Entrevista Alejandro Palomas por "Un perro"
Los tres últimos trabajos de Alejandro Palomas son "Una madre" (Siruela, 2014), "Un hijo" (La Galera, 2015) y "Un perro" (Destino, 2016). Aprovechando la lectura del último, le entrevistamos.
Al finalizar "Una madre", nada hacía pensar al lector que la historia continuaría pero "Un perro" viene a completar una trama que sigue estando muy viva y que continúa hablándonos de dolor, de alegría, de incertidumbre... y de encontrar con quién compartir todo eso que la vida nos va poniendo delante. Alejandro Palomas ha vuelto a regalar a sus lectores una novela llena de sentimientos y vida, de honestidad y humanidad.
ENTREVISTA
"Un perro" recupera a los personajes de los que ya nos enamoramos en "Una madre" y continúa ahondando en sus vidas. ¿Por qué decidió rescatarlos y darles vida de nuevo?
Porque cuando terminé de escribir "Una madre" me quedé demasiado habitado por ellos, por Amalia, Fer, Emma, Silvia, etcétera, y entendí que no estaba pudiéndome despedir de ellos porque no querían irse ni yo tampoco quería que se fueran, con lo cual me daba mucho miedo vivir ese duelo. Después de la publicación de "Un hijo" vi que seguían allí, que seguían habitándome y que estaban pidiendo más y yo quería que estuvieran más conmigo. Por eso lo recuperé, básicamente, porque me daba mucho miedo del dolor de ese duelo.
En esta nueva novela profundiza aún más en el personaje de Ester, la abuela Ester, la madre de Amalia. Un personaje muy peculiar del que Fer parece haber aprendido mucho y cuyas frases (sentencias, en realidad) son casi casi de aplicación universal. ¿De dónde salió Ester?
El personaje de la abuela es un clásico ya mis obras. La abuela Esther apareció… pues no lo sé, no lo sé. Es un personaje que siempre aparece, es la voz de una abuela que sabe lo que dice, que sabe cuándo debe de decirlo, que deja una estela de frases, de visiones, de perspectivas que ayudan mucho desde la ausencia. Me gusta mucho la figura que ayuda desde el no estar y para eso no hay nada mejor que una abuela o que un abuelo; en mi caso es una abuela. Ya apareció la Mencía en "El tiempo que nos une", ya aparecía la Clea de "El alma del mundo" también… Siempre aparecen, aparecen mucho. De hecho, ya en mi primera novela, "El tiempo que nos une", la abuela era fundamental y es una tipología de abuela muy característica en la que enseguida se me reconoce.
Yo no me considero una persona amante de los perros (básicamente, porque me dan alergia y prefiero tenerlos cuanto más lejos mejor) pero, aún así, he disfrutado muchísimo de "Un perro". ¿Cómo puede ser? ¿Cómo ha sido capaz de escribir desde la postura de un hombre que siente que los perros son más que animales domésticos, que son compañeros de vida, y convencer también a quienes no vemos en ellos más que seres peludos de cuatro patas?
Bueno, hay gente que está más convencida que otra vez; hay lectores y lectoras que están más convencidos y otros menos. De hecho yo creo que hay dos tipos de lecturas de "Un perro": la que hace quien tiene un perro y quien empatiza muchísimo con la historia de Fer y R y con esa relación tan estrecha, y luego está la de quienes no tienen perro, quienes realmente no sienten mucho por los animales, ni por los perros en particular, y que lo que viven es una relación familiar en la que se han añadido personajes como R o como Shirley, que forman parte de ese horizonte familiar pero lo que realmente importa es esa dinámica familiar que es la que ya existía en "Una madre" y que es con la que a mí me gusta trabajar, con o sin perro.
En este caso, un perro es el vehículo fundamental para que la historia ocurra pero yo entiendo que puede verse a R como a un perro o como a un personaje principal con alma propia; y a mí no me molesta ninguna de las dos lecturas. Me gusta que existan estos dos tipos de lectura. Seguramente hay muchas más y muchos más tipos de perspectiva pero los dos canales fundamentales yo creo que son esos dos y me gusta que haya dos alternativas.
A poco que se le conozca a través de las redes sociales, da la impresión que tanto en "Una madre" como en "Un perro" hay mucho de verdad, de realidad. Este es un tema que también se trata dentro de la novela: los límites entre ficción y realidad. ¿Existen realmente esos límites?
Sí. En mi caso existen siempre, sí, lo que pasa es que están muy poco definidos. Yo entretejo mucho realidad y ficción, me gusta mucho jugar a eso. Me gusta hacer que mi vida o mi realidad entren mucho en mi ficción, básicamente porque creo que son muy complementarias y porque se enriquece muchísimo, suman, y a mí todo lo que sume me gusta muchísimo. Lo curioso es que normalmente lo que parece más real en mi ficción es precisamente lo que nunca ocurrió, ni ocurrirá probablemente, y lo que parece más inverosímil en mis novelas es lo que está más cerca de lo real, de lo que ha ocurrido en realidad. Esto es lo que tiene la ficción, lo que tiene escribir ficción: básicamente, tu misión es la de convertir lo increíble en verosímil y hacer que lo que es muy propio de la realidad se convierte en interesante. No tiene más. Con lo cual solo tienes que subir un poco de aquí y bajar un poco de allí para crear una novela que sea interesante, para crear una historia que sea interesante.
¿No le da miedo desnudarse demasiado cuando escribe?
En absoluto. No, no me da ningún miedo. No me da ningún miedo porque creo que en el fondo se trata de eso. Me encanta. Me encanta ser yo, me gusta mucho ser yo y me gusta mucho compartirlo, sobre todo; y no puedes compartir algo si no eres honesto cuando lo haces, no tiene validez y, sobre todo, no tiene valor. Compartirte cuando estás fingiendo y cuando lo haces de forma impostada creo que es una traición y yo puedo tener muchos, muchos, muchos defectos pero creo que la traición no está entre ellos.
R, el perro sobre el que gira la trama de la novela, parece ser el alter ego literario del Rulfo que tan crítico se muestra con muchas parcelas de nuestra sociedad en las redes sociales. ¿Cómo se le ocurrió dar voz al que puede ser el primer perro "feisbuquero" de la historia?
Bueno, en realidad no es que le dé voz… porque la voz que le doy es la mía, evidentemente; y lo que Rulfo dice en las redes sociales es un poco lo que pienso yo; vamos, básicamente, es lo que pienso yo. Pero prefiero que sea él quien lo diga. Es como cuando habla Amalia y dice unas cosas tremendas, opina desde una perspectiva políticamente muy incorrecta. Yo sé que dándole ese peso a Amalia, está perdonada de antemano y se lee de una manera y se recibe de una forma que no se recibiría si lo pusiera en boca de otro personaje. Aquí pasa lo mismo: si pongo según qué cosas en boca de Rulfo, está perdonado de antemano y se recibe de una manera que no se recibiría si llegara desde mi propia voz, desde Alejandro. Juego un poco con él, espero que me perdone.
Además de la trama relacionada con R, que sostiene y encauza la novela, en su obra incluye muchas digresiones temporales que nos hacen viajar, en forma de recuerdos, a otros momentos de la vida de Fer. No sé si era su intención, pero mientras la leía me dio la impresión de que era una manera de reflexionar sobre los recuerdos, sobre cómo aparecen, sin orden aparente, y cómo se van conectando con lo que nos va pasando, tendiendo puentes entre nuestro presente y nuestro pasado. ¿Era ese su objetivo?
Sí, ese era su objetivo, es la base de lo que yo hago. Ya apareció en "Una madre" esta frase: "somos todo lo que hemos sido hasta ahora" y creo firmemente que es así, que soy el cúmulo de cosas que he sido en todos los momentos, que he sido hasta que he podido ser lo que soy ahora. Me gusta mucho comunicarlo siempre: no es casualidad, no somos ahora y antes no hemos sido, no. Por eso los cambios son tan difíciles, por eso cambiar de vida es tan difícil, porque llevamos una mochila de cosas a la espalda que hay que revisar constantemente y con la que hay que jugar también. Hay que ser muy lúdico con los recuerdos y hay que utilizarlos como un rompecabezas para poder jugar con ellos y para poder intercambiarlos, este caso, con los miembros de la familia, porque son recuerdos muy comunes muchas veces. Y es importante poder comentarlos, poder ampliarlos, poder jugar con ellos… Creo que los recuerdos tienen que actualizarse porque nos dan mucha vida.
El pasado y el presente sirven, pues, para hilvanar la trama de la obra pero también hay una serie de metáforas o de ideas que van apareciendo a lo largo de sus capítulos y que también dan unidad. Me refiero a la balsa, a las rodillas, a las manchas… ¿Cómo surgen estos conceptos y por qué decide utilizar un recurso tan sugerente, en ocasiones poético, y siempre incisivo como este en su novela?
No lo sé. Ahí habla totalmente el inconsciente, ahí me dejo llevar mucho por el inconsciente, ahí dejo que las figuras y que las ideas que van apareciendo, este tipo de ideas que centralizan muchas cosas, lo hagan por sí solas. En esta caso aparece una balsa, aparece un rompecabezas, también en esta novela aparecen mucho ellos remando… y no sé por qué aparecieron ahí esas imágenes. Ahí es cuando soy más libre. Todas estas imágenes nacen porque cuando escribo soy muy libre y me dejo navegar muy a la deriva a ver qué encuentro y qué hay en ese río. Son imágenes muy mías, de hecho; son imágenes son muy de Alejandro dentro de la novela, en esa balsa, avanzando a la vez que escribe. Esa es la gran metáfora: yo estoy en esa balsa, Alejandro está también en esa balsa con Fer, con Emma, con Silvia… Estamos remando todos. Quizá porque me siento mucho la balsa de todos ellos, la balsa en la que conviven y en la que se apoyan todos los miembros de esta familia.
Otra de las características de sus novelas que se ha convertido en sello de calidad, en marca de la casa, es el manejo de las emociones, de las que experimentan los personajes de la obra pero también de las que va despertando en quienes leemos. ¿Cómo es capaz no solo de hablar sobre sentimientos o de analizarlos o hacernos reflexionar sobre ellos sino, además, de generarlos en el lector? ¿Esto cómo se hace?
Desnudándote mucho y siendo muy honesto y siendo tú mismo. Ahí sí que hay que lanzarse al río en la balsa. No hay un secreto para esto: siendo tú mismo, mostrando tu vulnerabilidad, sobre todo, y confiando en que el otro te va a tratar bien, y cuando digo "el otro" me refiero al lector o lectora. Yo confío en que el lector y la lectora me tratarán muy bien y por lo tanto navego en un ámbito de confianza. Soy muy muy confiado en ese sentido, en el ámbito de la creación, soy muy confiado; en el ámbito de la vida es diferente pero en cuanto meto en lo creativo, confío mucho en que voy a estar bien recibido y bien cuidado. Por eso surge, por eso existe esta comunión con el que está al otro lado.
En el fondo, "Un perro" (como casi todas sus obras) reflexiona sobre lo que nos hace humanos (lo seamos o no) y sobre lo que hace que seamos como somos, los sucesos y personas que nos van moldeando a lo largo de los años hasta hacernos como somos hoy en día. De sus reflexiones se deduce que la influencia ajena es mucha… ¿demasiada? ¿Es difícil moldearse a sí mismo independientemente de lo que recibimos de fuera?
Es difícil moldearte a ti mismo, claro que lo es. Es muy difícil porque no estás solo, no estamos solos. A no ser que nos retiremos como suelo hacer yo siempre que escribo, el resto del tiempo eres parte de algo, con lo cual eres también dependiente de algo. Somos seres dependientes; no sé si sociales pero sí muy dependientes del factor externo y, por lo tanto, la influencia del factor externo es muchísima. Otra cosa es cómo lo utilizamos para enriquecernos y para sumar cosas y cómo lo utilizamos para que nos dé perspectiva sobre nosotros mismos, eso ya es distinto. Pero moldearse a uno mismo no es nunca independiente de lo que hay fuera, al revés: uno se moldea a partir de lo que hay fuera y uno se aleja o se acerca pero siempre tiene que haber un referente y el referente no puede ser uno mismo, tiene que haber un diálogo con lo que hay fuera para que haya un enriquecimiento personal y la posibilidad de moldearte y de estar contigo mismo. Para estar contigo mismo tiene que haber un no-estar con lo que no eres tú mismo y eso es fuera, con lo cual es muy necesario.
Y hablando de humanidad, usted rompe las barreras entre lo humano y lo animal, trata a los perros como si fueran personas y, es más, en algunos casos también habla de personas (el marido de Amelia y su madre) que "adiestran" a otras personas, que modifican su manera de ser hasta convertirlas en lo que quieran que sean, bien porque creen que se trata del modelo de personas que deben llegar a ser bien por mera maldad, crueldad o ignorancia. ¿Hay personas menos humanas que muchos animales?
No, yo creo que no hay ningún animal humano y que no hay ninguna persona no humana. El decir que la gente que actúa por mera maldad, crueldad o ignorancia no es humana o es menos humana es quitarles responsabilidad y estamos, de alguna manera, justificándolas. No, son personas igualmente humanas pero son crueles, tienen maldad o son ignorantes; una cosa no quita la otra. Los animales no son humanos, con lo cual no tienen maldad, no son ignorantes porque, bueno, no tienen la posibilidad ni la facultad de ser lo contrario, y yo creo que no son crueles. Yo creo que no hay ningún animal que mate por maldad ni por crueldad, yo no lo he visto, por lo menos; quizá lo hay, pero yo desde luego no lo he visto ni lo conozco. Los animales son muy animales, los humanos son muy humanos y que siga así, ojalá que siga así. Muchas veces digo de mí mismo que soy muy animal en el sentido de que soy muy primario en muchas cosas. No sé si los animales son muy primarios, son animales. No podemos hablar de los animales desde el parámetro de lo humano porque entonces estamos juzgando, estamos calificando, cosa que no hacen ellos. Me parece complicado, me parece una pregunta compleja sobre todo porque entra dentro del ámbito de la filosofía y aquí podríamos extendernos muchísimo.
Escribe sobre personajes heridos, tarados por el pasado, rotos en ocasiones pero no desde un punto de vista tremendista, sino más bien transmitiendo la idea de que esto es lo que pasa en la vida, en todas las vidas; que la vida mancha y que nadie estamos libres de quedar marcados por algún episodio de ella. ¿Es una visión optimista o pesimista la que podemos encontrar en sus novelas?
Yo creo que es una visión muy optimista. Me encanta, me encanta ser optimista con las cosas, aunque no sé si optimista es la palabra… Me encanta ser positivo en la visión de lo humano, en la visión de la condición humana. Podemos estar manchados por la vida, podemos estar heridos por la vida, pero eso no nos hace menos nada ni nos hace más nada, nos hace más vividos, o nos hace más heridos, pero es el juego de la vida: hay que estar roto en algún momento para estar entero en otro, hay que estar herido para estar curado, hay que estar vivo para poder morir. No es más, no tiene mucho misterio esto. Creo que simplemente juego con lo que tengo y lo que tengo es la vida y la muerte, no es más. Y entre la vida y la muerte (que es lo tremendo) existe toda una serie de tonos, tonalidades, colores… que voy combinando para crear y forjar personajes y contar la vida de mis personajes. Pero no es más, no hay ni optimismo ni pesimismo, hay mucho juego y hay mucho cariño; tengo mucho cariño a mis personajes, los quiero mucho, quiero mucho sus vidas, me gusta mucho implicarme, estoy dentro todo el rato… Soy ellos, con lo cual siempre hay una parte o un tono más positivo porque están vivos. Siempre.
Otra de las características de sus obras es la mezcla de humor y drama. Usted logra que nos riamos mientras se nos caen las lágrimas. ¿Son sus novelas como la vida misma, mezcla de dolor y placer, de alegría y de tristeza?
Sí. Quisiera pensar que sí. Me gusta pensar que hay sonrisas, risas y lágrimas… y no hay más: esto es lo que somos. Hay que vivirlo todo y hay que vivirlo intensamente porque no pasa nada más allá que eso. Lo único que puede pasar más allá de eso es que dejemos de vivir y eso creo que es muy difícil de asumir… hasta que debe dejar de ser difícil de asumirlo. No lo sé. Espero que llegue un momento en que sí podamos hablar de "nos vamos a morir", de esa frase, sin darle más peso del que realmente tiene porque yo creo que no tiene tanto peso: estamos viviendo, vamos a morir y así este es el resumen de una vida, no es más. Y a partir de ahí hay que mezclar muchas cosas, hay que encontrar colores nuevos, hay que encontrar músicas nuevas, hay que pasar esto, hay que pasar por aquí, da igual si dejando huella o no, da igual, eso no es lo importante. Lo importante es que durante el tiempo que estemos aquí sintamos cosas y disfrutemos de todo lo que nos llega y de todo aquello lo que podamos tener acceso. Lo bonito de la vida es poder crear tu propia aventura y vivirla como tal.
El final de "Una madre" no hacía sospechar que pudiéramos tener más Amalia, Fer, Silvia y Emma… ¿Dejamos abierta la puerta a la esperanza de reencontrarlos nuevamente en el futuro con ellos?
Por supuesto, siempre. Yo creo que Amalia, Fer, Emma, Silvia… esta familia ha llegado para quedarse. No sé durante cuánto tiempo más, no tengo ni idea. Quizá se quedarán en mí y no saldrán como novela sino como otra cosa, no sé, con otro formato, o quizá haya más novela, haya más historia… Quizá no sólo una, quizá esta sea la gran obra de mi vida, no lo sé, no estoy seguro. Sé que siguen conmigo, están conmigo, mucho y muy presentes, mucho más que con "Una madre", con lo cual, si con "Una madre" tuve que escribir "Un perro" porque me habitaban de esa manera, yo creo que ahora que me habitan el doble habrá más; en algún momento, habrá más. No sé si lo siguiente que haga tendrá relación con ellos o si llegarán dentro de dos o tres obras más y antes habrá cosas totalmente distintas, no lo sé; pero, de momento, han llegado para quedarse.