Drácula. Bram Stoker. Por Juan Gómez-Jurado
Creador: Bram Stoker
Personaje
Drácula
Origen
Drácula
Creador
Bram
Stoker
DRACULA. EL VAMPIRO UNIVERSAL
"Un pesado silencio se extendía sobre todo el castillo. Y sin
embargo, prestando la debida atención, tuve la impresión de oir
aullar a los lobos en el valle. Los ojos de mi anfitrión
destellaron emocionados. -¡Escúcheles! -exclamó-. ¡Son los hijos de
la noche! ¡Sus aullidos son como música para mis oídos!"
Eterno seductor en las películas, malo de cuento de hadas en la
novela de Stoker, torturado por una sed insaciable en una noche sin
límites, Drácula supuso durante todo el siglo pasado la encarnación
del mal y el arquetipo del villano atractivo. Sí, ese que te
repugna a la luz del día pero tiene un nosequé que hace que quieras
parecerte a él de noche... o llevártelo a la cama, según los
casos.
Si a alguien no le gustan las novelas de vampiros, que levante la
mano. Mmmm, parece que hay uno allí, al fondo. Vale, exceptuando
ese bicho raro, veo que a todos nos gustan... ¿por qué?
Todo empezó a finales del siglo XIX, cuando un escritor de medio
pelo llamado Bram Stoker publicó una novela llamada "Drácula". El
argumento es simple. Para el del fondo, ése que no la ha leído: El
joven Harker, a punto de casarse con su novia Mina, hace un viaje a
Transilvania para cerrar un negocio inmobiliario con el conde
Drácula. El noble resulta ser un hombre muy extraño, que vive
aparentemente solo en un gran castillo, y Harker vuelve a Londres
con el miedo en el cuerpo. No es lo único que vuelve con él... le
sigue el conde, quien seducirá a la amiga de Mina y resultará ser
un enemigo mortal dotado de poderes sobrenaturales y una terrible
maldición: beber la sangre de los vivos.
La novela tuvo un éxito casi inmediato. La ñoña sociedad
victoriana (y el propio Stoker, inteligentemente) pretextaron como
razones del éxito las claves más visibles del libro, esto es, la
lucha del bien contra el mal, el triunfo de la virtud y lo bien
contado de la historia. Las razones auténticas eran otras, más
inconfesables: Drácula suponía el culmen de la literatura erótica
del romanticismo, ofrecía los ingredientes justos de miedo, sexo y
perversión que configurarían el terror del siglo XX, tanto en la
literatura como en el cine que estaba por nacer.
El auténtico secreto de la novela era su protagonista. Ellos
querían chupar sangre, ellas dejarse chupar. Incontestable, básico,
primario deseo. Refinamiento, romanticismo, amor... disfraces de un
personaje arrebatador por su fuerza y por su capacidad de
seducción. Drácula es un noble con poderes extraordinarios, un imán
para las mujeres, es malvado pero conoce el amor o al menos el
deseo sin límites. Alto, de mirada penetrante, sabiduría extensa,
melodramático y refinado, inteligente hasta lo molesto, maligno
hasta lo hermoso (pues todo la belleza se escribe con
superlativos). ¿Quién no se siente atraído?
Las historias de la Edad Media y el Renacimiento hablaban de los
vampiros como seres inmundos, malignos, que olían a tumba y se
vestían con harapos. Drácula viste de etiqueta, tiene poder sobre
el clima, los animales y las personas. Stoker marcó las pautas del
mito, y le dejó salir a la luz del día, cosa que hoy parece que
hemos olvidado. Sí, señores, aunque con dificultad, Drácula andaba
a la luz del día en la novela. Léanla. Ese capítulo es el que da
más miedo de todos. Tocaba crucifijos, que no chisporroteaban ni
hacían ruidos raros al tocar su piel, aunque sí lo frenaban. Mmmm,
resulta que tal vez no estemos tan a salvo como pensábamos.
¿Queremos estarlo?
Que tengais dulces sueños.