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¿Vamos a cambiar el mundo? Patricia Silbert
Autora: Patricia Silbert (Argentina) Web Oficial: www.patriciasilbert.com Participa con: "¿Vamos a cambiar el mundo?" |
Sobre Patricia Silbert: |
Se pasó de las Bellas Artes a la Literatura y hoy día compagina ambas ramas profesionalmente. Lo hace desde Barcelona, donde reside y representa a algunos artistas. En su obra literaria se ha decantado por los cuentos y la novela autobiográfica después de haber probado con la poesía y el ensayo.
Bibliografía (hasta el momento de participar en Comenta-Cuentos): |
¬ Muerte en Vizcacha
(Cuento - 1997)
¬ Hora catorce y después (Novela autobiográfica - 2000)
¬ Frida y el camino de las utopías (2001)
¬ Palabras prohibidas. Diario de una madame (Novela autobiográfica
- 2006)
* ver Patricia Silbert en Anika Entre Libros
¿Vamos a cambiar el
mundo?
(Homenaje a mi amigo Toni Salas)
Dios me llamó anoche. De tanto en tanto hablamos y me encomienda
alguna nueva actividad.
"Deberás buscar cinco personas para que te ayuden a cambiar el
mundo"- me dijo.
"¿Pero cómo haré, de dónde las sacaré?"- respondí.
"No sé de donde las sacarás, ese es tu problema"- me dijo sin más
y se fue.
"Vaya"- pensé- "Menuda tarea me ha legado, juro que no volveré a
cogerle el móvil"
Y así, con un poquitín de fastidio por la tarea que el Buen Señor
de los Cielos me encomendara, recé una plegaria implorando para que
de algún lugar la gracia me fuere concebida. Seguro que aquí
tendría que obrar la gracia, sí señor.
"Cinco personas"- me dije- ¿Y de dónde iba yo a sacar cinco
elementos pares que se pusiesen de acuerdo? Porque estaba claro que
yo no me mojaría. Cambiar el mundo, habráse visto.
Como no sabía por donde empezar, envié varios mails y me fui a
dormir.
Por la mañana, revisando el correo me encontré con diez
respuestas, que comencé leyendo en orden de llegada.
El mail que yo había enviado, decía:
"Hola amigos. Me han encomendado la idea de cambiar el mundo,
quienes se consideren aptos para dicha labor, hacédmelo saber y
aportad ideas. Os espero"
El primero respondió:
"Para cambiar el mundo sólo hacen falta dos cosas: ideas y
ganas."
El segundo decía:
"Sólo hay una manera de cambiar el mundo: dejando de mirarnos el
ombligo"
El tercero decía:
"Si las riquezas estuviesen repartidas igual que los panes que
repartió Jesús, el mundo sería un lugar perfecto"
El cuarto decía:
"La única manera de cambiar el mundo es enseñarle a la gente a
comprender la vida"
El quinto decía:
"Para cambiar el mundo no hace falta nada."
Y allí terminó mi lectura, porque comprendí que no tenía que
continuar leyendo, ya que había reunido a los cinco y si en ese
orden habían llegado, por algo era. "Bueno"- me dije- "Comenzaremos
por el principio, me reuniré con Pedro, que ha sido el primero en
realizar las propuestas. Así que llamé a Pedro por teléfono y quedé
con él a comer.
"Bien Pedro, me interesa eso de que hacen falta ideas y ganas,
¿Qué ideas aportarías tú?"- le dije
"Yo no tengo ideas, solo sé que hacen falta, pero para eso hay que
buscar a los verdaderos entendidos"- dijo Pedro ante mi
asombro.
"¿Cómo que no tienes ideas, Pedro, y en qué basas lo que dices
entonces?"
Se quedó observándome y no respondió. Me dí cuenta que tampoco lo
haría más tarde, así que busqué una excusa para interrumpir el
almuerzo y me marché. Estaba muy enfadada porque había acudido a
una cita con la ilusión de encontrar apoyo para llevar a cabo el
pedido de Dios y en cambio me había encontrado con un falto de
criterios que me hizo perder mi tiempo.
Al otro día acudí a tomar un café con Greg.
Después de saludarnos y preguntarnos por nuestras respectivas
vidas, le dije:
"Muy interesante tu propuesta Greg. ¿Cómo la llevarías a
cabo?"
Greg me miró muy fijamente a los ojos y después de unos minutos,
bajó la vista y me dijo:
"Bueno, creo que es muy sencillo, la gente debería dejar de mirar
solo por sus propios intereses. No sé cómo, alguna manera
habrá."
Bebí mi café y me marché, despidiéndome de Greg.
Había quedado para el día siguiente con Maxi, pero decidí
adelantar la cita. Después de los saludos de rigor y el fraternal
abrazo, nos sentamos uno frente al otro en aquella terraza del
Casco Antiguo.
"Y bien, Maxi. Tienes una buena propuesta. ¿Cómo la llevarías a
cabo?"
"Bueno, me pararía en medio de Plaza Cataluña, vestido con sotana
y sandalias y me pondría a repartir el tesoro del Banco de
España."- sonrió irónicamente y viendo que yo no me reía,
dijo:
"No sé cómo se hace, habría que preguntarle al Ministro de
Economía, ¿no crees?"
Y así culminó mi encuentro con Maxi.
Me fui a casa a descansar, había tenido suficiente por hoy.
Al día siguiente entrevisté a los dos que me faltaban. Primero
quedé con Tomy.
"¿Cómo crees que les podemos enseñar a las personas a comprender
la vida?"
Tomy se quedó pensativo y me dijo:
"Bueno, si cada uno de nosotros nos diésemos cuenta que esta vida
es nuestra, una sola, única e irrepetible, creo que nos
dedicaríamos a asignarle a las cosas el lugar insignificante que en
verdad tienen y esto sería solamente un mundo de sonrisas."
"Bien Tomy, qué interesante. Pero ¿cómo lo lograrías?"-
insistí.
Volvió a quedarse callado, después dijo:
"No, eso ya no me corresponde a mí, habría que buscar quienes
puedan enseñar"
Y por último me reuní con Antonio, un periodista amigo, con el
cual hacía bastante tiempo que no nos veíamos.
"¿Qué tal, como estás?"- me dijo con su enorme sonrisa.
"Bueno, un poco cansada de entrevistar gente, porque Dios me ha
encomendado la dura tarea de cambiar el mundo, pero resulta que
todos tienen ideas pero nadie sabe cómo hacer para llevarlas a
cabo. Vaya con los seres humanos, todos van por ahí, pasándose la
pelota de uno al otro, pero lo interesante del caso, es que a la
hora de la verdad, nadie la coge. Vaya morro, ¿cómo se puede
cambiar el mundo de este modo?"
Antonio me sonrió de nuevo, mientras yo continuaba hablando:
"¿Pero sabes lo que verdaderamente me sorprende?"
"¿Qué?"-me dijo.
"Que tengan la cardurez de postularse para cambiar el mundo. Y
bien Antonio, a ver si tú me puedes explicar tu teoría. Venga
hombre, díme algo diferente por favor, sorpréndeme."
Antonio volvió a sonreír.
"Si hubieses comenzado por mí te habrías ahorrado cuatro
innecesarios interrogatorios. Ya te dije que para cambiar el mundo
no hace falta nada."
Giré la cabeza y me quedé observándolo. "Vaya. Sí que me has
dejado sorprendida. Le pediré a Dios que te ceda su trono en el
cielo cuando llegue su fecha de caducidad.".
© Patricia Silbert
COMENTARIOS SOBRE EL
RELATO
Pilar López Bernués
(pilarlb)
Es muy divertido. Esa petición de Dios la encuentro francamente
original y, por supuesto, el mensaje es innegable. ¡Qué fácil es
quejarse y qué difícil ponerse en marcha!
Travis
Vaya, este cuento parece una extensión del axioma "las cosas son
como son y no trates de cambiarlas o las pondrás mucho peor" algo
que se nota ya desde el principio, lo que no le sienta muy bien al
relato. Tampoco le sienta demasiado bien el tono sarcástico en el
que está escrito pero bueno, al final lo fundamental de una
parábola (y creo que esto lo es) es el fondo y en eso me parece que
el acierto es pleno.
Joseph B. Macgregor
Un cuento agradable de leer, escrito con sencillez y claridad, que
puede entender todo el mundo, de moraleja evidente y muy simpático
desarrollo.
Miguel Angel León Asuero
(maleon)
Increíble... Dios también participa en la web de Anika a través
del COMENTA CUENTOS... Y lo hace con pseudónimo: PATRICIA
SILBERT.
De mayor, me gustaría escribir como alguno de los dos...
Carobece
El final de este relato me hizo acordar mucho de las acostumbradas
frases de Rafa P.
Es muy bueno y original. Por algún momento pensé que la chica
tendría que haber revisado los restantes correos para encontrar la
respuesta, y que la moraleja final sería que siempre hay que llegar
hasta el final de las cosas o algo así... ¡¡¡Así que de
predecibilidad no hay nada para mí!!! Y eso me encanta.
No sé, pero me parece que detrás del final (al parecer tan
sencillo) hay algún trasfondo... algún mensaje profundo que el
autor nos quiere transmitir... La clave está en encontrarlo.