La profecía de las espadas

Opinión:

"La profecía de las espadas" es una novela de fantasía LGTB de corte clásico que contiene todos los elementos del género: una profecía, espada y brujería, y un mal antiguo que amenaza a los protagonistas, que deben descubrir más sobre lo que va a pasar y hacer alianzas y viajes para derrotarlo.

Se agradece el glosario, porque hay muchos personajes que intervienen en la trama y son relevantes para la misma, con distintas habilidades y razas, y no siempre el contexto o los diálogos ayudan a identificarlos fácilmente, de modo que he tenido que tirar de él varias veces.

El mundo en sí es rico y está bien delimitado, aunque a veces falta información (sigo sin tener del todo claro el sistema de magia, más allá de que cada humano se especializa en unos caminos, o qué hace especiales a algunas razas). Además, hay bastantes cosas "porque sí" o que ocurren fuera de plano: los malos son unos esclavistas muy poderosos que se creen dioses pero sin desarrollo (malos porque sí), resulta extraño que nadie se diera cuenta de según qué cosas hasta el último momento, algunas razas se aislaron o desaparecieron sin que se den motivos sólidos, algunos personajes cambian su forma de pensar de forma bastante radical mientras las protagonistas están fuera... Cosas así.

Por otro lado, más allá del viaje y alguna batalla, me ha dado la sensación de que los personajes lo tienen demasiado fácil: siempre dan con la información que necesitan, o se cruzan con quien la posee, o aparece un salvador en el momento crucial de vida o muerte. Tanto es así que, aunque el final pedía a gritos varias muertes al ser una misión casi suicida, todo acaba casi demasiado bien para ser creíble.

Esto es, quizás, porque la autora prefiere centrarse en el desarrollo de la relación de pareja de las protagonistas, la cual es, para mi gusto, demasiado redundante, repitiéndose una y otra vez los sentimientos que tienen con respecto a su visión de vida y respecto a la otra. Me han sobrado bastantes escenas de pareja y eróticas: algunas eran necesarias (sobre todo cuando había familia de por medio), pero muchas otras no. Puede que sea algo personal, pero, en un libro tan largo y en el que hay tanto que contar, lo último que necesitas en los momentos valle de ritmo es encontrarte otra escena romanticona u otro revolcón.

En cualquier caso, en conjunto es un libro ameno y se agradece que sea autoconclusivo.

Déborah F. Muñoz