instinto (lazos de sangre 1)

Opinión:

La publicación digital es un buen método para que autores noveles den a conocer su obra por un coste mínimo, razón por la que cada vez más escritores optan por este método ante la dificultad de encontrar editorial que respalde su trabajo. En ocasiones alguno de ellos tiene la suerte de ver su obra publicada en papel debido al nivel de ventas o la calidad literaria. Pero ¿el hecho de que un autor venda un millón de copias de un producto a bajo precio le convierte en escritor digno de dar el salto a las editoriales? Puede que en algún caso sí, desgraciadamente la novela de Amanda Hocking no es una de ellas.
 
Dos preguntas surgen tras la lectura de “Instinto”. La primera lógicamente es ¿de verdad a una editorial le merece la pena publicar un producto de ínfima calidad literaria sólo por el hecho de vender a cualquier coste, sin que esto termine por perjudicar su imagen? Lamentablemente parece que la respuesta es sí. La segunda ¿es necesario sufrir la tortura incesante y constante de ver maltratado al mito más clásico de la literatura de terror, el vampiro? Parece ser que, otra vez, así es. Y es que la ópera prima de Hocking reúne las dos condiciones citadas sin vergüenza ni nada que se le parezca, llegando a caer en el plagio sin rubor alguno.
 
“Instinto” se podría subtitular, sin problema, Follón en Minnesota: Bella Swan se encuentra con Stefan y Damon y se lía parda. La novela es una mezcla entre “Crónicas Vampíricas” de J. L. Smith y “Crepúsculo” de Stephenie Meyer, de las que llega a copiar situaciones, diálogos y personajes, cambiando sólo pequeños detalles. Por supuesto la calidad literaria de ambas sagas es tal que merecen ser imitadas hasta la saciedad, es como llevarse a un gourmet al Burguer King porque, oye, que si pasan por sus mesas más gente al día que por el restaurante de Arzak es porque es mejor. La primera entrega de “Lazos de Sangre” es eso, una hamburguesa que termina por hacer picadillo la poca dignidad que le queda al mito vampírico y que, además, se repite más que el ajo para desgracia de estas criaturas y de los lectores.
 
Partiendo de un argumento tan original y sorprendente como "chica en peligro conoce a chico raro, pero es guapo, me ha salvado la vida, me monto en su coche, sigue siendo raro, pero ahora es más guapo y allá penas", la autora se dedica a “reflexionar” una y otra vez sobre la misma idea central: ¡qué raro es este chico y su familia ni te cuento!

Si se tratara de una película aparecería un enorme cartel de neón con letras mayúsculas sobre la cabeza de Jack, Peter y su familia que dijera: ¡OJO, VAMPIROS!, pero como no lo es y la escritora quiere mantener la tensión, la emoción, la duda y la intriga hasta el final, a nuestra protagonista le lleva ciento setenta y cuatro interminables páginas darse cuenta de ese pequeño detalle, por si la fuerza sobrenatural, la velocidad, el que no coman, beban o duerman todo el día no eran pistas suficientes.

Un cúmulo de tópicos absurdos, contradicciones continuas en la escasa línea argumental y el manejo bochornoso de las figuras literarias, acentúan aún más las carencias de una trama que no es tal ya que queda revelada y prácticamente resuelta en los primeros capítulos. El resto de páginas sirve para, sí, para que ella diga: ya decía yo que esta gente era muy rara, pero, chica, que son vampiros, guapos, ricos, molan y quiero que me muerdan… pero ahora no quiero, ahora sí, provocando en el lector la búsqueda desesperada de una estaca para suicidarse de una manera vampíricamente digna ya que en la novela eso no existe. Una vez que nos damos cuenta de que la violencia autoinfligida no es la solución, optamos por terminar el libro con la esperanza de que haya una hecatombe mundial y muera hasta el apuntador pero no, no tenemos tanta suerte, porque la señorita protagonista tiene dudas sobre quién será el elegido para perforar su yugular y prefiere dejar ese detalle para otra entrega, porque ella es así… especial. Sí, Alice es especial porque es una mujer del S. XXI que no es nada sin un hombre, accede a todos sus deseos, no piensa por sí misma y no se sabe sacar las castañas del fuego; el libro ofende a la inteligencia y a la dignidad de la mujer de cualquier edad en ese sentido, el remate final a una historia a la que no hay por donde hincarle el diente.
 
Si alguien quiere escribir o leer sobre vampiros le recomiendo que eche un vistazo a “Drácula” de Bram Stoker, “Berenice” de Poe, “Carmilla” de Le Fanu, “El misterio de Salem´s Lot” de King o, en territorio español “Diástole” de Emilio Bueso y “Noctámbulo” de Miguel Aguerralde; después, sólo después, le recomiendo la lectura de “Lazos de Sangre: Instinto” para que sepa qué siente un vampiro cuando le clavan una estaca en el corazón.
 
Patricia Rubiera