Francis Dolarhyde. Thomas Harris. Por Yeyow
Creador: Thomas Harris
Personaje
Francis
Dolarhyde
Origen
El Dragón
Rojo
Creador
Thomas
Harris
FRANCIS DOLARHYDE: Retrato de un asesino de familias
sumergidas en el bello "sueño americano"
El pobre Francis Dolarhyde nació con el rostro deformado, tenía el
paladar partido y la nariz achatada, las enfermeras al contemplarlo
comentaron que era igual que un murciélago. Su madre, al verlo, lo
repudió. Su padre ya había puesto tierra de por medio antes de que
viera la luz.
Internado en un orfanato fue presa fácil de los demás niños que lo
llamaban "cara de culo". Pero la "salvación" llegó de la mano de su
abuela materna, la terrible Señora Dolarhyde, que lo sacó del
orfanato y se lo llevó a su hogar, una gran mansión donde la
abuelita se dedicaba a la bella tarea de cuidar ancianos.
En este hogar para octogenarios, un lugar impregnado por un denso
olor a muerte, es donde Dolarhyde conoce el terror de una infancia
en la cual el cariño es algo que no existe para él. Su abuela se
encarga de cercenar cualquier resquicio de amor. Pero Francis tiene
mucho amor dentro de su cuerpecito, y necesita darlo, y se lo da a
los pollos de la pequeña granja del caserón: los estrangula
lentamente.
La abuela, no podía ser de otra forma, se vuelve loca y Dolarhyde
es recogido por esa madre que nunca lo quiso y se lo lleva a su
actual hogar, en el cual, en una nueva muestra de cariño,
estrangula al gatito de su hermanastra, es expulsado en menos de un
mes.
Francis va creciendo y se alista en el ejército, donde unos
médicos le arreglan un poco la terrible venganza del Señor en su
rostro.
Un día ve algo que se quedará para siempre en su vida: "El gran
Dragón Rojo y la mujer revestida de sol", un cuadro de William
Blake, una obra enigmática y sobrecogedora (el que ha escrito estas
líneas lo ha visto y puede dar fe), es el Dragón su nuevo amigo, se
instala en su vida y ya nada es igual.
Francis se convierte en un ser perfecto, en una máquina de
músculos perfectamente sincronizados y con la sola idea de
purificarse y convertirse en el Dragón Rojo.
Y decide acabar con todo lo que nunca tuvo y nunca va a tener, de
esta forma extermina a una familia de clase media-alta, los Jacobí,
a los cuales asesina mientras duermen plácidamente, al matrimonio y
a los tres tiernos niños, después hace un extraño ritual con los
cuerpos: baila alrededor de ellos y muerde el bello cuerpo de la
mujer (Dolarhyde mata de forma colectiva, no como el afeminado Jame
Gumbs, mariquita cobarde que sólo mata niñatas por separado).
Los siguientes son los Leeds, que son igualmente exterminados bajo
la atenta mirada del Dragón, aunque ya no existe una dualidad,
ahora ya son la misma persona el Dragón y Dolarhyde.
Y Francis, ese ser perfecto y "único", se masturba, ataviado con
un kimono, en la antigua casa de su abuela viendo los vídeos de las
masacres (las obras de arte hay que mantenerlas a buen recaudo,
¿verdad, Señor Lecter?)
Un día Dolarhyde conoce a una chica, Reba McClane, una bella
jovencita ciega que es compañera de trabajo de Francis, pero eso el
Dragón no puede permitirlo y le ordena que la mate, pero él no
puede y decide eliminar al Dragón, pero es invencible; Dolarhyde
está desquiciado y decide la catarsis final: eliminar a todo aquel
que le molesta y eliminarse él también.
Y todo esto lleva a un final impresionante, un final que me niego
a desvelar, así como otras cosas que contiene el libro y que son de
obligada lectura para los amantes de la trilogía de Thomas
Harris.
Espero que os haya gustado esta lectura sobre ese ser
incomprendido llamado Francis Dolarhyde. Al Dragón le gustó mucho,
es más: la devoró en cuestión de segundos ¿verdad, querido
amigo?
Yeyow