Severus Snape. J. K. Rowling. Por Iván Sanluis García
Creador: J. K. Rowling
Personaje
Severus
Snape
Origen
Harry Potter y la piedra
filosofal
Creador
J. K.
Rowling
SEVERUS SNAPE. El inquietante profesor de Harry Potter
encarnado en cine por Alan Rickman
"Era un profesor delgado de piel cetrina, nariz ganchuda y
pelo grasiento y negro que le caía hasta los hombros…". (HARRY
POTTER Y LA CÁMARA SECRETA, Pag. 72. Editorial Salamandra)
De todos los personajes que pululan por el fascinante y
archiconocido universo creado por Joanne Kathleen (J. K.) Rowling y
que habitan el castillo Hogwarts de magia y hechicería (que los
meros mortales no mágicos o muggles sólo ven desde fuera como un
castillo viejo y casi derruido con un cartel de "Cuidado, Castillo
en Ruinas"), ninguno es tan atractivo a todos los niveles como este
intrigante personaje envuelto en el más absoluto de los misterios.
Desde su primera aparición en Harry Potter y la piedra filosofal,
quedó bien claro que éste sería, con mucho, la perita en dulce del
relato. Y es que es casi imposible resistirse al siniestro
magnetismo que produce el inquietante Severus Snape.
En su primera aparición, Snape no pudo quedar mejor retratado por
la mente de Rowling: pelo lacio y negro en mechones, cayéndole a
ambos lados de la cabeza, ropa raída, negra de pies a cabeza, de
nariz con forma de gancho y ojos oscuros y penetrantes. Vamos, un
auténtico villano a primera vista. Para añadir más leña al fuego,
en su primera escena en el libro, según entra en clase, se dedica
por entero a humillar a Harry Potter ante toda la clase, echando un
jarro de agua fría sobre el joven aspirante a mago y de paso
demostrándole que no todos lo tienen puesto en un altar como hasta
ese momento él había visto. En esa escena el único satisfecho con
la humillación es Draco Malfoy, personaje clave de los relatos,
eterno rival de Potter y el protegido personal de Snape, por quien
éste siente una especial adoración y con quien comparte una
cualidad: su desdén hacia Potter y su inclinación por humillarlo
cuantas veces mejor.
Pero Snape no sólo siente animadversión hacia Harry Potter, si no
también hacia el tímido y metepatas Ron Weasley y hacia, según sus
propias palabras, la "insufrible sabe-lo-todo" de Hermione Granger,
el cerebro del trío de jóvenes aprendices. El miedo que insufla su
presencia, especialmente en Weasley y en Potter (Granger parece la
menos afectada) lo hace aún más amenazador, siempre atento con un
ojo avizor a cualquier falta que cometan para restarles puntos a la
casa Gryffindor donde los tres pertenecen, a fin que restarles
cualquier tipo de ventaja en la competición anual entre las 4 casas
del colegio Hogwarts (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y
Slytherin), por ver quien se gana ese año la Copa de la Casa.
Y es aquí donde Rowling juega a las similitudes y coincidencias.
Los cuatro fundadores de Howgarts fueron los magos que pusieron sus
nombres a las cuatro casas, a saber: Godric Gryffindor, Helga
Hufflepuff, Roweena Ravenclaw y Salazar Slytherin. Lo curioso es
que las iniciales de los nombres coinciden con los apellidos de
cada mago, siendo la de Salazar Slytherin la más inquietante: S.
S., o lo que es lo mismo, el Schutz Staffel ("cuerpo de
protección") o servicio especial de Adolf Hitler durante la 2ª
Guerra Mundial, lo que da a indicar el carácter del temible
Salazar. Curiosamente, ocurre lo mismo con Snape y su nombre de
pila, Severus. De nuevo tenemos S. S. (¿una indicación solapada de
un carácter férreo, regio y dictatorial?).
Otro de los juegos de Rowling son las similitudes, en este caso,
con el apellido de Severus, Snape, que hasta el más distraído verá
en él una deformación (adrede) de "snake", es decir, "serpiente",
no sólo indicando el sibilino y enigmático carácter de este mago si
no también su relación con los ofidios, que no es casual, ya que el
emblema de Slytherin es una serpiente, puesto que el fundador de la
casa hablaba Pársel, el idioma de las serpientes. Como detalle
añadido, Rowling dice en sus novelas que todos los magos que se
desviaron al camino del mal pertenecieron a la casa Slytherin,
símbolo inequívoco de que Snape no fue en su día el profesor tan
abnegado que aparece en los libros. Lo mismo ocurre con su nombre,
Severus, pista clarísima para indicar su estricto carácter,
seguidor de las normas y partidario de imponer unas enormes
sanciones a quienes infringen el código de Hogwarts.
Su carácter no podría estar más en concordancia con su nombre,
pues él mismo es de carácter reservado, incluso oculto en algunos
momentos, siempre amenazador y que impone un profundo temor y
respeto. Hombre de pocas palabras, prefiere la acción a la lección,
siendo más práctico que teórico, siguiendo el lema de "predicar con
el ejemplo". En el segundo libro (Harry Potter y la cámara
secreta), a tenor de la amenaza que se cierne sobre el colegio de
magia y hechicería, Snape organiza un duelo de magos para retar y
valorar las aptitudes, enfrentándose y de paso humillando al
egocéntrico Gilderoy Lockhart. Es justo después, y para humillar a
Potter, que Snape enfrenta a éste con Malfoy. En el transcurso de
éste, Malfoy lanza una serpiente contra Potter, la cual éste domina
descubriendo que, al igual que Slytherin, habla lengua pársel, lo
que hace que Snape no le pierda ojo de encima.
Para añadir una pizca más de gracia a la figura tan oscura de
Snape, la profesión de éste en el castillo de Hogwarts es la de
Pociones, cuya aula se encuentra en una fría y gris mazmorra del
sótano, pero la verdadera ambición de Snape es ocupar el puesto de
Defensa contra las Artes Oscuras, que siempre se le resbala de los
dedos, para su exasperación. Los que se lo quitaron fueron el
asustadizo Quirinus Quirrell, el fanfarrón Gilderoy Lockhart, el
magnífico Remus Lupin, el desquiciado Alastor "Ojoloco" Moody
(quizá el más extravagante de todos ellos), y por fin la temible
Dolores Umbridge (en el quinto libro, Harry Potter y la orden del
fénix). En el sexto libro (Harry Potter y el misterio del
príncipe), por fin, Rowling le da su oportunidad a Snape y consigue
el tan ansiado puesto, dejando las clases de Pociones a Horace
Slughorn. Su fijación por esa especialidad, que finalmente fue
conseguida, indica la inclinación natural de Snape por las Artes
Oscuras, es decir, por la senda del mal.
En este segundo libro es cuando el carácter de Snape revela una
faceta nueva para el lector y los habitantes de Hogwarts: cuando se
encuentra petrificada y colgando de un gancho a la Sra. Norris, la
gata de Argus Filch (el celador del colegio) con un mensaje escrito
en sangre ("La Cámara de los Secretos ha sido abierta: Enemigos del
heredero temblad"), las primeras sospechas recaen sobre Potter por
ser el que ven junto a la escena del delito, pero Snape,
sorprendentemente, sale en su defensa, lo que deja irónicamente
petrificado a todos los presentes. Más tarde se descubre que,
antaño, cuando Snape era estudiante de Hogwarts, fue salvado por el
padre de Potter a pesar de ser acérrimos enemigos, lo que le dejó
con una deuda pendiente de saldar. Dicha deuda queda más
esclarecida en el tercer libro (Harry Potter y el prisionero de
Azkabán), donde su padre y sus amigos Peter Pettigrew, Remus Lupin
y Sirius Black (alias Cornamenta, Colagusano, Lunático y Canuto,
respectivamente), haciendo una travesura, casi matan a Snape,
salvándolo en el último momento y dejándole con el sentimiento de
compensar lo ocurrido. Eso da a entender que debajo de su
harapiento atuendo se esconde un profundo sentido del honor.
A pesar de ese sentido del honor (algo muy inglés, por otro lado),
las luces sobre Snape son pocas, sobre todo en el cuarto libro
(Harry Potter y el cáliz de fuego), donde aparecen por primera vez
los mortífagos, los conversos y seguidores de Voldemort ("el que no
debe ser nombrado"), en el torneo internacional de Quidditch, el
deporte oficial de los magos (mezcla de fútbol, baloncesto y rugby
y que se juega sobre escobas voladoras). Más adelante se descubre
que Snape fue mortífago y seguidor de Voldemort, para luego
arrepentirse y pasarse al lado de los buenos, siendo cobijado en
Hogwarts por el mismo Albus Dumbledore, el director del centro (y
mentor personal de Potter) y respaldado incondicionalmente cuando
el Ministerio de Magia inició el proceso contra todos los
mortífagos una vez Voldemort cayó fulminado al intentar matar a
Potter.
Snape es un personaje resentido por su pasado, que intenta borrar
la mancha de su vida, lo que nos da un personaje torturado y
sufridor, muy cercano a los superhéroes del universo Marvel tales
como Lobezno o Pícara. Snape es una persona distante y poco
conversadora, que apenas tiene relación estrecha con sus colegas
profesores como Minerva McGonagall (directora de la casa
Gryffindor), Filius Fliztwick (director de Ravenclaw) o Pomona
Sprout (directora de Hufflepuff) más que la estrictamente
profesional.
En las películas, el personaje lo interpreta Alan Rickman, un
actor inglés de excelente talento cuyo debut en la gran pantalla no
pudo ser mejor: el pérfido Hans Gruber de JUNGLA DE CRISTAL, y que
gracias a la saga Potteriana ha sido catapultado a un
reconocimiento internacional. Su aspecto, poses, gestos, actitudes
y caracterización de Snape es simplemente soberbia, dándole unos
ajustados toques de oscurantismo, ironía y humor que solo él podía
darle. Su manierismo se ajusta como un guante al personaje,
definiéndolo a la perfección y haciendo una verdadera parábola con
otros personajes. En cierta medida, Snape es a la saga Potteriana
lo que Riddick a PITCH BLACK: un personaje antagónico y tétrico del
que desconfiar, pero al que cuando las cosas se ponen feas uno
acude para pedir ayuda.
En un universo de malos malísimos y de buenos buenísimos, Severus
Snape representa una cualidad única: la dualidad. Su personaje
camina entre los dos mundos sin llegar realmente a estar del todo
en uno de ellos. No es un héroe al uso (como Harry Potter) ni un
villano clásico (como sí lo es Voldemort). A pesar de estar del
bando de la luz, Snape no usa sus técnicas ni sus reglas,
asemejándose más su modus operandi al carácter de los villanos que
al de los héroes, lo que confiere un aura especial al que
posiblemente sea el personaje más controvertido y completo de toda
la fantástica saga de J. K. Rowling. A tal punto llega su fama que
incluso ha sido protagonista de relatos eróticos (en inglés) en
diversas páginas webs (en donde tenía algo más que palabras con la
"insufrible sabe-lo-todo" Granger).
Paradójico, contradictorio, brillante y lúgubre a la par que
entrañable y carismático, Severus Snape es en sí mismo una
adivinanza envuelto en un acertijo dentro de un enigma, cuyo
hermetismo sólo contribuye a aumentar la fama de un personaje que
quizá sea más conocido que el propio héroe de la función. Entre la
luz y las sombras, entre el día y la noche se mueve este fascinante
e intrigante personaje, que pese a estar entre los magos de buen
corazón educando a los futuros magos, da más miedo que las
criaturas del Bosque Prohibido, y que encajaría perfectamente en
ese misterioso callejón Knockturn donde Harry va a parar por
accidente en el segundo libro, poblados por brujos tan enigmáticos
y siniestros como el propio Snape.
Fotograma extraído de HARRY POTER Y LA CÁMARA SECRETA propiedad de
Warner Bros.
Iván Sanluis García