Anika entre libros

Jean-Baptiste de Grenouille. Patrick Süskind. Por Wally

Origen: El perfume
Creador: Patrick Süskind

Personaje
Jean-Baptiste de Grenouille
Origen
El perfume
Creador
Patrick Süskind

JEAN-BAPTISTE DE GRENOUILLE, EL HÉROE DEL PERFUME

El protagonista, Jean Baptista Grenouille, es un ser ambicioso, pero el mundo y sus objetos no le interesan. Él no ama las cosas, sino su olor. Igual que el artista no necesita al mundo, le basta su reproducción. Igual que Sthendal, que se desmayaba ante la belleza, Grenouille podría haber sido feliz, pero se pasó de la raya y eso le costó la vida. ¿Qué raya fue la que cruzó? Es fácil responder que la moral, porque Jean Baptiste llegó al asesinato para conseguir el perfume de aquellas tiernas adolescentes. Pero Süskind es demasiado genial para castigar a su héroe. Es más, Süskind hace una parodia del juicio público del asesino, de los ciudadanos de bien y del mundo moral. Todos acaban locos de amor por el asesino de sus hijas cuando huelen el perfume. Porque la belleza, el perfume, se ríe de la moral.

Pero entonces, si, ni el escritor ni el lector condenan la moralidad del protagonista, ¿por qué tiene que morir? Este personaje se suicida en un cementerio de París porque ha violado la ley estética (que no la ley ética) del universo, a saber, "uno puede amar o admirar la belleza, pero jamás poseerla."

Cuando Grenouille despliega el perfume más maravilloso del mundo, el pueblo pierde la razón, lo adoran. Pero Grenouille no es feliz. Sabe que nadie lo ama. La pasión que sienten no es por él, sino por el perfume. Aún más triste, nos dice Süskind, nadie será jamás amado. Todo lo que uno puede amar es el perfume de los demás. Amamos lo externo, lo que nos es útil de la otra persona, pero ella misma, por sí, no nos interesa. Grenouille lo descubre y decide que no quiere vivir más.

Pero mi verdadera reflexión a raíz de esta obra, mi preocupación es ¿por qué somos iguales que Jean Baptiste? Quiero decir ¿por qué buscamos incansables un perfume cuando queremos que nos amen sin él? Todos odiamos que nos quieran por interés. Las mujeres bonitas odian a los que sólo se fijan en eso, los ricos odian a las caza-fortunas. Pero todas las mujeres se embellecen interminablemente delante de sus espejos, y todos los hombres sueñan con ser ricos para mostrar delante de las chicas las llaves de su Mercedes. ¿Es que la existencia consiste en buscar un perfume con que atraer a los demás a costa de olvidar nuestra identidad? ¿Es que la especie humana no es capaz de escapar de ese juego y lo repetirá interminablemente hasta el jucio final?

 

lapizrojo

Wally

 

 

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