Anika entre libros

Entrevista a Pablo de Santis por "El enigma de París"

"Una novela siempre es un sistema mnemónico, en el cual el escritor debe intentar que el lector recuerde algunas cosas y olvide otras"

Firma: Joseph B Macgregor / Fotografías cedidas por Editorial Planeta / Agosto 2007

 

Pablo de Santis nació en Buenos Aires en 1963. Su primera novela, El palacio de la noche, apareció en 1987. Luego publicó Desde el ojo del pez, La sombra del dinosaurio, Pesadilla para hackers, El último espía, Lucas Lenz y el Museo del Universo, Enciclopedia en la hoguera, Las plantas carnívoras y Páginas mezcladas, entre otros libros, en su mayoría destinados a adolescentes.

La traducción fue finalista del Premio Planeta en 1997. Su más reciente novela, Filosofía y Letras, fue publicada en España en 1998. En 2000 la editorial Norma de Bogotá publica la novela juvenil Lucas Lenz y la mano del emperador, con ilustraciones de O'Kif. Publica en Barcelona la novela Teatro de la memoria. Con la misma editorial Destino publica en España en 2001 El calígrafo de Voltaire. En 2003 publica en Buenos Aires sus novelas El inventor de juegos y se reedita por Seix Barral Filosofía y Letras. En 2005 la editorial Colihue publica su libro de cuentos Rey secreto y la novela La sexta lámpara.

Además fue guionista y jefe de redacción de la revista Fierro; las historietas que allí publicara junto con el dibujante Max Cachimba fueron reunidas en el volumen Rompecabezas. Ha publicado también libros de crítica sobre el cómic. En televisión, fue el autor de los textos de los programas El otro lado y El visitante, y guionista de la miniserie Bajamar, la costa del silencio.

En 2007 gana el Premio Planeta - Casa de América de Narrativa con su novela "El enigma de París", recientemente publicada en nuestro país.

 

 

ENTREVISTA

 

Lo primero que me gustaría saber es algo que me ha tenido bastante interesado y ocupado durante mucho tiempo: los Doce detectives, de diferentes nacionalidades, que aparecen en el libro, protagonizan una serie de libros de misterio, agrupados bajo el título de "La clave del crimen". ¿Existieron estas novelas en la realidad? Consulté a amigos argentinos a ese respecto y ninguno me supo decir.

La clave del crimen es una revista imaginaria, pero para describirla gráficamente tomé en cuenta algunas revistas muy populares y baratas que sí existieron, como Los pensadores o La novela semanal, pero que son posteriores al año en que ocurre la acción.

Craig es el fundador de Los Doce Detectives, pero como está fuera de Europa, es decir del centro, su relación con las normas es más lábil. La revista oficial de Los Doce es Traces, publicada en buen papel, mientras que La clave del crimen es una especie de versión subalterna, degradada, infiel al original, ilustrada con dibujos truculentos; es menos prestigiosa pero más entretenida. Por eso Salvatrio prefiere esa revista marginal a la oficial.

 

Por lo tanto Magrelli (Ojo de Roma), el inglés Caleb Lawson, el alemán Tobias Hatter, el parisino Louis Darbon, Victor Arzaky -polaco afincado en Francia-, Madorakis -detective de Atenas-, Fermín Rojo (español), Zagala (Portugués), Novarius, Castelvetia y Sakawa… ¿Son producto de tu imaginación? ¿En qué otros personajes de ficción te inspiraste?

A todos los imaginé. Intenté que ninguno se pareciera a los detectives clásicos: por ejemplo, el inglés Caleb Lawson es bien distinto a Sherlock Holmes. Ninguno se corresponde a modelos de las novelas; les di características bien diferentes para que pudieran ser recordados por el lector.

Una novela siempre es un sistema mnemónico, en el cual el escritor debe intentar que el lector recuerde algunas cosas y olvide otras. Ningún detective se parece tampoco al que es mi detective favorito: el padre Brown, de Chesterton.

 

¿Por qué centrar una novela de misterio en la Exposición Universal de 1889?

La historia del género no es otra cosa que el paso del cuarto cerrado (como en Los crímenes de la calle Morgue, de Poe, o El misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux) a la ciudad cerrada, nocturna, claustrofóbica. Y la exposición en sí era un espacio también cerrado, un mundo dentro del mundo.

Por otra parte me gustaba que los detectives expusieran sus teorías, su filosofía de la investigación, en un marco donde se mostraba el saber y las conquistas de una época. Los detectives creen ser los defensores de la razón, los heraldos del elenigmadeparis-portadafuturo, pero de algún modo pertenecen también al pasado y a la oscuridad.

 

Si en "Los crímenes de Oxford" de Guillermo Martínez, se urdía una trama policíaca como excusa para hablar de otras cosas (filosofía, lógica matemática, azar y probabilidad, magia, Borges…) en esta ocasión, el objeto de la reflexión es la propia novela de detectives: su estructura, sus tópicos, las tramas, el misterio del "cuarto cerrado" enfrentado al caso del "asesino en serie" (cómo ya señalé anteriormente), el misterio como una hoja en blanco que el investigador debe escribir, etc.

Me alegra que nombres a Guillermo Martínez quien, además de gran escritor, es uno de mis mejores amigos, así que he tenido oportunidad de hablar mucho con él de todas estas cosas.

Creo que "El enigma de París", al estar tan saturada de elementos detectivescos, casi deja de ser una novela de detectives; porque lo que caracteriza al policial es que el detective es uno, y aquí se pierde ese carácter.

 

A lo largo del argumento se hace referencia a una sociedad o secta contraria a la construcción de la Torre Eiffel. ¿Existía realmente este grupo?

Existió una gran oposición a la Torre Eiffel por parte de intelectuales y de artistas. Se la veía como un gran adefesio que arruinaba la visión de la ciudad. Y en cierto modo es así. Hubo una famosa carta de protesta firmada por las figuras más representativas de la cultura de la época.

 

¿Por qué nunca se llega a desvelar el secreto que el detective Craig trasmitió a Sigmundo Salvatrio?

Sí se devela el secreto: es el final del mago Kalidán, cuyo cadáver torturado ve el propio Salvatrio. El paso de Craig del mundo ordenado de los detectives, con sus métodos deductivos y cerebrales, al mundo de la violencia pura y el tormento, es lo que obsesiona a Salvatrio. Ese secreto (que sólo cuenta a Arzaky, obligado por Craig) pesa sobre su vida.

 

Con respecto a Craig, me gustaría que me contarás cosas de él, cuáles son sus motivaciones reales... Me resultó un sujeto bastante "misterioso" (no sé si lo hiciste así pretendidamente, por otro lado).

Craig se yergue como una leyenda sobre la vida de Salvatrio y es tal vez el más oscuro de todos los detectives. Apenas aparece, pero proyecta su sombra sobre toda la novela.

 

Desde mi punto de vista, la novela posee dos niveles de lectura: por un lado se puede leer como una historia policíaca o de misterio pero por otro como la crónica de un joven, aprendiz de detective e hijo de zapatero (este detalle es sumamente importante), por llegar a ser investigador, rompiendo las reglas que impiden que un ayudante se convierta en detective (lo que en USA denominan "el hombre hecho así mismo"), aunque conviene advertir que en el caso del argentino, no le mueve el deseo de medrar sino muy por el contrario el ver cumplido un sueño o un aspiración personal. Me da la impresión que te interesa mucho más esto que el resolver el enigma en sí...

Lo que más me interesaba era contar la vida de Salvatrio: su crecimiento, el modo como se asoma al mundo, el modo como mantiene su inocencia a pesar de haberse enfrentado a verdades terribles.

También su descubrimiento del amor. Salvatrio sufre un conflicto entre su complejo de inferioridad (por clase social al principio, por sudamericano después) y su ambición. Como viene de afuera, es el que puede romper con las reglas de Los Doce detectives. Se piensa conservador, pero hay algo de anarquista en él.

 

En ese sentido, me interesa mucho la relación que se establece entre investigador y adlátere. Parece que lo plantearas como un conflicto de clases: el detective sería una especie de aristócrata mientras que el ayudante vendría a ser como una suerte de mayordomo o criado.

Sí, a diferencia de los asistentes que aparece en los clásicos del género (el teniente Hastings que acompaña a Poirot, el doctor Watson, el narrador de Poe) y que pertenecen a la misma casta de los detectives y que son sus amigos, aquí hay una diferencia social. La relación se parece a la que existe entre caballero y escudero. Borges hacia el final de su vida escribió un poema sobre Sherlock Holmes, donde dice del detective:

"No tiene relaciones, pero no lo abandona

La devoción del otro, que fue su evangelista

Y que de sus milagros ha dejado la lista.

Vive de un modo cómodo: en tercera persona".

Los adláteres de mi novela también escriben la aventura para que los detectives vivan de modo cómodo: en tercera persona.

 

Encuentro también puntos en común también con "Los papeles póstumos del club Pickwick" de Dickens: es decir, existe una trama principal que, de repente, es "interrumpida" por pequeñas historias o anécdotas que narran los diferentes personajes que van apareciendo y que funcionan como pequeños cuentos o relatos cortos. ¿Cuál era tu intención al incluir estas pequeñas historias?

No he leído esa novela de Dickens, que tanto me han recomendado. Pero desde un principio pensé que mi libro pudiera incluir historias menores en torno a la trama principal. Tuve que cuidar que las historias menores no distrajeran demasiado de la trama principal: por eso están en la primera mitad, pero no al final. Ya ganado el premio y a punto de publicar el libro, yo seguía corrigiendo, obsesionado con esos problemas.

 

Otro enfoque de lectura sería cómo una historia que trata sobre la decadencia del investigador clásico de "cuarto cerrado" frente al misterio de "asesino en serie", cuyos métodos se están quedando obsoletos, sus reglas elitistas o clasistas están "pasadas de moda"… es decir, que puede ser la narración de los últimos días de un grupo de Doce Detectives de estilo clásico o lo que es lo mismo: la crónica de su desmoronamiento, de su inviabilidad como grupo. ¿Estás de acuerdo con esta interpretación?

Pensé esta novela como una despedida de Los Doce Detectives, como una exhibición de su fracaso ante un mundo más complejo, ante la poderosa irradiación del mal. Pero hay otra cosa que los carcome: dejan afuera de su vida la pasión, pero la pasión sepultada vuelve a aparecer para causar estragos. Por eso creo que es una novela romántica.

 

También creo que existe una cierta relativización sobre la Verdad, ya que parece que existen varias explicaciones o posibilidades de resolver el misterio (aunque sólo una sea la real).

Yo no soy en absoluto relativista y creo que la verdad es una sola; pero su conocimiento es arduo y podemos ser engañados.

 

Bueno, pues esto es todo Pablo. Muchas gracias por todo.

Muchas gracias a vos.

 

 

ver + Pablo de Santis

 

 

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