Anika entre libros

Entrevista a Merche Rodríguez por "Colgados ;) Emociones en la red"

"Lo que se entiende por conversación tradicional, relajada, reposada, es incompatible con el propio concepto que nos ha destapado la tecnología"

Firma: Gemma Nieto / Fotos: autora / Marzo 2012

 

Merche Rodríguez es Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM y Máster en Prensa Digital por la Universidad de Alcalá de Henares. Se ha especializado en cultura y sociedad y ha trabajado en el programa Negro sobre Blanco (TVE) y en la agencia Europa Press; también ha colaborado con numerosos medios como La Clave, Mercurio, Vive, Delibros, El Mundo o Ya, entre otros. Actualmente coordina el blog literario El boletín de la semana, con el que sigue la actualidad editorial y cinematográfica.

Creo que a Merche se le suben los colores cada vez que lo digo, pero no por ello deja de ser cierto que la considero una periodista de raza. Para ella, la palabra "periodismo" no está vacía de significado. No es solo escribir para rellenar páginas en blanco que las rotativas multiplican en cientos de miles de ejemplares. Para Merche, el periodismo es una forma de sentir y de ejercer su profesión, entendida a la manera en que lo hacen los grandes. Por eso, este breve ensayo que acaba de publicar sobre las emociones en la red es escueto en páginas pero grande en su exposición.

No en vano, la autora de "Colgados ;) Emociones en la red" estuvo más de dos años sumergida en los chats y foros (en ocasiones sin dormir días enteros, porque es norma chatear a cualquier hora) para sentir y ver por sí misma qué tipo de relaciones humanas se creaban; para formar parte de este mundo de emociones virtuales, que cautivan al individuo pero no terminan por satisfacerle a medio plazo. Merche tuvo que formar parte de sus grupos, ser uno más entre ellos hasta que ella mismo se diluyó en la irrealidad.

Fue en ese momento cuando la conocí y me habló de su proyecto que hoy vemos convertido en libro. Fui testigo de lo que su inmersión total en ese mundo de la red le provocó a una persona sensata, segura, y autosuficiente que nunca ha levantado los pies de la tierra. Miedo me da pensar lo que pueda hacerle a otros que no hayan alcanzado tal grado de madurez.

 

ENTREVISTA

 

¿Por qué una periodista dedicada a la cultura y la sociedad decidió estudiar en profundidad el fenómeno de las redes sociales?

Siempre me ha gustado observar el comportamiento de la gente que me rodea, porque ellos me explican a mí. Trabajando en Internet, siguiendo la Red, que va a tanta velocidad, pensaba que nos creaba una nueva forma de comunicación que ahora ya es imprescindible. Aunque los chats no son nuevos, recuerdo las primeras ventanitas austeras a las que se llegaba mediante programas concretos. Pero su accesibilidad lo ha cambiado todo, ahora son sencillas aunque con mucha letra pequeña que nadie se para a leer, y todos nos hemos lanzado a usarlas. Pero realmente lo que me llamó la atención fue que los usuarios, con los que hablaba en la Red, los primeros con los que contacté, decían que querían conocer gente nueva, pero lo hacían a través del ordenador. Y una cosa llevó a la otra. Y de los chats salté a mensajerías instantáneas y amplié a páginas de actividades, de contactos, a redes sociales, a foros... Y en cada una hay, digamos, una especialidad.

 

Vivimos en un mundo comunicado pero ¿nos comunicamos realmente?

Recibimos constante información, nos llega de todos los sitios porque hemos ido dejando un rastro y permitimos que nos sigan. ¿Comunicarnos? Primero habría que saber qué significa hoy en día comunicarse con alguien. Porque lo que se entiende por conversación tradicional, relajada, reposada, es incompatible con el propio concepto mercherodriguez2que nos ha destapado la tecnología. Uno puede estar "charlando" en el chat de Facebook, pero a la vez está leyendo la actualización de no sé qué amigo o amigos, comprueba que le ha llegado un mail de otra persona, se plantea incluso si contestarlo, abre el Twitter, por ejemplo, (y mientras sigue hablando con su amigo a través de Facebook) e incluso le puede entrar una llamada de teléfono y deja todo colgado y si es rápido, a su amigo de Facebook le escribe un apresurado: ¡tfno! Y ya no escribe más. Realmente, en este caso la verdadera comunicación se centraría en la llamada telefónica. El resto es información que ha recibido y comunicación, sí, pero la calidad merma, porque merma la atención que le ponemos. Es algo que hacemos todos los que usamos las tecnologías, hasta que se le empieza a poner coto.

 

Tras leer "Colgados ;) Emociones en la red" he constatado que, generalmente, las personas que chatean son gente normal y corriente que podemos cruzarnos cualquier día por la calle. ¿Qué hace que estas personas pasen horas delante de su ordenador gastando su tiempo con otros a los que nunca llegarán a conocer o, en el mejor de los casos, lo harán esporádicamente?

Por el mismo motivo por el que la televisión nos sigue hipnotizando. Uno ve una película y se puede emocionar, reír, divertir pero sabe que es una película y cuando acaba, desconecta. En el caso de la Red el efecto se prolonga y se potencia porque hay participación. En Internet la persona que está al otro lado de la pantalla no es un personaje, es una persona real y las expectativas cambian, las nuestras. No es alguien inaccesible como un personaje de ficción, es alguien que se cuela en tu cabeza a través de los ojos, del oído, de tu cerebro, pero... es virtualmente real. ¿Si uno está aburrido y tiene la oportunidad de matar ese aburrimiento hablando con otro como él? Simplemente, sigue. La diferencia está en cómo siga. Depende de las motivaciones de cada uno: usarán solamente la Red para llenar ese vacío o la usarán simplemente como una herramienta más para conocerse. Hay muchísimas personas que han optado por el segundo camino y no hablo de ellos en el libro, los que me llamaron la atención fueron los que optaron por la primera, y en ese punto había gente que solo, y exclusivamente, se comunicaba a través de la Red y otros, que aunque se conocieran en persona, volvían una y otra vez a la Red.

 

Por tu experiencia tras más de dos años sumergida en los chat, foros y redes sociales chateando como un forero más, ¿dirías que en la red se establecen relaciones fiables y verdaderos amigos, a largo plazo?

La Red no deja de ser una herramienta. Y no es posible conocer a alguien solo a través del ordenador, no hay voz, no hay gestos, no hay miradas, no hay lenguaje corporal, no hay olor, no hay tacto. A un amigo solo se le convierte en amigo cuando le das tiempo al tiempo, cuando compartes experiencias, conversaciones, lugares. Se puede usar la Red para hacer amistades nuevas, pero la Red solo es un eslabón más, solo se usa para la primera toma de contacto, después, inevitablemente, tiene que darse la relación presencial, en la vida real.

He conocido a gente que ha compartido viajes, estancias en casa de unos y otros, y todo se aceleraba, no sé si seguirán siendo amigos, porque la euforia de una conversación divertida en un chat choca frontalmente con los quehaceres del día a día, con el planteamiento que cada uno tiene y si se intenta incorporar a alguien que no comparte tu vida cotidiana, termina chirriando, porque las piezas no encajan. A la amistad hay que darle lo que pide: tiempo, pero no creo que se lleve muy bien con la rapidez que impone la tecnología. Por lo que a través de la Red, no creo que puedan darse amistades, reales, duraderas. Conocidos, sí, muchos.

 

Tras la lectura de tu libro se puede constatar que la gente que pasa horas delante del ordenador contándole su vida a completos desconocidos es gente totalmente normal, ¿por qué un hombre, o una mujer, se comportan en la red como no lo harían en su vida real?

Porque el anonimato te permite ser como quieras. Si eres tímido no van a ver que te sonrojas, si eres baja no harán ninguna broma. Vivimos en una vida que nos impone ser de una u otra manera y no siempre se responde a esa exigencia y en Internet eso no existe. Internet te permite expresarte, que te lean o no es otra historia, pero te pone en bandeja todas las herramientas para decir lo que quieras a quien quieras.

 

A diferencia de otros usuarios de los chats, tú necesitabas conseguir información, ¿te has sentido amenazada cuando desvelabas tu verdadero cometido?

En una ocasión recuerdo a un chico, parecía joven por su forma de hablar, que me dijo, después de identificarme, que me iba a meter un virus en el ordenador, probablemente disfrutara haciendo uso de un supuesto poder. Al ordenador no le ocurrió nada, aunque sí es cierto que un amigo mío estuvo una temporada casi como médico de urgencias, y mercherodriguez4en todo este tiempo lo he reseteado varias veces y he hecho diferentes copias de seguridad.

Todas las entrevistas que hice están grabadas, con el consentimiento -grabado también- de la persona, o por escrito, lo que no está así lo he descartado. Yo como persona, me he sentido atacada por usuarios que después de pedirles una entrevista me decían que les consideraba ratas de laboratorio a las que analizar y me sorprendía porque instantes antes, cuando solo era una usuaria, habían intentado coquetear conmigo. Al principio me molestaba, luego dejé de darle importancia.

 

Tras tu experiencia personal, y asistir a la de numerosas personas con las que te has encontrado en los foros, y confirmar que cada vez son más las horas que gastan frente al ordenador estableciendo relaciones con desconocidos hasta que sentarse frente a la pantalla se convierte en una obsesión, ¿se puede llegar a caer en una verdadera adicción?

Si cuando uno llega a casa lo primero que hace es encender el ordenador, si deja de comer o cenar con la familia para estar frente a la pantalla, si deja de salir con sus amigos habituales para hablar con otros que no conoce, si después de una kedada nada más llegar a casa lo primero que hace es comentarlo en Internet... A mí, personalmente, me parece que es excesivo y, sin embargo, nada de lo que acabo de decir es exagerado o mentira. Yo no soy especialista y por eso acudí a psicólogas, solo te puedo decir que yo sí fui adicta al chat durante tres meses hasta que me vi reflejada en una persona y me espanté. Aun así, seguí dos años más, acababa de empezar y precisamente ese hecho me hizo continuar, para preocupación de algunas personas cercanas.

 

¿Cómo es posible superar este nuevo tipo de adicción para la que los psicólogos ya habrán encontrado un nombre?

Se llama "adicción sin sustancia". Hay tratamientos concretos, en el libro una de las psicólogas, María Cuadrado, da algunos consejos que hay que seguir. Son bastante obvios y, sin embargo, no son tan sencillos como parecen: desde no encender el ordenador nada más levantarse si uno se despierta pensando si tiene tal o cual correo, si habrán hecho algún tipo de comentario a la foto que subió la noche anterior (ese pensamiento está provocando una ansiedad), hasta no enfadarse si está enfrascado en la pantalla y alguien le interrumpe o requiere su atención, pasando por no impacientarse si la conexión falla o, directamente, no tocar el ordenador (si no es por una obligación concreta) todo un fin de semana, por ejemplo. Realmente en lo que consiste es en reordenar en nuestro cerebro las apetencias de ocio.

 

Sin embargo, para no caer en brazos de los nuevos don juanes cibernéticos ni olvidarnos de que existe una vida real tras la pantalla del ordenador, ¿qué sería un uso responsable de las redes sociales?

El que no te lastime. Si la vida ya, de por sí, es muy complicada para qué complicarla nosotros más voluntariamente. Hablar con gente de la que nunca sabemos nada más que un nombre, una foto y un mail, no me parece responsable. Esto ocurre, sobre todo, en los chats, en los foros o en las mensajerías. Pero si alguien se quiere blindar, por mucho que se muestre en una red social, no tendremos acceso a esa persona y si esa mercherodriguez1situación se prolonga en el tiempo...

La Red nos permite conocer a mucha gente y, en ese sentido, lo natural es conocerla en la vida real porque probablemente tengamos intereses comunes, pasados comunes o aficiones comunes. Lo contrario es lastrarnos.

Y, respecto a los don juanes (y "doña juanas", que también las hay) te las encuentras en la Red y fuera de ella, pero se les reconoce rápidamente porque en su tarjeta de visita uno se encuentra excesiva euforia, demasiado halago y poca concreción. Si alguien en la Red corre demasiado, ¡uf! me pone en alerta porque me recuerda a los fuegos de artificio. Las cosas llevan su tiempo.

 

Aunque has tratado de ser un forero más cada vez que chateabas para obtener documentación para tu libro, no lo eras, tú tenías un horizonte más amplio que el resto de los usuarios. Tu camino era de ida y vuelta. ¿Tuviste miedo de sentirte atrapada en la enorme telaraña y no encontrar la salida?

En muchas ocasiones era una usuaria más, me hubiera resultado imposible enlazar una entrevista tras otra durante dos años y medio. De hecho, me conecté, como cuento en el libro, para matar mi aburrimiento en el verano de 2008. Sentí miedo real cuando me descubrí enganchada, colgada literalmente del chat. Era incapaz de no entrar, como se dice en la jerga. Todavía sigo enganchada al correo, cuando detecto que lo consulto demasiado, me pongo con otras cosas. Ya tengo controlado el tiempo que estoy sentada al ordenador y al pobre smartphone, le hago el caso justo.

  

¿Chateas ahora?

Me aburre soberanamente. Solo lo hago con amigos, reales, y con alguna persona en concreto por cosas concretas. No me gusta usar el chat, el de redes sociales, correos electrónicos o teléfonos, para hablar de cosas importantes, prefiero la palabra, me expreso mejor. Pero mucho me temo que voy contra corriente porque todo el mundo tira de sms o aplicaciones similares... Sencillamente, me saturé. Lo uso, sí, me parece muy práctico en el smartphone pero no soy una gran entusiasta.

Y, ¿si hablamos del chat en el que eres cien por cien anónimo? no te podría decir cuándo fue la última vez que me conecté como chatera, sinceramente no lo recuerdo. Desde entonces, solo lo he hecho para comprobar algunas cosas.

 

Dos años y medio para sumergirse en un mundo virtual es mucho tiempo, habrás conocido a mucha gente, te habrán comentado muchos casos, habrás visto relaciones personales que nacían… y morían… ¿Qué has obtenido de todo esto?

Conocimiento. Me apasiona la gente, me encanta charlar y no tengo mayor problema en iniciar una conversación. Hay cosas que me han contado o que he descubierto que se quedarán en mí, forman parte de la vida privada de muchas de las personas que conocí, y no aportan nada al libro, o bien ni siquiera merecen ser contadas por mezquinas. Supongo que el hecho de condensar tanto en tan poco tiempo, de saber de tanta gente, de conocer a tanta gente es algo que todavía estoy incorporando, tan solo me costó el separar mis propias sensaciones de lo que podía resultar interesante para el reportaje porque pudiera aportar algo.

 

Casi al final de tu libro nos metes el miedo en el cuerpo y nos hablas de la usurpación de identidades, del robo de carpetas y archivos de nuestro ordenador, de virus informáticos… ¿Cómo protegernos de todo ello?

Con prudencia, pero seguramente en más de una ocasión, todos hacemos algún comentario que no tendríamos que haber hecho en una red social o damos un dato que no tendríamos que haber dado, y me incluyo. La vida virtual es pública y nunca desaparece, aunque nosotros la olvidemos siempre hay alguien que puede recordarlo actualizando un dato. En este punto, o eres virtual o no lo eres, no hay más opción y si decides darle vida a tu yo digital, es mejor dotarle de una coraza más o menos flexible.

 

A lo largo de las casi 300 páginas del libro nos has contado muchas historias personales de chateros profesionales y tú has llegado a convertirte en uno de ellos. Sin embargo, has optado por la objetividad periodística y no has dejado entrever tu opinión sobre el tema. Te pido que moralices ahora: ¿chatear nos hace más felices o nos aleja de la realidad?

La realidad está donde tú quieres que esté. Si uno tiende a ser soñador lo será en el chat y fuera de él. Pero es cierto que a alguien con los pies en el suelo, el chat le puede parecer hasta absurdo. Para mí, el chat anónimo es avanzar entre la niebla y cuando no percibes correctamente las cosas que te rodean, la realidad se transforma. Chatear con un mercherodriguez3desconocido por una red social puede ser interesante si hay cosas en común, prolongar esa forma de comunicación en el tiempo, sin que haya nada más, es desperdiciar la realidad. Pero, incluso, el hecho de tener aficiones comunes tampoco garantiza nada. Hay algo que se llama química y que se da entre las personas o no se da y a partir de ahí, puedes ser más o menos feliz. Depende de lo que busque cada uno.

 

En la imagen con Gemma Nieto

 

Entrando en el terreno personal, es difícil compaginar la vida profesional con la personal, y a su vez con la literatura ¿te queda tiempo para mantener alguna afición?

¡Ja, ja! Ahora ya sí. Una de las primeras cosas que he hecho ha sido viajar, no me da ninguna pereza sentarme al volante y salir de Madrid, y como cada vez llevo menos cosas, tardo poco en decidirme. Más de una vez me pierdo por calles que no conozco, por el mero placer de perderme y escuchar el sonido del motor, es una buena forma de mantener activo el gps... mental, no me llevo bien con el otro, y algún día seguro que termino haciendo algo que siempre he querido hacer: conducir un coche de rallye, a gran velocidad. También me gusta trabajar fuera de casa, coger el ordenador y marcharme a cualquier sitio, a un parque, una cafetería... aunque vuelve a ser trabajo. Pero sobre todo, me gusta charlar con amigos y con la familia, no hay muchas cosas que superen una buena conversación ante una copa de vino.

 

No por repetida, mi última pregunta deja de ser importante para tus lectores ¿qué nuevos proyectos tienes en mente?

Algo a priori absurdo porque las cosas sin vida, aparentemente, no la tienen. Y un proyecto que empecé, demasiado duro, demasiado terrible, y, sin embargo, puede darse en la realidad. No sé en qué acabará porque incluso escribirlo es doloroso y necesitaría estar tremendamente enfadada para terminarlo.

 

Desde Anika entre Libros te deseamos el mayor de los éxitos.

 

ver + Merche Rodríguez

 

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