Anika entre libros

Entrevista a Silvia Miguens por "Isabel II de Borbón"

"No puedo dejar de mirar a Isabel antes que nada como mujer. Una niña devenida en reina a la fuerza, por mandato paterno, casada a la fuerza o sea ‘violada’, a mi entender, en cada uno de sus sentimientos y en cada etapa de su vida"

Firma: Pilar Alonso Márquez / Fotos: autora / Marzo 2008

 

Silvia Miguens nació en Buenos Aires. Ha publicado novelas cuyas protagonistas son grandes mujeres, participado en congresos internacionales de Género, Literatura e Historia y dictado conferencias, talleres y seminarios en universidades de Argentina y Colombia. Ha recibido varios premios literarios, entre ellos el Ricardo Rojas a su novela Lupe.

Tras el éxito de Catalina la Grande, el poder de la lujuria, nos presenta ahora la historia de otra controvertida mujer: ISABEL II DE BORBÓN.

 

 

ENTREVISTA

 

Después de Catalina la Grande, Isabel II. Dos mujeres de armas tomar a las que la historia no ha tratado muy bien. ¿Cómo surgió la idea de escribir sobre Isabel II?

Me daba mucha curiosidad saber qué había pasado después del controvertido reinado de Fernando VII, que pudo hacer su hija con el empecinamiento paterno. Intentar comprender cómo fue la carga afectiva y política que le quedó de un padre que al mismo tiempo había sido motivo de tanta controversia, manipulado por Napoleón y al mismo tiempo, en nombre de Fernando la manipulación que se hizo de nuestra propia historia, me refiero a la historia de los argentinos en momentos de la Independencia. Sin embargo, finalmente otra vez me dejé llevar más por la carga afectiva, o mejor dicho desafectivizada, en torno a la pobre Isabel y la condición de la mujer.

 

¿Qué paralelismos, además de los evidentes, has encontrado entre ambas figuras?

Bueno no sé a qué te refieres con 'los evidentes'. Para mí, lo evidente o lo que más me perturba y llama la atención es el doble sometimiento que padecían primeros como princesas casaderas, por eso no puedo evitar verlas como puros objetos sexuales cuya vida se manipula y relaciona en torno a la política y el poder de los intereses de turno. No olvides, que es la visión des una argentina, nacida y criada en Buenos Aires, que no tiene ni tendrá nunca el arraigo, consideración o el concepto de la realeza. Las veo como mujeres que fueron objetos de una absoluta manipulación desde las propias entrañas de su madre, madre con la que en general durante su breve infancia no tenían demasiada relación. Amamantadas por otras mujeres, criadas por otras mujeres y peor aun, bajo la regencia de otros. En el caso de Isabel, por los mismos hombres con los cuales 'se insinúa' que luego tuvo a alguno o varios de sus niños.

Parece, por lo investigado, que ha sido mucho peor en el caso de Isabel que en el caso de Catalina. Por lo menos esa es mi impresión… porque a sabiendas de la homosexualidad de su primo se la obliga a casar, por lo tanto también se le elegiría cómo y con quién debía parir sus hijos. Además de esa lucha de poderes, la carga de ser el centro de una larga guerra entre cristinos y carlistas. Me parece una historia muy cruel para una niña para empezar y luego para una mujer que debe haber sentido un gran amor-odio hacia sus padres.

 

La novela está muy bien documentada, hasta en los detalles, como el del funcionario de correos de Talavera de la Reina que lanza el primer ¡Viva Don Carlos!. Siendo como fue un período tan convulso y tan rico en personajes y acontecimientos ¿Te ha resultado muy ardua la labor de investigación y selección?

Me provocó y aún hoy, mucho compromiso. Primero, repito, porque no puedo dejar de mirar a Isabel antes que nada como mujer. Una niña devenida en reina a la fuerza, por mandato paterno, casada a la fuerza o sea 'violada', a mi entender, en cada uno de sus sentimientos y en cada etapa de su vida… y luego, como si esto fuera poco, la infinidad de críticas acerca de su persona y en su entorno… más el largo exilio, que debe haber sido una gran liberación sin dudas. Todos estos sentimientos, me afectó en la lectura de cada uno de los libros que llegaban a mis manos. Por suerte fueron libros no solo escritos por historiadores sino por novelistas, en muchos casos… o sea por otros que como yo podían hacer una lectura diferente de la historia, menos comprometida con documentos y cuestiones políticas.

Tuve acceso a una serie de libros escritos casi en la misma época o poco después de algunos de los acontecimientos, que llegaron a mi mano de manera bastante curiosa, de manos de un señor, biznieto de otro personaje acerca de la cual acababa de escribir, una baronesa de Cádiz, criada en Cuba que desde el 1868 vivió en Argentina. Este señor, su biznieto tenía libros sobre Isabel y María Eugenia de Montijo… esto me dio ciertos elementos cotidianos con los cuales ambientar la época y ciertos datos que no es fácil encontrar en libros de historia o que exigirían una mayor investigación imposible de lograr desde Buenos Aires. El desarrollo y el material necesario de toda novela tiene al fin cierto encuadre mágico e inesperado.

 

Todos los capítulos se inician con unos versos de Bécquer, poeta que conoció a la monarca. Teniendo en cuenta que la reina se sintió traicionada por el poeta, ¿por qué precisamente sus versos?

Para los argentinos, Bécquer es uno de los más respetados poetas y relacionado con nuestro período de adolescencia, o sea el de mayor romanticismo. Saber o descubrir entonces que él había trabajado como sensor en la Corte y luego la traición o la lectura burlona de la historia de Isabel, me pareció muy cruel… me sentí yo misma traicionada por él.

Sin embargo, al mismo tiempo me pareció muy revolucionario para su época y curiosa su muerte y la de su hermano, aunque por enfermedad según la historia, pero poco después de ser editado su libro Los Borbones en Pelotas… pero no podía dejar de pensar del romanticismo de sus palabras en otros momentos… siento que algo más debe haber existido… me pareció interesante, como licencia de novela, que tuvieran un encuentro más cercano. Para resaltar aún más la traición. Considero que el encuentro entre ellos debe haber existido, seguramente distinto al que yo imaginé, imposible saber cómo fue… pero si trabajó para la Corona y escribió todo aquello algo sucedió con él. Creo.

  

La Pragmática Sanción que abolía la Ley Sálica de Felipe V se publicó antes del nacimiento de Isabel. Imagino que Fernando VII, teniendo en cuenta sus tres matrimonios anteriores sin descendencia, quiso asegurar el trono para su heredero, fuese hombre o mujer. Se publicó, se derogó, volvió a firmarse... ¿Crees que el rey era consciente de lo que iba a suponer para su hija esa Pragmática?

Al principio pensé que Fernando solo quería perpetuar su reinado o su propia descendencia. Sin embargo él mismo escribió y firmó su voluntad de que Isabel contrajera matrimonio con su primo hermano. Repito, tal vez son cosas frecuentes dentro de la realeza, por lo menos por aquellos tiempos, para mí todo esto resulta coercitivo y espantoso. Para colmo, cuando escribo, llega un momento que no puedo evitar compenetrarme con el personaje… es como si las cosas me sucedieran a mí, pierdo la perspectiva, me imaginaba a mi propio padre obligándome a semejantes propósitos, no ví nada bueno o nada inconsciente en esa decisión que, por otro lado, le causó a Fernando VII tanta pelea y hasta su propia salud.

 

Isabel, en el exilio, conoció a personajes de la talla de Mérimée, Flaubert, George Sand... en reuniones de las que habla con placer. También mencionas a Alejandro Dumas, tanto padre como hijo, que la reina ya había conocido en España, además de a Bécquer, Galdós... Me hace pensar en una Isabel con inquietudes artísticas.

Se me hace imposible imaginarla sobre todo en su etapa parisina, en otro ambiente, no te olvides que los primeros tiempos por lo menos vive en Palacio con María Eugenia, que sí tenía contacto con todos ellos. No concibo ademas otro París que el de las inquietudes artísticas. Creo que los intelectuales, algunos por convicción otros por conveniencia tendrían fácil acceso a estas reuniones, y que justamente por la misma conveniencia o convicciones la realeza, más allá de sus inquietudes, isabel2deborbon-portadabuscaría frecuentarlos o contar con su presencia en su entorno y reuniones.

 

"Cómo será no ser reina, me he preguntado siempre" dice Isabel en tu novela. Imagino que esa reflexión se la habrán hecho muchos monarcas a lo largo de la historia, aunque en este caso, supongo, con mayor motivo.

Es justamente lo opuesto pero con igual significado, a mi propio sentimiento escribiendo la novela, ¿Cómo sera ser reina?. Esto de nacer con todos los ojos puestos en cada uno de nuestros movimientos. Y sí, en el caso de Isabel, no puedo imaginar otra pregunta en su boca cada mañana de su vida. La falta de libertad y ese vivir como si se tuviera todo al alcance de la mano y al mismo tiempo no tener nada, ni una sola decisión o elección propia… ni un solo capricho de niño en la infancia… no sé, es raro de pensar.

 

Luzmarina, la protegida de O'Donnell y compañera de Isabel II, ¿es un personaje de ficción? ¿Cómo surgió?

Quise ofrecerle a Isabel, a modo de regalo personal, alguien con quien jugar, con quien compartir comentarios más personales, una personita ajena a su entorno real y Real. Alguien así como un personaje de ensueño. Claro que es un personaje de ficción, pero tal vez, sino fue Luzmarina, haya tenido alguien por el estilo, ojalá así haya sido… y en ese caso, me pareció reparatorio que le llegase bajo la idea de su madre… para humanizar un poco a María Cristina que me resultó demasiado ajena a sus hijas. Alguien que pudiera haberle humanizado parte de sus días y hacerle creer que algo de libertad era posible también para ella.

Por otro lado, no imagino a O'Donnell o a Narváez, ya que ambos estuvieron en Cuba como gobernadores, sin traerse a una o un protegido, supongo que esto estaría dentro de lo posible. Me parecía que un personaje como Luzmarina, podría representar libertad y alegría en el entorno íntimo de Isabel, además con gran naturaliadad para transmitir esos sentimientos.

 

En tu novela nos presentas a una María Cristina más preocupada por, como tú llamas, sus hijos "muñoces" que por los habidos con Fernando VII: Isabel y Luisa Fernanda. Ese desamparo sin duda moldeó el carácter de la propia Isabel.

No puede concebir demasiado esa idea, pero según los historiadores fue así. No cabe duda que la misma María Cristina, ya había sido obligada a casarse con el compromiso o el deber concebir los herederos que Fernando no había logrado en sus anteriores matrimonios. Por lo tanto, María Cristina tampoco tuvo libertad de amor con respecto, no solo a la concepción sino a la crianza de sus hijas. Su regencia no duró demasiado y fue muy complicada hasta que fue forzada a irse… por lo tanto una vez lejos, era evidente que los 'muñoces' habrán sido más cercanos como hijos para ella, por lo menos, 'al parecer', producto del amor. Claro que más tarde ni ella ni Muñoz, cesaron en su intento de recuperar el poder. Nadie se quedaba atrás por esos días, era una lucha sin tregua…

 

Isabel II comenta que salía a escondidas vestida como Luzmarina para deambular por la ciudad como una mujer libre, e incluso la vemos asistir a un mitin. ¿Son hechos reales? ¿Dónde acaba la realidad y comienza la ficción en tu novela?

Es imposible saber en el día a día, en lo cotidiano, cuál es la verdad. Creo que en la realidad todo es posible y sabemos que en muchos casos supera la ficción. Tal vez no sea real que se escapaba vestida como Luzmarina o que presenció ese mitin, pero no tengo dudas que cuantas veces pudo, escapó del encierro y las mentiras de Palacio con intenciones de saber qué era lo que se vivía fuera, cómo era ese mundo al que nunca tendría derecho.

 

En el libro mencionas un affaire con un tal Enrico, uno de los muchos amantes de la soberana, supongo que te refieres a Enrico Caruso. ¿Se sabe cuántos amantes tuvo en realidad y cuántos fueron obra de las malas lenguas?

Entre los tantos comentarios acerca de Isabel leí del probablemente affaire con un cantante de ópera... pero no encontré datos del nombre ni la circunstancia, por lo tanto elegí el nombre de Enrico por Caruso, sí, porque para mí era lo más representativo dentro de la ópera, sin embargo podría ser otro Enrico.

Una vez más, insisto, que en este juego de ficción y realidad tampoco podríamos asegurar que ese romance no haya sido de ese modo o por lo menos verosímil. Ese es el tipo de juego que el narrador establece con el lector, una convención tácita al amparo de la narrativa histórica.

Por lo demás, no se sabe a ciencia cierta cuántos o quienes han sido sus amantes, imposible saberlo más allá de los chimentos. Pero sí se sabe de por lo menos una docena de embarazos… da para pensar que los amantes deben haber sido varios, o tal vez uno solo muy apasionado que sin dudas no fue su marido.

 

En varias ocasiones aparecen el padre Claret, confesor de la reina, y sor Patrocionio, la Monja de las Llagas. ¿Qué influencia crees que tuvieron estos dos personajes en la vida de la reina?

Los dos tenían mucho poder en la Corte, por lo tanto directa o indirectamente podrían manejar los hilos de las tantas intrigas. Pues como confesor uno y consejera la otra sin dudas influenciaban en la influenciable Isabel y en su entorno.

 

Imagino que te habrá resultado muy estimulante escribir sobre un personaje tan carismático como Isabel II. ¿Cuánto hay de la autora en la novela?

Donde pude mezclarme con el personaje o intercambiar personalidades, fue justamente en sus escapadas y sus actos de rebeldía… en esa lucha interna entre lo que se supone que debía ser, o le imponían, y lo que realmente era, o intentaba ser.

Tanto en el caso de Isabel como en el de Catalina, me fue imposible ubicarme más allá de su condición de mujer tratando de rebelarse en su entorno. Por lo tanto, donde más puse de mí, es en la rebeldía y en esa capacidad de soñar en medio de la adversidad; la de ellas, la adversidad de la vida en la Corte. En mi caso en cuanto a la realidad cotidiana no menos adversa, aún hoy, para toda mujer.

 

Catalina la Grande, Isabel II... ¿alguna otra gran mujer para tu próximo trabajo?

No solo en estos dos casos, sino que todas las novelas escritas fueron en relación a la condición de la mujer en la historia, tal vez por esto, pese a que parezca no estar de acuerdo con la postura de Fernando VII, que lanzó su hija al ruedo siendo una niña y más allá de los resultados, creo que sin saber qué significaría la Pragmática Sanción para su hija, a su modo, Fernando colaboró con esta lucha de las mujeres.

Estoy investigando acerca de las mujeres anarquistas que llegaron a Buenos Aires a comienzos del siglo XX y cambiaron la historia en relación a derechos de la mujer. Es muy interesante la trayectoria y labor de estas mujeres… de todos modos aún no sé cómo encarar el proyecto. En realidad, algo de esto sugerí en La Baronesa del Tango, editada en el 2006 por Editorial Sudamericana. Pero en ese caso son personajes de ficción en su totalidad, quisiera tomar alguna o algunas reales en particular emigradas de España y de Italia. Será un largo proceso.

Ahora, en realidad, escribo la primera novela donde el personaje central es un hombre: Alejandro I, nieto de Catalina de Rusia, el único al que la zarina pudo educar y criar. Es un personaje interesante justamente por su cercanía nada menos que a Catalina La Grande, porque en este caso es una mujer la que carga desde la cuna a un niño con la responsabilidad de continuar una dinastía, los Romanov.

 

Muchas gracias por tu tiempo y mucha suerte en tus proyectos futuros. Si quieres añadir algo más...

Solo agradecerles a Ustedes la curiosidad y la atención, porque para un autor cada trabajo es un hijo con el que hemos compartido muchas muchas horas y que un buen día debemos dejar volar. En este caso muy lejos de casa y a su aire, por lo tanto imprescindible y necesario recibir cada tanto algún comentario o noticia de por dónde va y cómo.

 

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