Los Hombrecitos 1998-2000

Opinión:

En la anterior reseña de estos volúmenes recopilatorios ya comentábamos la experimentación por parte del autor sobre su propia obra, tanto en la parte del guion, como en la de las ilustraciones, pero, sobre todo, en esta última faceta. Es normal, en ese momento ya rondaba los 30 años narrando las historias de estos personajes; es más, en esas fechas son los personajes más longevos que se publican en la revista Spirou.

En el tema del guion, evidentemente plasma en sus historietas sus propias vivencias, inquietudes y gustos. En ese volumen en concreto, su gusto por las películas del Oeste y por los animales, como ya ha hecho en otros momentos, en especial la ornitología; también el que su sobrino se dedique a lo mismo que él, dado que Seron es un hombre reservado al que le cuesta relacionarse fuera de su círculo, con lo que la circunstancia de que un familiar cercano entre en su círculo profesional es un motivo de alegría para él. Esto, además, quedará plasmado en la primera de las historias de este tomo; en ella, Seron cambiará el estilo de su dibujo, así como de la trama, acercándolo más al predominante en la "competencia", Tintín, un dibujo más realista, de formas menos globulosas y redondeadas (incluso el mismo protagonista, Renard, bromea con ello, comentando que de seguir así, acabará pareciéndose a Tintín; ahora veremos el porqué de esa afirmación).

Es esta historia una "historia dentro de la historia", un cómic que un compañero le muestra a Renard, lo que conlleva ese cambio de estilo, dentro de las páginas de ese cómic (por eso la frase anterior de Renard sobre Tintín). Se alternan las páginas de ese cómic con la vida "real" de los Hombrecitos. También encontraremos aquí, en la "vida real", la experimentación que comentamos, con los fondos y texturas; también, el implícito homenaje ya comentado a Tintín (es común en el cómic franco belga las alusiones a unos y otros, los homenajes, más o menos evidentes; aún encontraremos más en este volumen).

Es en la segunda historia donde Seron muestra su pasión por los Westerns, y donde da rienda suelta (además del humor evidente con los nombres de los protagonistas) a la experimentación con los fondos, utilizando diversas técnicas de manipulación de fotografías e ilustraciones, como ya hizo, y comentamos, en algunas historias del tomo anterior, por lo que la experimentación del autor es continua y en evolución. Como decimos, también tiene su gran carga de humor, homenajes (ese "Metal Aullante", los poderes del protagonista, Nalgas de Arcilla Júnior, etc), crítica social, y una sorpresa final (el verdadero estilo de vida de los Indios).

La tercera historia comienza de forma más, digamos, bucólica, mostrando el autor su amor por la naturaleza y los animales. Una historia en la cual, para evitar un desastre, se cambian las tornas, la relación de tamaños (esa es la base de la trama) y en la que, gracias a la amistad y a la inteligencia, se consigue revocar lo que a punto está de ser una tragedia.

También quiero comentar un punto que casi se me pasa; la excelente secuenciación, la sensación ya no de acción, sino también la de movimiento, cómo en pocas viñetas con unos pocos elementos, es capaz de evocar el movimiento del tráfico de una ciudad, llevándonos casi a un nivel cinematográfico.

Completan este volumen los ya indispensables artículos e ilustraciones que aportan información sobre la vida, obra, relaciones, historia, otras obras, colaboraciones, etc y que, además de ser sumamente interesantes, nos sirven de enorme ayuda en estas reseñas.

Muy bueno, altamente recomendable.

J. Javier Arnau