Anika entre libros

Entrevista a Jesús Cañadas por "Pronto será de noche"

"me apetecía traerme la historia a casa, hacer un viaje al infierno aquí mismo. Por eso me apeteció usar una imagen tan característica como el toro de Osborne, pero darle el toque ominoso de una cruz grabada a serrucho en su pecho, sobre todo en medio de un mundo que se desmorona"

Anika Lillo. Junio 2016 / Fotos: Jesús Cañadas del autor, Anika Lillo de los libros

 

La vida de Jesús Cañadas ha cambiado bastante desde que nos conocimos, cuando él soñaba con dedicarse a la literatura y trabajaba a conciencia para ello. Nacido en Cádiz en 1980, comenzó participando en antologías como Prontoseradenoche -2"Ácronos" (Tyrannosaurus Books), "Retrofuturismos" (Nevsky) o "Presencia humana" (Aristas Martínez). Se lanzó a la novela con "El baile de los secretos" y aunque tuvo buena acogida él está más contento con la siguiente: "Los nombres muertos" (Fantascy, 2013), que fue traducida al portugués y al inglés y se ganó nominaciones a los premios Scifiworld, Nocte, Ignotus y Celsius.

En esta entrevista hablamos de su última novela, "Pronto será de noche", publicada por una de las editoriales que más amamos los fans del género fantástico y del terror, Valdemar. Encuadernada en tapa dura y con una portada que sitúa el fin del mundo en nuestro país, Jesús Cañadas nos cuenta cómo hacer que el fin del mundo nos pille desprevenidos y vaya todo demasiado rápido. Y para enredarlo más, con asesinato por medio.

En la carretera, una cola de autos no parece nunca avanzar. Los ocupantes de los vehículos empiezan a ponerse nerviosos. Algo que identifican como el fin del mundo y que han dejado atrás pero que puede llegar hasta ellos, avanza desde la ciudad, y ellos no están tan lejos, sin embargo la cola no avanza, siguen parados. Samuel tiene pistola, y cuando aparece asesinado un médico, les dice que es policía y que va a averiguar quién es el asesino. El médico ha muerto de noche, y al parecer no será el único al que se asesine cuando llegue la oscuridad.

 

 

ENTREVISTA

 

Antes que nada ¿qué hace un escritor español en Frankfurt? ¿Alguna relación con la literatura?

¡En realidad ya no estoy en Frankfurt! Me fui a vivir allí porque me salió un trabajo en la Frankfurter Buchmesse, la feria del libro internacional más grande del mundo. Estuve allí los casi tres años que duró el contrato, pero las condiciones cambiaron a la hora de renovarlo y ya no me interesó tanto.

El caso es que ahora vivo en Berlín y me dedico completamente a la escritura. Eso no significa que viva de mis libros, ni mucho menos: vivo de escribir, lo que sea. He escrito para la serie de televisión Vis a Vis, para páginas web, para un par de empresas de viajes… también traduzco de inglés a español para varias editoriales, para revistas especializadas en arte y en arquitectura… tal y como está la situación hoy en día, eso es lo que significa vivir de escribir.

Oye, y yo tan contento, porque todo lo hago en pijama desde mi salón.

 

Una curiosidad que se preguntará mucha gente sobre la novela ¿por qué no aclaras a qué se debe este fin del mundo, cómo empieza o por qué afecta a las personas?

Porque ya estamos hartos de fines del mundo. Ha habido tantísimos apocalipsis en ficción que, de hecho, la razón es la de menos. No me interesaba las causas del apocalipsis, sino las consecuencias. El libro no cambiaría lo más mínimo si se tratase de una guerra nuclear, de uno de esos cometas que se van a estrellar contra la tierra o de un fin del mundo religioso. Por eso me decidí a dejarlo abierto, y me vas a permitir que no tenga abuela: creo que es uno de los aciertos del libro.

 

Jesus -canadas 

 

Tu novela es una road movie en un gran atasco, por lo tanto es al aire libre ¿cómo se consigue ese ambiente de opresión y claustrofobia que trasladas al lector?

Ay, con mucha fatiguita. A pesar de tener unas 60.000 palabras, me costó 13 meses escribirla. Ha sido un proceso larguísimo de redacción. De forja, si me apuras. Ha supuesto darse cabezazos con cada palabra y cada frase para que tengan un peso específico, para que den esa idea de estar atrapado en un sitio donde no hay ni barrotes ni paredes.

Quería transmitir al lector esa sensación de no avanzar, de ir a trompicones, de calor y de sequedad, y sobre todo de alarma que sienten los personajes. De momento, según me dicen los lectores y lectoras, parece que ha funcionado. Creo que una lectora me dijo "si esta novela tuviera cien páginas más, no se podría ni aguantar"; y otro me dijo "debería haberme puesto el marcapasos para leerla".

 

Tengo la impresión de que de la portada -ese enorme toro, que sale de la novela- el animal no significa mucho, pero la cruz sí… ¿Qué querías dar a entender con esa escena?

En mi anterior trabajo, Los nombres muertos, los protagonistas eran escritores norteamericanos que viajaban desde Providence hasta Damasco pasando por Berlín, Londres y Lisboa. Ahora me apetecía traerme la historia a casa, hacer un viaje al infierno aquí mismo. Por eso me apeteció usar una imagen tan característica como el toro de Osborne, pero darle el toque ominoso de una cruz grabada a serrucho en su pecho, sobre todo en medio de un mundo que se desmorona.

En cuanto al significado en sí, prefiero que los lectores y lectoras saquen sus conclusiones. Tú imagínate que te ves en esa situación: el mundo se acaba, estás atrapada en una carretera que va a Despeñaperros, aparece en la lejanía el Jesus -canadas2toro y tiene una cruz grabada. ¿Qué pensarías?

 

Es una novela de género, de terror, pero tiene mucho de terror psicológico ¿estás de acuerdo?

No veo tan clara la diferencia. Están de puta madre las novelas tipo Richard Laymon, donde un tío con un cuchillo enorme empieza a despedazar gente. Pero eso a mí no me da miedo. Me gusta y me divierte en la ficción, pero lo que es miedo, no me da.

Yo llamo terror al libro que me hace pensar "me cago en la puta" y andar más rápido mientras camino por el pasillo a oscuras que va de mi salón al dormitorio. El que me hace encender la luz. Las historias que usan la anticipación y la atmósfera para desasosegar; ésas son las que me molan. Podemos llevarnos toda la tarde poniéndole nombres, pero al final yo lo defino de esta manera: terror del bueno. Eso es lo que he intentado hacer en Pronto será de noche. Son los lectores y lectoras los que tienen que juzgar si lo he conseguido.

 

También la veo como una novela de personajes…

Pocas historias que jueguen con emociones fuertes van a funcionar si no consiguen un vínculo con sus protagonistas, ya sea de empatía o de rechazo. Los personajes de Pronto será de noche pasan por situaciones extremas, y tienes que sentirlos cerca para experimentar estas situaciones a través de ellos. Eso, claro, se dice rapidísimo y cuesta horrores llevarlo a la práctica de manera convincente. No olvidemos que la ficción es una mentira. Pero tiene que ser una buena mentira.

Lo que yo he intentado es desarrollar arquetipos, figuras que representen maneras de enfrentarse a la idea de la muerte, porque de eso va el fin del mundo en la novela. Por eso tenemos a la mujer embarazada, al anciano, al hombre con una enfermedad terminal, al yonki, al que todavía no pierde la esperanza, a la beata… cada uno vivirá su propia ordalía. En qué términos se concreta esta ordalía… bueno, eso es mejor verlo en el libro.

 

Hablando de personajes, cuéntanos un poco de ellos. Seduce a tus posibles lectores.

Flaco favor le voy a hacer a mis lectores y lectoras si tengo que convencerlos. A mí lo que se me da bien es encerrarme en mi salón o en una biblioteca e intentar transmitir emociones con palabras.

Las emociones que he intentado transmitir con Pronto será de noche son claras: miedo, alarma, agobio, tensión. El fin del mundo. Gente atrapada en un atasco con un asesino que mata cada vez que cae la noche. Un policía que busca al asesino a pesar de que todos están a punto de morir. ¿Qué pasará cuando caiga la noche?

 

¿Se te ocurrió esta historia estando en un atasco y… no sé… quizás te entraron ganas de matar a todo el mundo? (sonrisa)

De hecho, se me ocurrió en 2009. Por aquel entonces también vivía en Berlín. Estuve colaborando con una ONG de apoyo a Nueva Orleans por el Huracán Katrina. Vino gente local a contarnos su experiencia, nos pusieron videos caseros de las evacuaciones… al ver las colas kilométricas de coches huyendo de la ciudad, me pareció que aquello era el fin del mundo para aquella gente. No había diferencia entre el fin del mundo y el huracán, ¿entiendes? Estaban huyendo de la muerte y dejaban su vida atrás. Luego me vino a la mente una pregunta: ¿qué pasaría si allí en medio aparece un tío asesinado?, que es una pregunta que me suelo hacer mucho porque soy un maldito perturbado. Pero siempre saludo en el rellano, eso sí.

Total, el escenario me pareció interesante, y la idea se quedó bullendo en mi mente varios años, hasta que terminé Los nombres muertos y me planteé qué escribir a continuación. Y me lancé.

 

Me he preguntado en varias ocasiones cómo pueden seguir en pie sin comer… pero más aún cómo se puede querer sobrevivir en un fin del mundo…

Sobrevivir es una cosa innata en nosotros. ¿Cómo si no vas a llegar al extremo de comer carne humana si estás atrapado en un risco a nosecuántos kilómetros? Somos capaces de todo para sobrevivir; por eso en Pronto será de noche hay personajes que, incluso en medio del atasco y de la situación, aún conservan la esperanza. Algunos la racionalizan, como el que quiere esconderse en una base naval; y otros confían en que Dios los salve en el último momento.

En cuanto a la falta de comida y agua, es una más de las muchas muertes que campan por la novela. Consulté con una doctora cuánto podían aguantar, qué efectos progresivos tendría el hambre y la sed: hipoglucemia, deshidratación, mareos, pupas, efectos psicológicos, esa especie de coma nebuloso en el que se encuentran los niños del autobús… todo está medido. Aunque es posible que en aras de la ficción haya exagerado o disminuido algún rasgo.

De todos modos, me parece más interesante el momento en que uno de los personajes, no diremos cuál, no aguanta la tensión e intenta suicidarse. Los demás lo salvan, y su reacción es montar en cólera. ¿Qué derecho tenéis a decidir cómo tengo que morir?, les dice. ¿Por qué me habéis obligado a estar aquí cuando el mundo acabe? Son preguntas terribles, para las cuales no tengo respuesta; porque para mí los buenos libros sólo plantean preguntas. Son los lectores los que tienen que responderlas.

 

Prontoseradenoche2

 

¿Por qué motivos crees que esta novela puede llegar a más gente?

No tengo ni idea de si la novela llegará a más gente. Agobiarse con esas cosas es la receta del fracaso absoluto. Que la lea quien la tenga que leer; para mí la victoria ha sido que Valdemar, una editorial que llevo adorando desde que la descubrí con 15 años, me haya llamado y me haya dicho "queremos una historia tuya". A partir de ahí, a mí sólo me queda entregársela y seguir escribiendo.

 

A casi todos los autores se les pregunta algo que no siempre me interesa pero en tu caso sí ¿qué influencias literarias te guían?, ¿qué autores de terror admiras?

Para Pronto será de noche, sobre todo me he empapado de David Vann, Cormac McCarthy, Juan Rulfo o Miguel Delibes. La referencia al cuento Carretera al Sur de Cortázar es clara, pero en la novela también hay algo del Dogville de Lars von Trier y la crudeza morbosa de Jack Ketchum.

Eso en cuanto a Pronto será de noche. En cuanto a mis referencias  generales, me obligo a no leer sólo terror, pero es evidente que Lovecraft, Stephen King o Alan Moore están ahí. También Daniel Pennac, Catherine M. Valente, Michael Chabon, Angela Carter, China Mieville, Rodrigo Fresán, Pilar Pedraza… yo qué sé. De todo. A veces cuando me bloqueo intento leer autores malos para desbloquearme.

 

Jesús, nosotros nos conocimos hace unos años en Madrid, en el I Encuentro Nacional de Anika Entre Libros, un evento entrañable. ¿Cuánto ha cambiado tu vida desde entonces hasta hoy? (literariamente hablando)

Cuando nos conocimos era un niñato de 28 años y ahora soy un niñato de 36. He leído más, estoy mucho menos seguro de mí mismo, lo dejo todo mucho menos a mi talento y, sobre todo, tengo muchas horas de vuelo acumuladas aporreando un teclado. Aparte de eso, estoy más gordo y más calvo, qué le vamos a hacer.

Por cierto, todavía no te perdono el miedo que me hiciste pasar en aquel encuentro contando tus historias reales de fantasmas, PETARDA.

 

(risas)  ¿Estás ya con algo más, horneando alguna novela?

Tengo una recién horneada que saldrá este otoño. Es una marcianada, como la mayoría de las cosas que hago, y ya barrunto que tendrá fans incondicionales o bien haters irredentos. Y está bien que así sea. Los libros que dejan indiferente al lector nunca deberían haberse escrito.

 

Muchas gracias por la entrevista. Estoy deseando seguir leyéndote y algún día poder hacerme con tus anteriores novelas y leerlas.

Encantado de pasar por Anika Entre Libros; espero que no sea la última vez. ¡Nos vemos entre páginas!

 

+ Jesús Cañadas

 

 

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