Anika entre libros

Erik, el fantasma de la Ópera. Gaston Leroux. Por Iksas

Origen: El fantasma de la Ópera
Creador: Gaston Leroux

Personaje
Erik
Origen
El fantasma de la ópera
Creador
Gaston Leroux

ERIK: RETRATO DE UNA SOMBRA

Crónica de uno de los grandes mitos del siglo XX: el Fantasma de la Ópera creado por Gaston Leroux

Dentro de la Ópera Garnier de París, todo el mundo, y a la vez nadie, había visto al Fantasma. Las bailarinas creían todos los rumores que circulaban dentro del edificio, los tramoyistas los difundían, los grandes intérpretes se mostraban supersticiosos en cuanto al personaje y los directores sacaban a relucir su cara más necia y escéptica.

Esas son a grosso modo las reacciones que provocaba el espectro en los trabajadores del edificio. Ahora bien, dos personas ya conocían a ciencia cierta su existencia -una incluso su identidad-, tres iban a conocerle más de lo deseado y para un espectador iba a significar un punto de inflexión en su vida. Estas personas son, en orden tal como las he enumerado: el Persa y la acomodadora Madame Giry; la cantante Christine Daaé, los directores de la Ópera Armand Moncharmin y Firmin Richard y por último, (no menos importante) el vizconde Raoul de Chagny.

Tras esta introducción voy a estructurar el artículo en tres partes: 1) Personalidad, origen y crímenes del Fantasma, 2) influencias en la vida de los personajes citados anteriormente, y la parte final a la que me permito titular El 3) Fantasma o el mito. He de advertir a todo lector que le interese la historia pero no la conozca, que aquí voy a revelar parte importante de los hechos del libro, y no me gustaría chafároslo a nadie tan indiscriminadamente. Avisados estáis.

1ª parte: Origen, personalidad y crímenes del Fantasma

Erik es su nombre, y de un país occidental es su nacionalidad. Poco más que eso se nos hace saber sobre él. Leroux nos desgrana al final de la novela que nació en una familia pudiente, y debido a su extrema fealdad su madre se vio obligada, en un acto de crueldad, a taparle la cara con una máscara debido a que si no lo hacía, sería incapaz de mirar a la cara a su propio hijo. Cansado de esa vida de hipocresía Erik escapó y consciente de lo extraordinario de su aspecto trabajó como "maravilla" en una feria ambulante, hasta que se dio cuenta de que el destino tenía reservado algo grande para él.

No se nos dice cómo, pero el futuro Fantasma consiguió llegar a Oriente (primero a la India y luego a Persia), donde ejerció de prestidigitador y constructor para el Sultán persa, entreteniendo también a "la pequeña sultana" en las Horas Rosas de Mazenderan. Este entretenimiento consistía, por ejemplo, en encerrarse Erik armado sólo con un lazo del Punjab (lazo asombrosamente útil para los estrangulamientos) con un condenado a muerte armado con una pica en el patio y acabar estrangulando a éste, ante los divertidos ojos de la sultana. Pero su mayor y más macabro éxito en los entretenimientos del palacio de Mazenderan fue la cámara de los tormentos, habitación hexagonal recubierta en su totalidad de espejos, salvo un agujero en la parte superior y en la que en el centro se colocaba un sólido árbol de hierro. Se encerraba al condenado a muerte, por el agujero se le introducía luz que calentaba la estancia poniéndola a temperaturas muy elevadas, y el árbol se veía reflejado infinitas veces, convirtiendo la estancia en un bosque tropical de sólidos árboles metálicos. Cuando el prisionero no veía otra salida, cogía el lazo del Punjab que se le había habilitado al efecto, y se ahorcaba en el árbol, para verse en sus últimos segundos de vida en un bosque con infinitos árboles de los que colgaban infinitos hombres ahorcados.

Pero aparte de eso Erik convirtió Mazenderan en un palacio en el que nadie tenía secretos, ya que modificó todas las estancias haciendo trucos acústicos que repartían las conversaciones a otras salas, y maravillas similares. El Sultán, realmente impresionado con la obra, decidió que no quería que Erik construyera algo similar en otra parte del mundo, por lo que no contento con pretender dejarlo ciego, como al constructor de la Torre del Reloj de Praga, le condenó a muerte. Erik, con la ayuda del Persa, huyó a Rusia, y de allí, se trasladó buscando una vida normal a París, donde pretendía asentar la cabeza y casarse.

Al llegar allí encontró trabajo de constructor en la Ópera de la ciudad, y no pudo evitar seguir trabajando duramente día a día aún en fiesta, atraído por su afición a las trampillas para cambiar "un poco" los diseños iniciales del proyecto. Tras haber añadido secretamente todos los cambios deseados en el edificio, decidió quedarse a vivir allí.. Y ya que estaba, decidió encontrar el amor, pero éste vino a él.

A Erik hay que comprenderlo. Pongámonos bajo su horrenda piel si queremos entender sus actos, vivamos la humillación constante de vivir bajo una máscara impuesta por nuestra propia madre, veamos como todo nuestro duro trabajo es recompensado con una sentencia de muerte, y sintamos la repulsión y el asco que causamos a los visitantes de la feria. Tras eso creo que es normal verse apartado de la humanidad, y también veo normal no desfallecer en el intento de integrarse en ella de todas formas, pese al lógico rencor que se le guarde.

Amante de la música, su sueño era casarse, vivir en una casa normal, (y no en la morada subterránea que él mismo se construyó bajo la Ópera, junto a un lago subterráneo), ver publicada su ópera Don Juan Triunfante y poder pasear por la ciudad con la amada esposa. ¿Es eso, acaso, mentalidad de un monstruo?

Eso no, pero sus crímenes sí son propios de un monstruo. Crímenes como el del asesinato del tramoyista Joseph Buquet, que se aventuró en el lago subterráneo y que fue encontrado ahorcado junto a un escenario del Rey de Lahore. Crímenes como el del asesinato del conde Philippe de Chagny, en iguales circunstancias que el anterior. Crímenes como el más grave de todos ellos, el desprendimiento de la lámpara de araña de la Ópera sobre la platea en medio de la representación de Fausto.

Crímenes, en su mayoría, cometidos en parte por amor. Por amor a la cantante Christine Daaé, a la que secuestró en medio de una actuación. Como aquél que no se llevó a cabo que pretendía que si Christine rechazaba su propuesta de matrimonio, Erik se vengaría de la humanidad haciendo estallar a la hora de la función principal un gran número de toneles llenos de pólvora que le matarían a él, pero que se llevarían consigo al edificio junto con todos sus espectadores.

2ª parte: influencia del Fantasma en la vida de los personajes antes citados

El Persa: único conocedor de la identidad del Fantasma, el "daroga" viajó con Erik a París y visitó en ocasiones a éste, conociendo parte de los pasadizos secretos del edificio. A punto estuvo Erik de matarle al final de la historia, cuando él y el vizconde Raoul cayeron en una réplica exacta de la cámara de los tormentos de Mazenderan. En el libro, él relata esa parte de la historia.

Madame Giry: junto al Persa, única persona en el edificio que conocía la existencia del Fantasma, que no su identidad. Cada vez que la sombra acudía a su palco (el nº 5) a ver una función, le daba sus instrucciones a la anciana acomodadora y le dejaba algún regalo, tal como flores. Era la única persona en el edificio en la que Erik podía confiar.

Los directores Armand Moncharmin y Firmin Richard: A su llegada a la Academia Nacional de Música recibieron una carta del Fantasma, que les exhortaba a pagarle un sueldo de 240.000 francos y a dejar sin vender todos los días el palco nº 5, que él consideraba de su propiedad. Éstos se tomaron a broma la carta y las sucesivas amenazas de Erik, y acabaron pagando las consecuencias al ver cómo se desprendía la lámpara del techo, cómo su mejor cantante quedaba sin voz y cómo les eran estafados una y otra vez los 240.000 francos.

El vizconde Raoul de Chagny: Enemigo del Fantasma por razones amorosas, conocía a Christine desde su infancia y quería su matrimonio. Al interponerse en los planes de Erik e ir a su morada junto con el Persa para rescatar a Christine, éste les encerró y a punto estuvo de matarles. Después de que el Fantasma le encerrara, y le volviera a soltar poco después, se casó definitivamente con ella.

Christine Daaé: Amada intensamente por el Fantasma, ella no le correspondió. Al principio Erik se le aparecía en su camerino sólo mediante voz haciéndole creer que era su Ángel de la música, y le daba clases de canto. Él la llevó a su morada del lago, y ella en un descuido le quitó la máscara. Tras la furia de Erik ya no volvió a tratarla igual, y cuando finalmente la secuestró en mitad de una función la retuvo en los subterráneos hasta que accedió a casarse con él. Pero al besarle Christine en la frente, experiencia nueva para él (su madre nunca había accedido a besarle), él le regaló un anillo y le dio libertad para casarse con quien ella decidiera. Ella eligió a Raoul, Erik le liberó y tras ver cómo se abrazaban y amaban en su propia morada, murió de amor.

3ª parte: El Fantasma o el mito

"El fantasma de la Ópera existió. Me parece haber dado en mi obra suficientes pruebas y por lo que a mí se refiere estoy totalmente convencido. Existió en carne y hueso aunque él mismo se dotara de las apariencias de un verdadero fantasma, es decir, de una sombra.". Son palabras del propio Gaston Leroux, escritor del libro Le Fantôme de L'Opera, editado en 1910.

Tal como está escrita la novela, se puede llegar a pensar que ésta no es sino un gran artículo periodístico sobre la vida de Erik, ya que el estilo empleado es de ese género, además de que se meten notas aclaratorias sobre la vida de los personajes en distintos momentos de la obra.

La duda puede ser mayor si nos informamos y descubrimos que siete pisos por debajo del escenario de la Ópera Garnier se encuentra un gran lago subterráneo, mayor aún si sabemos que el edificio consta de más de 1000 salas, algunas de escaso uso, y todavía mayor si tenemos en cuenta que el arquitecto ayudante de Garnier encargado de los subterráneos se llamaba Eric y que éste pidió a aquél que le dejara usar el lago como hogar.

Hasta donde yo tengo constancia todo esto es cierto, y siempre es bonito pensar que ese romántico pero desdichado personaje fue algo más que un mito, o el protagonista de una novela de folletín.

¡Pobre desventurado Erik!

 

lapizrojo

Iksas

 

 

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