Anika entre libros

Entrevista a Luis Leante por "Cárceles imaginarias"

"El anarquismo está muy explotado literariamente, pero no históricamente"

Firma: Fausto Tortosa / Fotografía: Susana Alfonso / Foto de cabecera: Anika Lillo / Junio 2012

 

Luis Leante nos trae su última novela, "Cárceles imaginarias", una obra llena de pasión que nos obliga a hacer una revisión interior de nosotros mismos, enfrentándonos a nuestros propios temores, esas prisiones que nos forjamos y de las cuales solo nosotros mismos tenemos la llave para salir.

 

ENTREVISTA

 

¿De dónde nace la idea del libro y cómo surgen estos personajes tan complejos?

El título hace referencia a esas cárceles interiores, que son las que aparecen aquí, pero que se pueden hacer extensibles a las que cada carcelesimaginarias-portadauno quiera interpretar; la historia surge por el deseo de contar la vida de un personaje real, que murió en los años 70 con una vida en principio parecida a la del protagonista, Ezequiel Deulofeu, pero en los años 70 hay una especie de anacronismo, cuando los movimientos sociales, como el anarquismo del S. XIX se hallaba más calmado, pero estaba tan cercano en el tiempo que decidí retrasar la historia al siglo XIX y ponerlo en Barcelona, porque es una ciudad que en esta época de la industrialización, de los movimientos sociales, del anarquismo, es una ciudad muy literaria, digamos que era un escenario para mí de lujo por el momento histórico, por las condiciones que se vivían entonces..., luego todo lo que quiero plasmar ahí es esas cárceles que no se ven, que hacen preso al hombre, pues el protagonista es una persona que lucha contra las injusticias, contra las desigualdades sociales, por la libertad, pero sin embargo él mismo vive en un mundo donde es prisionero de su propio carácter.

 

¿Se conoce a nivel popular el tema del anarcosindicalismo y su origen?

A mí me parece que es un tema que está muy explotado literariamente, pero no históricamente. Efectivamente hay un gran desconocimiento, los movimientos anarquistas, porque evolucionaron luego y porque en la guerra civil fue como un hacha que cayó encima, como una cuchilla que todo eso lo cortó, se conocen pero quizá desde la perspectiva más exótica; lo que queda al final siempre es el terrorismo, las muertes, pero en España llegó, no digo tarde, pero cuando en otros países había tenido su auge, en algunos quizá la decadencia, y aquí arranca con muchísima fuerza pero a traspié, siempre con un paso por detrás. Fue muy peculiar, concretamente en Barcelona, y yo lo que trataba de reivindicar era, no solamente esa parte de la violencia, que la hay en la novela, del terrorismo, lo que se queda el lector o el que conoce un poco la historia, sino también lo que había detrás, por eso estos personajes se mueven, no en la violencia, aunque hay violencia y demás, no son los protagonistas los que están dentro de ese mundo, y esa era un poco la idea. Tampoco pretendía escribir una novela histórica sobre el anarquismo, sino utilizarla como el escenario, como telón de fondo, para colocar a estos personajes, muy relacionados con el anarquismo, pero yo iba más buscando la fuerza individual de los personajes que lo que significó el anarquismo en aquella época. Digamos que esto para mí es un escenario de lujo porque me daba pie a poner en práctica muchas ideas que tenía en mente y que ahí tenían cabida.

 

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¿Crees que hay cierto paralelismo entre la situación en que nos encontramos y la situación social que se vivió a finales del siglo XIX?

Lo que me preguntas lo reflexiono todos los días, pero para ser justos, en realidad, no, si miramos rigurosamente cómo era la vida industrial del siglo XIX y las condiciones sociales, no, allí había jornadas de doce, catorce horas, trabajaban los niños con seis, siete años, el trabajo era más que precario, te podían despedir a mitad de la jornada, las condiciones eran durísimas, los obreros trabajaban en las fábricas y dormían hacinados dentro de ellas... Es verdad que hoy están disminuyendo mucho los derechos laborales, y que no hay que bajar la guardia, pero no se puede comparar con aquello, hay que tener en cuenta que la cultura y la preparación, incluso la ideología política de los obreros en aquella época el 70% de la gente era analfabeta, y ahora el que más y el que menos sabe leer y tiene criterio para distinguir, hay más cultura y más preparación, lo que no significa que la situación laboral no sea precaria, que lo es, pero siendo rigurosos yo creo que no se puede comparar.

 

¿Qué hay de realidad dentro de los personajes?

Todos los personajes tienen un fondo de realidad, no hay personaje ficción puro puro ninguno, lo que pasa es que el fondo es pequeño, por ejemplo, Ezequiel Deulofeu, está inspirado en Giangiacomo Feltrinelli, que fundó la editorial Centinelli en Italia, con una vida parecida a la de Ezequiel, se metió en los movimientos sociales, en este caso era el comunismo, y que tuvo un final desastroso porque le explotó una bomba en los años 70 cuando intentaba dejar sin luz a Milán, que es una cosa como muy anacrónica, un terrorismo que sonaba más al anarquismo de los movimientos del siglo XIX.

Yo construyo los personajes con una biografía que parte de lo real y a la que le voy añadiendo cosas, hago fichas de los personajes, los trabajo en profundidad, como si fuera un actor de teatro, y en la preparación de la novela voy colocando en rojo los elementos que son verídicos, en azul los elementos que yo voy inventando, no sólo los personajes, sino los acontecimientos históricos, y cuando empiezo a escribir lo paso todo a negro, y hay un momento en que yo sé lo que hay de verdad y lo que no, pero ya no lo distingo cuando estoy buscando en las fichas de los personajes datos en los acontecimientos históricos, me cuesta trabajo porque es lo que más me gusta de la novela.

Yo no soy un historiador, ni tengo como meta averiguar nada, ni dar a conocer datos, sino la ficción, y esa mezcla de ficción con la realidad, ese mentir con licencia que es lo que te permite la novela y es lo que más me gusta, entonces ahí sí que hay de todo: hay personajes reales con sus propios nombres, por ejemplo el historiador que aparece en el arranque de la novela que va a dar pie a todo esto y se llama Pedro Luis Angosto, con el que se encuentra el protagonista; sí es un historiador, tiene ese leante2nombre y vive en Alicante, ha escrito las obras que se dicen en la novela. Martín Clarés tiene una base también real, hay personajes reales a los que yo les meto elementos ficticios, y en la parte del siglo XIX también, sólo que ahí es donde más ficción utilizo.

 

¿Cuánto has tardado en documentarte para esta novela?

Casi siempre me cuesta el doble de tiempo la preparación de la novela, la investigación, la documentación, que yo la mezclo no sólo con la investigación sino con la estructura de la novela, la forma que le voy dando..., todo eso lo hago a la vez... alrededor de un año y medio, casi dos años, y un año escribirla, siempre es el doble de tiempo la preparación que la redacción.

 

¿Tienes algún nuevo proyecto ya entre manos?

De momento no, yo también escribo novelas infantiles, así que de momento estoy en revisión de las que van a salir a partir de octubre. Ahora estoy trabajando en eso, y aunque tengo ideas, de momento no hay nada lo suficientemente fuerte, convincente, para ponerme a trabajar, porque cuando acabas una novela terminas un poco exhausto y todo lo que intentas escribir después y es inmediato, te salen los personajes y las historias de la novela anterior, así que necesito dejar un poco de tiempo, porque si no volvería a escribir sobre el anarquismo, sobre el siglo XIX..., te arrastra mucho cuando has estado dos o tres años en una cosa... te cuesta trabajo distanciarte.

  

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