Anika entre libros

Entrevista a William C. Gordon por "El rey de los bajos fondos"

"Si la gente marginal, si la gente pequeña, se junta, hay poder, y ésa es la idea"

Firma y fotos: Pilar Alonso / Marzo 2008

 

William C. Gordon, abogado, ex-propietario de un bar, antiguo oficial del ejército norteamericano y esposo de Isabel Allende, nos recibió en su hotel para charlar sobre su nueva novela: El rey de los bajos fondos, que retoma algunos personajes de su primer trabajo: Duelo en Chinatown, un homenaje a la novela negra y a su ciudad, San Francisco.

William C. Gordon es, aunque se niegue a reconocerlo, una especie de Robin Hood moderno, un hombre de profundas convicciones, un luchador de sonrisa contagiosa y, como pudimos comprobar, gran amante de los sombreros.

 

ENTREVISTA

 

¿Por qué se decidió por la novela policíaca y no por cualquier otro género? La novela está ambientada a finales de 1961 y principios de 1962. ¿Por qué precisamente en esos años?

La verdad es que cuando empecé a escribir, primero, cuando conocí a Isabel Allende, mi esposa, estaba para escribir El Plan Infinito, que es la historia de mi vida, que al final escribió ella. Cuando tenía 60 había escrito una novela sobre un enano pervertido y me dijo que no se podía publicar, que a ninguna mujer le gustaría eso y que aparecía un abogado en el libro que vestía trajes italianos y corbatas de seda, pero el abogado es una fantasía mía porque yo representaba a todos los pobres, me vestía como podía y tenía agujeros en los bolsillos, se me caía el dinero e iba a todas partes en auto-stop, no tenía nada, representaba a la gente más humilde del planeta.

Entonces me dijo: por qué no te dedicas a una cosa que sabes bien, que es la abogacía y cosas de forense, que yo nomás leo libro de esos por curiosidad. Y dije bueno, y escribí un cuento sobre un artículo que había leído en el New York Times hacía 45 años, que era de un tipo que encontraron en un banco de New York, desmayado, vestido con un smoking. Lo llevaron al hospital y se dieron cuenta de que estaba muy enfermo, era un vagabundo que vivía en las cloacas de New York y robaba invitaciones a eventos sociales en una imprenta y esa comida tan rica era todo lo que comía. El cuento se llama "Todo lo que se puede comer", en inglés "All you can eat", que está en mi website, un cuento completo, y lo pasé a unos amigos y a Isabel y me dijeron que estaba mejor que la novela que había escrito del enano.

Pero mi agente, Gloria Gutiérrez, me dijo que no, que eso no era cierto, que la verdad era que tenía muchas historias en esa novela que había escrito, que era tan pesada que no se la podía levantar de la mesa de tanto que tenía y que yo debía separarlo todo y darle respiro. Y dije bueno, voy a luchar. Empecé Duelo en Chinatown y traté de hacer un misterio en los años 60, porque no quería que el protagonista tuviera teléfono móvil ni computadora, ni nada.

Además, todos los escritores interesantes que yo había leído eran de esa época: Raymond Chandler y el más importante Earl Stanley Gardner, que era el jefe de ese género y todos los demás, todos los viejos escritores esos, lo leían a él y trataban de imitar el suspense que él creaba en sus libros. Yo admiraba mucho esa época, por eso empecé así.

 

¿Qué autores han influenciado a Willi Gordon a la hora de escribir novela policíaca? En El rey de los bajos fondos fondos menciona a Earl Stanley Gardner (el creador de Perry Mason).

Mi favorito de todos es naturalmente Chaucer, un gran contandor de historias y luego William Sommerset Maughan, otro gran contador de historias que me encanta. Por supuesto Stanley Gardner y Sir Conan Doyle.

Pero yo soy muy ecléctico en lo que leo, leo mucho sobre historia, y después de escribir Duelo en Chinatown empecé a leer a varios escritores modernos de detectives y he encontrado varios que me interesan.

 

Una parte de la historia transcurre en la ciudad de París, a la que Willi Gordon parece conocer bien.

Sí, la conozco bien y además en mi primer libro creé una, para mí, fantástica historia de amor, no sé de dónde salió y todavía la tengo en la cabeza y me gustaría que esa historia saliera y he tratado de meterla en cada libro que he escrito desde entonces pero no logra encajar.

Cuando estaba en París viajando también era pobre como un ratón y vivía con un dólar al día y en los lugares más feos que te puedas imaginar, y yo imaginaba lo que me gustaría que fuera, y eso nomás, es un homenaje a París y a Francia como yo quisiera que hubiera sido para mí y que no fue.

 

Como abogado imagino que la parte del juicio es la que le ha resultado más fácil de escribir.

Sí, muy fácil. En todas las cosas forenses, porque las estudié por curiosidad, y en las cosas de la Corte, no hay ningún problema.

 

¿Han variado mucho los procesos judiciales desde entonces?

Sí, mucho. Antes, en los años 60, yo podía tratar cinco casos en una semana, casos pequeños; ahora, si tengo un caso, ahora ya no, pero el último caso que tuve me duró diez años. Me echaron de la Corte tres veces y apelé, y eran tan mentirosos en esta compañía grande que me inundaron de papeles. Yo estaba solo, tenía cinco abogados contra mí y estaba peleando como un gato día y noche y la guerra de la computadora aumentó la guerra del papel mil veces.

Y luego la ley se puso mucho más conservadora y la derecha se metió en el gobierno y jodieron a todo, especialmente la economía se puso mal y el mexicano pobrecito estaba fuera del todo y le echaban la culpa a él, que no se podía defender. Y yo los defendía, pero los últimos años estaba gastando cientos de miles de dólares de mi propio dinero tratando de resolver estos casos por toda California, pero lo hice buscando justicia social para la gente que no se podía defender. Y francamente casi me deprimí, porque perdí mi voz, cuando sacaba dinero el tipo se iba a México a comprarse su rancho, su farmacia... y yo me quedaba a cero y luego otra cosa mucho más complicada, porque cuando no sacaban nada se enojaban conmigo y luego metían juicio contra el abogado. *

* Estos detalles y la lucha de su marido por el caso los cuenta también Isabel Allende en su libro "La Suma de los Días"

 

El hecho de haber sido propietario de un bar supongo que le habrá servido para perfilar el escenario del Camelot, donde trabajan Melba y Blanche y donde tienen lugar casi todas las reuniones entre el abogado y el periodista. ¿Refleja en esos pasajes algo de su propia experiencia al frente de un negocio de ese tipo?

Melba es el secreto, porque a esa persona no le he cambiado ni un pelo del cabello. Melba es un personaje real. Mira, un cubano, cuando yo era abogado, mucho más joven, un cubano marinero me vino y me pidió que le ayudara. Y la regla de un abogado es nunca hacer negocios con tus clientes, especialmente con dinero, pero yo le presté 6.000 dólares para elreydelosbajosfondos-portadaque abriera su bar, pero luego se metió en la droga, tuvo problemas con la ley, trató de fugarse y de vender el bar bajo mano, pero no se puede, porque hay muchas leyes que controlan eso. Yo era abogado, no iba a llevar un bar, y menos donde estaba, y entonces hablé con un amigo y me dijo que tenía una amiga que era mesera, un poco borracha, tal vez prostituta, pero buena gente. "Te va a gustar", me dijo, habla con ella. Hablé con ella, y tenía voz de marinero, siempre fumando y tomando (risas), y entonces yo le dije: mira, este es el trato, yo te doy la mitad de este bar, lo pongo a tu nombre, nomás págame 500 dólares al mes, no quiero nada más, todo lo demás es tuyo. Ella se metió allí, se quedó por 25 años, y fue la mejor inversión de mi vida. Luego lo vendimos cuando ella se enfermó y ya no pudo, y recibí otro dinero.

También me pasaba por allí y Melba me cobraba por los tragos, un whisky terrible, y yo hablaba con los borrachos, pero ella es el personaje, que era delicioso, y cuando empecé a escribir naturalmente quería celebrarlo un poco, lo puse un poco de fondo, pero valía mucho más Melba que cualquier otro.

 

El libro está dedicado a Isabel Allende y ésta es una pregunta casi obligada. ¿Cómo ha influido su esposa a la hora de decidir dedicarse a la escritura? ¿Representa una ventaja o un inconveniente ser "el marido de"?

Ningún inconveniente. Primero, cuando yo me junté con Isabel, hace más de 20 años, ella dice que yo era un desastre, que yo no sé si es cierto (más risas). Pero ella me dio una vida, me dio orden, y me empezó a hablar de todas las cosas que estaba haciendo y me di cuenta casi de inmediato de que las escenas que ella me consultaba las podía visualizar en color y me sorprendió, porque era justo lo que yo hacía con mis casos: yo veía el caso y le decía a mi cliente sí o no dependiendo de si yo podía realizar en mi imaginación cómo pasaría el caso y me di cuenta de que cuando ella me estaba hablando de la escena, si funcionaba o no, era como si estuviera hablando de un caso que estuviera manejando yo, y dije ¿es la misma cosa? ¿el artista hace lo mismo que el abogado? Y me di cuenta de que el don era el mismo y que yo lo tenía, y como siempre había querido ser pintor, desde joven, porque mi padre era escritor y artista, estaba feliz porque sabía que no era un sueño inútil, que había posibilidades.

Otra cosa muy importante: para ser abogado yo estudié con dos o tres maestros increíbles, ellos me enseñaron el arte de ser abogado y aquí tengo a la maestra más importante casi en el mundo de escritora, que es mi maestra.

 

En su novela nos encontramos a policías italianos, trabajadores mexicanos, comerciantes chinos y una comunidad de armenios que, a juzgar por la novela, son fácilmente reconocibles... ¿era ya San Francisco a principios de los 60 tan multicultural como parece?

Sí, sí, mucho. Estados Unidos, en las ciudades grandes, todo son mezclas de mucha gente de muchas partes. Por ejemplo, la primera cosa que me faltaba cuando yo salía de San Francisco eran los olores, porque estaba acostumbrado a la comida china y a la comida mexicana, todo mezclado en el aire, en un lugar cerca de Chinatown donde te llegan todos los olores y no sabes por qué comida decidirte, y siempre ha sido así. Es la historia del nuevo mundo.

 

En la novela aparece la siguiente frase: "Se hizo rico haciendo algo que nadie más quería hacer y cuando se hizo rico, todos querían hacer lo que él estaba haciendo". ¿Cree que es un signo de nuestro tiempo?

Bueno, El rey de los bajos fondos tiene ese título por un artículo que yo leí en Los Angeles Times hace 25 años. El artículo hablaba de una batalla en Palm Springs entre los mexicanos y los negros a ver quién iba a ganar la concesión para limpiar las botas de los ricos, quién iba a ser "el rey de los bajos fondos" y la historia de los Estados Unidos es exactamente igual, primero viene el irlandés y tiene que hacer el trabajo más asqueroso y batalló con el negro o con el italiano, y esta batalla existe siempre.

Tres días antes de que viniera Christopher Hitchiens para hablar con Isabel de su libro La casa de los espíritus, porque él había escrito una crítica cuando recién había salido en inglés, 25 años antes, yo leí un artículo acerca de Point Molate, donde sucede la trama, donde una compañía de petróleo había abandonado una refinería en ese lugar y la tierra estaba tan contaminada que era totalmente tóxica y unos empresarios hicieron una petición al condado de Contra Costa para proponer condominios ahí, y para resolver el problema de la polución iban a hacer pozos profundos, varios, y luego con unos ventiladores sacarían el humo y yo dije: "eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida". Entonces vino Hitchiens con su mujer, que es americana y yo le conté esa historia y ella me dijo que en Los Ángeles los armenios se metieron en los vertederos tóxicos porque nadie más lo quería hacer y se hicieron riquísimos, porque al fin y al cabo era necesario que todo fuera a parar ahí, y es cierto.

Y de ahí viene toda la idea, que no es sólo con los armenios, es así en todo Estados Unidos y en todas partes. Todos los temas son universales, no pertenecen sólo a San Francisco

 

Algo que me ha llamado especialmente la atención ha sido la "amistad" entre el periodista, el abogado y el policía, intercambiándose información e incluso ayudándose. Con la mala fama que siempre ha tenido la prensa en este tipo de novelas, no ha dejado de sorprenderme. ¿Es un modo de desmitificar lo "tiburones" o insensibles que pueden llegar a ser o en aquella época la prensa carecía del poder que ahora ostenta?

Es mi punto de vista, no sé si la realidad es así. Yo podía tener al abogado con el traje italiano y quería tener un vago que iba subiendo poco a poco en la sociedad, que no podía hacer nada solo porque era, no quiero decir un incompetente, pero casi, y entonces necesita extender la mano para pedir ayuda en todas partes, y son cuestiones de humanidad.

Si la gente marginal, si la gente pequeña, se junta, hay poder, y esa es la idea. Este personaje, me han preguntado mucho, no es de la típica novela de detectives moderna porque no tienes el duro que va por aquí y por allá, pero yo no estaba buscando eso, buscaba ese toque de humanidad, que lo tienen todos, los buenos, y también algunos de los malos.

 

En la novela se comenta que el Tuerto obtuvo el título de abogado gracias a las ayudas que daban a los soldados para educarse finalizado el servicio, en este caso la guerra de Corea. ¿Era una práctica común que muchos soldados licenciados aprovecharan dichas ayudas para obtener un título universitario? ¿Siguen existiendo ese tipo de subvenciones?

Sí, cambió los Estados Unidos, si no fuera por eso no tendríamos una clase media tan amplia. Después de la Segunda Guerra Mundial todos los veteranos de guerra tienen esa ayuda, hasta en la actualidad. Es la base de la clase media desde entonces.

 

En un momento dado el detective Bernardi responde, ante la petición de información de Samuel, el periodista, que "cualquier cosa que me digan estará en el informe policial y eso está a disposición del público". Me ha resultado curioso que no existiera algún tipo de secreto de sumario mientras se llevaba a cabo la investigación.

Era público sólo para las partes, Samuel tiene acceso porque tiene al abogado a su lado. No era público para cualquiera.

 

Samuel le dice a su fotógrafo: "No sé cómo puedes darte el lujo de tener coche en San Francisco". ¿Por qué en 1961 representaba un lujo poseer automóvil propio?

Sí, porque no había dinero. Además, Samuel especialmente, tuvo un accidente en el que casi mató a una niña en Duelo en Chinatown y no podía manejar (conducir) y, lo más importante, no hay dónde estacionar, ya no lo había entonces. San Francisco es una península y no hay espacio para todo.

 

En la obra parece que las demandas por lesiones debido a la manipulación de productos químicos comienzan a popularizarse en esos años. ¿Asistimos al inicio de la concienciación ecológica?

Sí, saqué la idea porque yo estaba en la Corte un día y vi el juicio de unos señores jóvenes que se habían vuelto estériles por haber trabajado con productos químicos y había un escándalo, porque era una compañía grande que estaba tratando de esconderlo, no era común, pero el problema ya existía entonces.

Yo soy muy sensible ante esto, porque representaba a trabajadores mexicanos que trabajaban en el campo y se envenenaban con los fertilizantes y todas las cosas químicas que les echaban a las plantas. Podía perder un caso en el Valle Central pero no en la apelación, y regresaba y perdía y regresaba... porque el sistema estaba a favor de los empresarios grandes, pero la ley estaba de parte del trabajador, y no había duda, pero no existía la ciencia para probar que estas cosas afectaban tanto a la gente, aunque el problema existía ya mucho antes.

 

Resulta casi increíble que el Tuerto tuviera tanta prisa por condenar a los mexicanos pese a saber que había dudas en cuanto a la autoría del asesinato. ¿Un modo de obtener rápidamente un ascenso o hay algún punto de xenofobia en su actitud?

Ambas cosas. Era cosa de la ambición del hombre: yo tengo que ganar, y si fuera mi madre la que dejó la huella digital, a la cárcel con ella, porque yo voy a ganar, así son los fiscales, no les importa. El que ha cruzado la línea, paga, aunque no esté muy claro.

En Texas, existe el dicho de que "es mucho más difícil condenar a un inocente que a un culpable, pero me da mucho más gusto". Porque han hecho algo mucho más difícil, pero no les importa, porque para ellos es un récord: gané, gané, gané... En Texas es terrible, siempre contra el hombre pobre.

 

El genocidio de los armenios, considerado el primero de la Era Moderna, aparece explicado a grandes rasgos en El rey de los bajos fondos y tiene un papel fundamental en el desarrollo de la trama. ¿Cómo se enfrente uno a sucesos tan terribles a la hora de escribir?

No sé si uno puede llegar a entenderlo en su totalidad. La injusticia está todo el tiempo en el aire.

Pero fue el escenario, porque los turcos están atacando a los armenios y uno está tratando la idea de la traición de una gente a su propia gente, entre medio de esta cosa horrible, está pasando otra cosa horrible: que el ser humano está traicionando a su propia gente.

No puedes imaginar lo mal que ha tratado el americano a los indios americanos, no puedes imaginar el maltrato a los mexicanos. Cuando yo era chico vivía en Los Ángeles, en el barrio mexicano, y acusaron a cinco mexicanos y a un gringo de haber violado a una mujer y en realidad fueron unos marineros de un barco americano, pero tan furiosa estaba la gente que condenaron a estos tipos y pasaron muchos años en la cárcel hasta que se probó que no habían sido ellos.

Y esa idea está en el aire, pero yo no quería que fueran los turcos, sino los armenios contra los armenios, la idea tribal. La idea de la venganza, de las familias que vengan la muerte de sus parientes.

 

Comenta en su obra que en 1961 se habían publicado varios artículos en periódicos de San Francisco sobre el problema del alcoholismo entre mujeres solas ¿Es algo con lo que se encontraba a menudo en su etapa como propietario de un bar?

En San Francisco había muchas mujeres solas trabajando en las oficinas y es una ciudad deprimente, porque de noche está oscuro, hay mucha neblina y es muy triste. Era un problema muy extendido, quizás desde que comenzaron a trabajar durante la Guerra.

 

El abogado Janak le envía a Lucine, a Francia, Veinte poemas de amor de Neruda. ¿Por qué el autor ha elegido precisamente ese libro de poemas? ¿Era el chileno un autor reconocido en Estados Unidos en aquella época?

Sí, Neruda era muy conocido. Y Veinte poemas de amor, fue un poco para joder (risas).

 

El rey de los bajos fondos es la segunda novela sobre detectives que publica. ¿Habrá una tercera? ¿Puede adelantarnos algo?

Sí, ya te hablé del enano pervertido, que regresa, al fin. Será la tercera, también de detectives y también con Samuel y Bernardi. Bernardi se irá a San Francisco y se juntará con Vanesa. Un detective muy famoso de San francisco se muere, él lo reemplaza y así comienza la historia.

 

Muchas gracias y mucha suerte.

Gracias a ti por la entrevista.

 

ver + William C. Gordon

 

¿Te ha gustado? Compártelo:

Comentarios de los lectores:

Publicidad
Anika entre libros
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura
Ministerio de cultura

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información X Cerrar