los otros niños
del pueblo le reían la gracia cada vez que pegaba a alguien, así
que me imagino que él se sentía reafirmado, quizás por un momento
aceptado, por los demás.
Un día, mientras estaba sentada en un banco viendo cómo otros
chicos jugaban al frontón, se acercó por detrás y con una piedra
enorme me golpeó en la cabeza. Nunca supe por qué. Simplemente
cogió la piedra y me golpeó. La abuela me dijo que me había sentado
en su sitio. No lo sé. Pero conservo la cicatriz en el
cráneo.
Nunca sabré si realmente me había sentado en su sitio y él no
encontró otro modo de defenderlo o si era un juego en el que perdió
el control.
Esa es la pregunta que quizás está en el fondo de este
relato.
Gracias de nuevo. Para lo que queráis, aquí me tenéis.
Joseph B. Macgregor
Pienso que la mayor parte de la gente (yo incluído) utiliza mal el
término suspense. Hitchcock se lo explicaba muy bien a Truffaut en
el famoso libro: había que imaginar una película en la cual el
espectador sabe que hay un bomba escondida en una casa, pero los
protagonistas, no... Ellos siguen haciendo su vida tan normal, pero
el espectador sufre porque sabe que la bomba estallará de un
momento a otro y no hay escapatoria posible para ellos.
Algo así hace Rosa Ribas en este hermoso cuento, de aires
Delibeslianos, nos anuncia cuál será el final de la historia...
ahora el lector es quien debe leer el resto para saber cómo y
porqué sucedió la tragedia del niño y el pozo. Así que más que
previsible, veo en Rosa Ribas un excelente dominio del suspense
narrativo.
Creo también que no es lo mismo un retrasado "literario" que uno
real... y el del cuento tiene mucho más de lo primero que de lo
segundo, lo cual no me parece mal, porque está claro que para que
el texto tenga validez narrativa hay que hacerlo así... escribir un
texto de la manera exacta o tal como lo haría un retrasado real
pues sería realmente difícil de leer (depende del grado de retraso,
pero bueno): tendría faltas de ortografía, oraciones unidas unas
con otras, palabras separadas que van juntas etc...
Y por supuesto, un sentido de lo obsesivo mucho mayor. Con esto no
deseo quitar mérito al texto; al contrario, creo que de haberlo
hecho así el cuento carecía de poética y no sería facilmente
accesible al lector.
Sabes trasmitir y eso es lo más importante de todo.
nalui
No seré ninguna experta... pero te puedo decir que me ha encantado
el modo que me has hecho entrar poco a poco en la mente y emociones
del personaje. Definitivamente se ve que tiene las bases reales de
tu propia experiencia...
Como ya habían comentado antes, el hecho de que nos dejes adivinar
poco a poco quién era realmente Ismael, al contrario de lo que
sucede con otras narraciones, no hace sino intensificar aún más
todas estas emociones.
¡Felicidades Rosa!
Fermina Daza
Vaya buen cuento, Rosa.
Menuda bofetada me he llevado al final, me ha encantado cómo vas
marcando al personaje, como bien dice nalui, poco a poco conociendo
a Ismael para llegar a ese final.
¡¡¡Felicidades Rosa!!!
Rosa
Ribas
Muchas gracias por tus comentarios Josephb.
Me halaga tu referencia a Delibes y aún más lo que escribes sobre
el suspense.
También me ha gustado mucho leer tu reflexión sobre la
"poetización" del retrasado:
Cita:
Creo también que no es lo mismo un retrasado "literario" que uno
real... y el del cuento tiene mucho más de lo primero que de lo
segundo, lo cual no me parece mal, porque está claro que para que
el texto tenga validez narrativa hay que hacerlo asi... escribir un
texto de la manera exacta o tal como lo haría un retrasado real
pues sería realmente dificil de leer (depende del grado de retraso,
pero bueno): tendría faltas de ortografía, oraciones unidas unas
con otras, palabras separadas que van juntas etc... y por supuesto,
un sentido de lo obsesivo mucho mayor. Con esto no deseo quitar
merito al texto; al contrario, creo que de haberlo hecho así el
cuento carecía de poética y no sería facilmente accesible al
lector.
Tu comentario a este respecto me ha hecho recordar las dudas que
surgían durante la escritura sobre la elección de los recursos
narrativos para intentar "entrar" en la mente del protagonista. Se
trataba de lograr el equilibrio entre una voz que tenía que
presentar una visión distorsionada de la realidad y ser a la vez
comprensible y reconocible para el lector. Me alegra ver que te
parece acertado el modo en que lo he hecho.
De nuevo gracias por compartir conmigo tus impresiones.
Saludos
Rosa
Rosa
Ribas
Nalui, muchas gracias.
Me alegro mucho de que el relato te haya dejado esta impresión y
te agradezco que lo hayas comentado en el foro.
Saludos
Rosa
Rosa
Ribas
Muchas gracias Fermina Daza.
Lo de la bofetada me ha encantado.
Saludos
Rosa.