Entrevista a Juan Manuel de Prada por Mirlo blanco, cisne negro
Entrevistamos al novelista Juan Manuel de Prada, que nos sorprende y estimula con su recién estrenada novela "Mirlo blanco, cisne negro", un viaje iniciático que atraviesa el mundo editorial español y en el que ha forjado personajes de mucha hondura y peso. De Prada responde con cercanía y amabilidad a mis preguntas como acostumbra: sin ningún tipo de tapujos y comunicando la seriedad de su propuesta como escritor y su gran conocimiento del mundo literario.
ENTREVISTA
En alguna de las entrevistas de la promoción de "Las esquinas del aire", comentaba usted que le daría mucha pereza criticar a los críticos o dinamitar el sistema editorial. ¿Qué le ha empujado a hacerlo y, además con un trabajo de tanta dedicación como una novela, años después? ¿Cuál es el impulso de la novela?
Yo no diría que la razón de ser de esta novela sea esa. Eso es un elemento colateral. Quizá la propaganda editorial, buscando el gancho periodístico, ha resaltado ese aspecto. Diría que eso es el telón de fondo, en todo caso. El asunto de esta novela es la vocación literaria, las vicisitudes por las que atraviesa y el efecto o los distintos efectos que una vocación literaria puede tener en el espíritu humano que, en algunos casos, pueden ser efectos terribles y autodestructivos.
Aunque la prensa no lo ha destacado, quizá la idea del relevo generacional tiene un peso importante en la novela ¿podríamos decir entonces que ése es el tema principal?
Indudablemente. Porque todo esto se expresa a través del choque entre dos escritores de distintas generaciones. Un choque fructífero en un principio, y luego destructivo. El objetivo primordial de la novela, en mi opinión, no es la crítica al mundo literario o al mundo editorial. Pienso que aparece colateralmente y, en todo caso, como manifestación coherente del temperamento de los personajes, específicamente de Saldaña. Es un hombre confrontado con el medio en el que ha vivido y vive, porque un personaje tiene que ser consecuente consigo mismo.
En ese sentido, ¿los críticos se están quedando con algo que no es la esencia de la novela?
Honestamente, no creo que la función principal de la novela sea la crítica. Lo cual no quiere decir que sea completamente falso porque, efectivamente, en la novela existe dicha crítica pero es algo adyacente.
A Umbral le obsesionaba ser el eslabón de una cadena. Siempre estaba buscando en qué parte de la tradición literaria podía encontrar su sitio. ¿A Juan Manuel de Prada también le preocupa esto? ¿Es algo que tiene en mente cuando escribe o que no le preocupa en absoluto?
Soy un defensor de la tradición. Para mí, la tradición es el elemento constitutivo de los seres humanos y de las comunidades humanas. Las comunidades sin tradición están condenadas al fracaso. Y los seres humanos que no se reconocen en una tradición son huérfanos. En términos literarios, yo también me considero miembro de una tradición. E indudablemente en la que más a gusto me encuentro es en la de la literatura española y, más específicamente, en la novela barroca. Un escritor de la generación de Umbral no tiene las mismas influencias que un escritor de mi generación, al igual que uno de la generación de Gómez de la Serna o de Valle Inclán. Yo me encuentro encadenado a esa tradición, con todas las salvedades y matices que queramos hacer y, por supuesto, se deben hacer.
Leyendo la novela, se observa una forma distinta de aproximarse a la narración larga, quizá más dirigida al contenido que a la forma que en otros escritos. ¿Es distinta la concepción de esta novela?
No, yo creo que tiene más que ver con una evolución natural. A medida que nos vamos haciendo viejos sentimos la necesidad de mostrar más nuestra verdad. Es una evolución natural la de enseñar nuestra verdad más escondida. Soy una persona muy amante de la belleza de la palabra y no la voy a descuidar nunca, pero, evidentemente, quieres exponer tu verdad.
¿No es entonces un lugar común afirmar que es una obra más personal?
Sin duda. Pero en toda obra un escritor pone lo mejor de sí. Y lo más verdadero de sí. No es lo mismo escribir sobre Santa Teresa de Jesús que sobre un bohemio desgarrado, puesto que siempre muestras una verdad que escondías de ti mismo. Con el paso de los años, quizá, eres más sincero.
La crítica literaria en prensa es vapuleada en la novela. ¿Usted cree que la crítica ha perdido su función, y que las reseñas son útiles en la actualidad?, ¿cuál es el papel del crítico en el futuro?
La crítica ha perdido mucho prestigio, muchísima influencia. Recuerdo cuando era adolescente haber leído una crítica sobre "Juegos de la edad tardía" y sentir la necesidad inmediata de leer esa novela. Otro ejemplo sería el de Ricardo Senabre, uno de los últimos mohicanos. Quizá era un poco excesivo pero podría decirse que era un crítico de gran influencia. Era, además, un crítico insobornable. No tenía las servidumbres que suele tener un crítico. Actualmente, los medios de comunicación no tienen las audiencias millonarias de antaño y, por tanto, no tienen la misma influencia. Muchos de los críticos de aquella época fueron un poco venales, elogiaban o denostaban una obra literaria dependiendo de las adscripciones ideológicas del autor, de su pertenencia a tal o cual editorial, etc. Todo esto fue mellando el prestigio de aquella crítica, que en los noventa empezó a decaer y ya a principios de este siglo se derrumba. Sin embargo, de esos escombros puede surgir una nueva crítica. Una crítica muchísimo más desvinculada de intereses comerciales, ideológicos.
¿Podríamos hablar de una nueva crítica con menos filtros?
Exactamente, con menos filtros. Con menos condicionantes y servidumbres. Más independiente y más vocacional porque antes el crítico era rehén de quien le pagaba. La nueva crítica estará ligada directamente a la alegría o rechazo que te provoque un libro de forma totalmente espontánea.
Precisamente al hilo de los cambios que se han producido en el mundo literario, ¿qué piensa usted sobre las posibilidades de autoedición y autopromoción que existen ahora con Internet? ¿Internet puede ser de verdad el refugio de los escritores que no se pliegan a la industria o es el consuelo de los escritores que no tienen acceso a una editorial de verdad? ¿Cuál es su posición a este respecto?
Pienso que Internet tiene que desempeñar su función, pero un escritor tiene que darse a conocer a través de los libros. En ese sentido, Internet es una plataforma excelente para dar a conocer tus libros o incluso un lugar de encuentro extraordinario para la gente que ama la literatura. No obstante, no creo que sea un sustituto del libro. Hace unos años hubo una tendencia a pensar que Internet iba a ser el nuevo ámbito para la literatura, y yo creo que esto es un grave error. Todo lo contrario: Internet puede proteger, potenciar y multiplicar el amor a la literatura, acabar con esa dictadura o hegemonía cultural que mantenían determinados medios que, a mi modo de ver, era totalmente tiránica. Sin embargo, una mayor disponibilidad no hace que la literatura esté más presente en nuestra vida. En mi opinión, está demostrado que no hay un formato mejor para la literatura que el libro. El grado de comunión que consigues con el libro no lo logras con un ebook o con una pantalla.
Foto de Archivo (Anika con Juan Manuel de Prada)
Llama la atención, en la novela, el momento en el que Saldaña envía a Alejandro Ballesteros obras de Henry James con la esperanza de que aprenda de ellas. ¿Por qué escogió este autor americano y no otro?
Henry James tiene una obra literaria que yo considero magistral, llamada "La lección del maestro". En ella un joven escritor recibe un consejo de un escritor veterano que ya está en una época un tanto difícil. Le dice que para triunfar tiene que dedicarse por entero a la literatura y para ello debe abandonar a su novia. El joven escritor sigue el consejo y se vuelca en la literatura. Tiempo después, descubre que el maestro se ha casado con su ex novia. Este relato es una referencia en mi novela. Por otra parte, Henry James es para mí el maestro del punto de vista, el escritor que consigue que el narrador de la historia sea una persona poco fiable, que nos cuenta su versión de la historia y el lector no tiene por qué creer. "Mirlo blanco, cisne negro" es una novela en la cual no tenemos por qué creer completamente lo que nos está diciendo Alejandro. Puede que nos esté contando la versión de una historia que tal vez pudo ocurrir de otra manera. Esta era la intención de hacer tantas bromas con Henry James en la novela.
También es muy interesante que el protagonista sea invitado a una especie de tertulia televisiva. ¿Hay autocrítica en la obra?
Hay mucha autocrítica, yo me atrevería a decir que cualquier reproche que se me pueda hacer sobre la crítica al mundo literario, a los críticos, a los editores, puede acallarse porque la persona más vapuleada en la novela soy yo.
Al leer la novela se tiene la sensación de que se trata de un ajuste de cuentas de Juan Manuel de Prada consigo mismo. Hay una especie de entierro figurado de "La Tempestad". Usted está dejando a las claras lo mal que lo pasó con las tertulias televisivas. En ese aspecto es una novela de una profunda humildad, ¿está de acuerdo?
Sí, yo me atrevería a decir que es una novela penitencial, una gran purga del corazón. Soy implacable conmigo mismo, tanto con el joven escritor de éxito que fui como con el otro escritor que estuvo cinco años sin escribir y que tuvo que estar paseándose por los platós televisivos. Concretamente, la inmolación más brutal es la que hago de "La Tempestad". Esta novela está concebida como una confesión de ficción que utiliza el género novelesco pero en la cual hay mucha verdad humana y doliente. El que sale peor parado soy yo.
¿Qué queda del autor de "Coños" en Juan Manuel de Prada?
Queda lo fundamental: el entusiasmo y el amor indestructible a la literatura. El estar constantemente sorprendido con la literatura y no haber perdido el amor por ella, seguir leyendo a clásicos y modernos, jovencísimos autores y autores medievales. A pesar de que mi estilo ha cambiado mucho, a pesar de que mis temáticas o referencias hayan cambiado, creo que me he mantenido fiel a una tradición literaria. En líneas generales y más allá de los desfallecimientos o las etapas en las que he escrito menos, fundamentalmente, estoy contento con la constancia que mantengo en mi amor a la literatura.
¿Cuál es la próxima empresa novelesca de Juan Manuel de Prada? ¿Hay algo ya en la cocina?
En estos momentos tengo varias historias en la cocina… Tengo muchos proyectos, muchos de ellos muy ambiciosos. Incluso uno de los proyectos es sobre los primeros cristianos en Roma. Son proyectos de lo más variopinto, pero hasta Navidad no me lanzaré a por una concretamente. Estos últimos años he tenido un ritmo de producción casi sobrehumano, así que quizá ahora tarde un poco más, aunque ello también dependerá del proyecto por el que finalmente me decante.