Entrevista a Juan Ramón Biedma por Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado
El escritor sevillano Juan Ramón Biedma, estudió Derecho, y durante un tiempo se dedicó a la gestión de emergencias. También ha sido locutor de radio, crítico cinematográfico y guionista, habiendo colaborado en diversas publicaciones y antologías.
Su primera novela publicada, "El manuscrito de Dios" (Ediciones B), obtuvo la Mención Especial del Jurado en el II Premio de Novela fallado por la Semana Negra de Gijón del 2004, siendo también finalista del Memorial Silverio Cañada. Otras obras suyas son "El espejo del monstruo" (Ediciones B), de lectura obligatoria en la facultad de medicina de México, "El imán y la brújula" (Ediciones B), premios Hammett, NOVELPOL y Crucedecables a la mejor novela policiaca del 2007, "El efecto Transilvania" (Roca Editorial), la novela gráfica "Riven. La ciudad observatorio" (Ediciones B), "El humo en la botella" (Salto de Página) nominada al premio Hammett y ganadora del Premio Especial de la Dirección de la Semana Negra 2010, premio NOVELPOL y designada como la mejor novela del 2010 por la Gangsterera, "Antirresurrección" (Ediciones Dolmen) Nominada al NOVELPOL 2012 y al premio CELSIUS a la mejor novela fantástica del año. Muchas de estas obras han sido traducidas a varios idiomas (portugués, griego, alemán, ruso y turco).
Su más reciente trabajo, por el que le hacemos esta entrevista, "Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado" (Lengua de Trapo) obtuvo el Premio Valencia de Novela Negra 2014 convocado por la Diputación de Valencia.
ENTREVISTA
Puedo sentir cómo el coche va aminorando la marcha mientras gira. El capuchón que me pusieron me impide ver, pero puedo oír cómo, tras el giro cerrado, el sonido de las ruedas sobre el suelo varía, indicio de que hemos pasado del asfalto a los adoquines.
Ya no hay movimiento. La puerta se abre y alguien me toma por el brazo tirando de mi hacia fuera, al tiempo que me protege la cabeza para que no me golpee al salir.
Ya de pie, y mientras me hacen avanzar bajo el aguacero, muevo la cabeza a un lado y otro, buscando sonidos y olores que me den una pista del lugar al que me han llevado. Sólo oigo rumores lejanos y un olor mezcla del ozono que acompaña a la lluvia y los orines que el agua debe estar arrastrando.
Una vez a cubierto, puertas que se abren y se cierran, susurros a mis espaldas, presencias que me rodean…
Cuando pedí a Juan Ramón Biedma que me concediera una entrevista, me puso sus condiciones. Yo ya le había demostrado mi interés por ese lúgubre mundo que su insondable imaginación ha creado, y él quiso que lo conociera a fondo. Acepté, evidentemente. Por eso estoy aquí, donde quiera que sea.
Alguien me quita el capuchón, y cuando giro la cabeza sólo me da tiempo a vislumbrar la espalda de una mujer baja y rechoncha, con poco pelo teñido de gris celeste de peluquería cutre, que arrastra los pies mientras se esconde tras una puerta que se cierra. Azulejos blancos. Un pasillo con puertas a los lados. Una reja que en su día estuvo pintada de blanco.
Tras la reja, con su franca sonrisa, Biedma… De riguroso negro, con los zapatos más limpios que he visto en mi vida.
Zumbido eléctrico. La reja se abre. Tras las puertas empiezan a escucharse las voces, los gritos, los llantos, los cánticos, los golpes, las carreras…
- Disculpa las medidas de seguridad, aquí es bienvenida cualquier aberración pero no la estupidez, así que hay que tomar precauciones- Me informa el autor mientras nos damos la mano y yo le contesto con mi típico "un amigo"- Si quieres, vamos paseando por el centro mientras charlamos y me haces la entrevista. Espero que no te sientas incómodo en este lugar, que he elegido especialmente para ti.
Yo no puedo evitar la primera pregunta:
¿Qué sitio es este al que me has traído, Juan Ramón? - Él me mira unos segundos, saboreando la respuesta, y mientras levanta los brazos como ofreciendo de corazón aquel mundo, contesta.
Esto es un frenopático, querido. Un manicomio. Un manicomio clandestino. Un lugar que oficialmente no existe, como tampoco se considera que existan quienes oyes tras esas puertas, pero que es real, porque hace falta. Al menos, hay quien así piensa…
Comenzamos a recorrer el pasillo, y tras unos primeros instantes de silencio, le reconozco que, en el fondo, no podía esperar un lugar más apropiado para una entrevista con Juan Ramon Biedma, salvo un cementerio o una morgue.
¿Y que encuentras tú en este tipo de lugares que tanto te atraen como escenario de tus novelas? ¿Por qué existe este "Universo Biedma"? -esperando que la pregunta no le resulte demasiado obvia…
A veces sueño con días soleados, niños jugando a mi alrededor en un jardín repleto de flores mientras cachorros de perros y gatos me miran amorosamente esperando mis atenciones. Me despierto agitado y sudoroso. Ni para mis peores enemigos reproduciría yo por escrito un infierno semejante.
Esos personajes amorfos y monstruosos que habitan en tu obra, esos otros corruptos y mezquinos, las víctimas de los crueles crímenes que ideas y los depravados que los ejecutan, ¿De dónde los sacas? ¿Son inventados? ¿Son reales? ¿Una combinación de ambas cosas? - se nos cruzan dos celadores llevando cogido del brazo a un desdentado viejo de mirada perdida, pijama celeste mal abrochado, costras en las cejas y andar tembloroso, que balbucea para sí.
Esa es una cuestión en la que ni siquiera hubiera reparado si no fuera por el asombro constante de quienes se acercan a mis textos; tengo verdaderos problemas para distinguir el bien del mal al igual que me resulta imposible localizar determinadas aberraciones o aislar a los individuos que las practican- me contesta serio y pausado, pensando una respuesta que seguramente ya ha tenido que dar en más de una ocasión pero que está recreando ahora.-. De lo único que estoy seguro es de que esas patologías de las que me hablas están en mí, no en ellos.
¿Las editoriales suelen dejar las manos libres a los autores cuando emplean este tipo de recursos o recortan y moldean para suavizar de cara al público lo que el escritor ha parido?
Creo que el circuito es, en general, algo más sutil y subliminal, un proceso que comienza en una cierta autocensura previa de los creadores que ya saben que determinadas editoriales no van a publicar -o que no van a proyectar en exceso- esta clase de contenidos y que termina en una hipersensibilidad radical de ciertos grupos de lectores que no están dispuestos a acceder desde la letra impresa a realidades extremas con las que sí se relaciona cotidianamente por medios verbales o visuales.
Con todos esos ingredientes, estás llegando a un nivel muy alto en la Novela Negra, Juan Ramón. Acabas de ganar, con "Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado" el II Premio Valencia de Novela Negra, lo que no es poco. ¿Qué opinión te merecen los concursos? ¿Participas habitualmente en este tipo de certámenes?
Lo cierto es que casi todos los premios los he conseguido en certámenes en los que no es el autor el que concurre sino la organización quien te nomina - Mientras habla, gesticula suavemente con las manos, como dirigiendo una pequeña e invisible orquesta- . En principio, los premios comerciales no son muy de mi agrado; imagínate llegar al siguiente acuerdo con tu empresario: trabajarás dos o tres años y en vez de pagarte tu salario, se introducirá el dinero en una porra en la que participarán otras 300 personas. En fin, estoy muy satisfecho y agradecido con los galardones que he obtenido, y seguiré presentándome a otros, pero no es una dinámica de publicación que se pueda mantener por sistema.
Pero vivir profesionalmente de la escritura y de las actividades que rodean este mundo literario no debe ser fácil - Me interrumpe un lejano zumbido eléctrico acompañado de un momentáneo descenso de intensidad en la iluminación y del grito ahogado de una pobre criatura, que cesa cuando la luz recupera su intensidad- ¿Qué pasos has tenido que seguir hasta lograrlo?
Al principio de mi carrera me dijeron que este era un oficio para corredores de fondo -algo que todos hemos escuchado en alguna ocasión-, pero en este caso el tópico procede de una realidad incuestionable; sólo si logras ir acumulando publicaciones, a ser posible también en el extranjero, y puedes sumarle enormes cantidades de suerte, puedes prolongar tu vida profesional.
Volviendo a esta tu última novela, la premiada, tengo que reconocer que, al igual que tus otros anteriores trabajos, me ha desconcertado - de forma agradable, eso sí- profundamente. Desde el principio hasta el final… Por ejemplo, es muy curioso y muy intrigante su título: "Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado". ¿Qué puedes decirnos de él? ¿Cómo llegaste a fijarlo?
El título es el verso final de un poema de Oscar Wilde que yo utilicé como denominación provisional de la novela en el momento de presentarla al concurso; lo que ocurrió es que, una vez elegido, tuve la certeza de que ya no podía llamarse de ninguna otra forma. Y tengo que decirte que los lectores están respondiendo muy bien a un título que rompe todas las fórmulas habituales, demostrando que la gente de la calle se muestra en ocasiones más abierta a las innovaciones que los profesionales de la edición.
El pasillo y las puertas tras las que he intuido toda una serie de desdichados dementes, destruidos por fuera y por dentro, cárceles de sus almas atormentadas, se acaban. Otra reja con más óxido que restos de pintura blanca. Nuevo zumbido que abre la reja y salimos a un patio encharcado rodeado de una especie de claustro al que dan varias puertas, todas cerradas. Ya no llueve. Diez o doce personas deambulan, vigilados por unos cuantos celadores. Pijama celeste los hombres. Rosa las mujeres. Blanco los vigilantes. Algunos paran y nos miran. Otros no. Risotadas. Sollozos. Alguna carrera de pared a pared. Una mujer, casi calva, se ha tirado al suelo e intenta beberse el agua de un charco. Un celador la levanta y se la lleva.
Juan Ramón, supongo que la fase de documentación para este tipo de obras debe ser bastante compleja y larga. ¿Qué puedes contar al respecto?
Al contrario que en otros períodos, el problema de la época victoriana es precisamente la congestión de material sobre el tema, sobre todo alrededor de los clichés que tan familiares nos resultan a todos. Pero precisamente mi interés por situar allí mi historia se derivaba de la convicción de que existía un doble fondo en aquella sociedad que apenas se nos mostraba en la literatura de género. Para hallar este otro mundo me adentré no solo en toda la bibliografía que cayó en mis manos, hasta encontrar algunos textos clave particularmente reveladores como el Londres de Henry James, sino en las hemerotecas que por suerte hay disponibles y que nos dan una visión directa de aquellos días.
No obstante, era muy importante para mí que la carga histórica de la novela no lastrara la magia de un relato construido con todos los elementos de misterio y romanticismo que nos ha atraído desde siempre en esa época.
Todo ese trabajo, tras la redacción desemboca en un producto destinado al público. Me consta que el tuyo te sigue fielmente. ¿Qué relación tienes con tus lectores? ¿Recibes algún tipo de feedback de ellos que pueda servirte para posteriores trabajos?
Las redes sociales han supuesto toda una revolución en este campo; lo que hasta hace cinco o seis años era un contacto regular pero perfectamente cuantificable mediante el correo postal o electrónico, ahora es una catarata de información en ambos sentidos que pone cara y voz a una inabarcable número de lectores que en ocasiones conocen mi obra mejor que yo.
Atravesamos el patio y, a través de una de las puertas, llegamos a un nuevo corredor con más puertas a los lados. Cerradas, evitando la salida de las quimeras que permanecen detrás, medio vivas, dementes, ajenas… Los ruidos tras ellas me erizan el vello al tiempo que me atraen. Creo que Biedma me ha contagiado algo, tal vez su pasión por la belleza de lo monstruoso…
Por último, Juan Ramón, la pregunta tradicional: ¿Cómo andas de proyectos? ¿Seguirás con la novela negra o abordarás otras facetas de la literatura?
Tengo terminada una novela que se sitúa en el Madrid de los años treinta, una intriga sobre el mundo del teatro y la descomposición política de los últimos días de Primo de Rivera, una novela histórica con grandes dosis de comedia pero sin renunciar a bucear en los ambientes más extremos de aquellos tiempos. Y estoy trabajando en otra novela negrísima donde regreso a la Sevilla más profunda.
Se termina el pasillo. Nueva cancela que ya no es blanca. Zumbido. Salimos. Aire. Agua. Sonidos de calle, de ciudad. Biedma me sonríe, a modo de despedida…
Esta es la salida, pero no cometas el error de pensar que el manicomio termina aquí, amigo mío. Eso sí, estás invitado a volver cuando quieras. En calidad de entrevistador o de interno.
Juan Ramón, muchas gracias por esta oportunidad de vivir un rato dentro de tu imaginación, de tu universo literario. Espero que a los seguidores de Anika Entre Libros les sirva para conocerte un poco mejor y decidirse a realizar una inmersión en tus obras. Sé que no se arrepentirán.
Me alejo, no sin mirar atrás. El escritor queda allí, despidiéndome con los ojos y la sonrisa, hasta que decide dar la vuelta y penetrar de nuevo en ese mundo de fantasmas y tinieblas que le pertenece. Es suyo. Él lo ha creado, y a él le sirve.
A él y a sus lectores.