Anika entre libros

Entrevista a Félix J. Palma por "El menor espectáculo del mundo"

"Siempre digo que todo el mundo puede escribir un cuento pero muy poca gente puede escribir un buen cuento"

Firma y fotos: M. Dolores García Pastor / Foto cabecera: M. J. Bausá / Junio 2010

 

Félix J. Palma vive un excelente momento. Se le ve feliz y no es para menos. Su novela "El mapa del tiempo" está siendo traducida a un montón de idiomas y muy pronto verá la luz en países como Estados Unidos o Alemania.

En estos momentos está metido de lleno en la promoción de su libro de cuentos "El menor espectáculo del mundo" y, aunque cansado, nos regala su charla y su sonrisa.

Se define a si mismo como un contador de historias, tan cuentista como novelista. A este escritor que puede decir que vive de la literatura (que no es poco) se le ilumina la cara cuando sostiene en las manos su nuevo libro. Y con esa ilusión nos habla de él.

Lectoras y lectores, en la pista central de nuestro circo virtual el contador de cuentos Félix J. Palma.

 

 

ENTREVISTA

 

¿Qué tiene el cuento que te gusta tanto? Porque tú has hecho básicamente cuento.

Sí. Empecé publicando cuatro libros de cuento de corrido. Entonces entiendo que tanto los lectores como la crítica pensaran que a mí me gusta tanto el cuento como para desdeñar la novela. Pero no es así. Yo elegí el cuento, independientemente de que me guste el género, porque necesitaba una traducción inmediata de un esfuerzo, una traducción económica. Decidí que si quería ser escritor tenía que vivir de la literatura, pues no me veía teniendo un trabajo cualquiera y llegando a casa y robándole horas al sueño para escribir. Entonces dije: me tengo que ganar la vida con la literatura. Y gracias a Dios, afortunadamente, vivimos en un país en el que hay infinidad de certámenes literarios. Y me dediqué a eso. Porque no es lo mismo escribir una novela e hipotecar con ella un año de tu vida que escribir un cuento que te lleva a lo mejor 10 o 15 días y que si te sale mal puedes escribir otro. Para mí el cuento era el formato idóneo para vivir de la literatura.

 

Entonces fue por una cuestión práctica.

Sí, fue por eso, pero también porque me gusta si no podía haber escrito poesía. Yo intentaba que esos cuentos funcionaran bien en los premios y que luego fueran publicables. Pero también escribí muchos cuentos puramente crematísticos que están en un cajón y que nunca jamás publicaré aunque, a lo mejor, son los que más dinero me han dado, paradójicamente. Yo utilizaba el cuento así y luego iba recopilándolos en libros. Si te das cuenta los dos últimos libros, Tiflos y Premio Iberoamericano de Relatos Cortes de Cádiz, eran también con premio.

Nunca encontraba el momento o la bonanza económica suficiente para meterme en un proyecto literario de largo recorrido como es una novela. Cuando al final la tuve me puse a escribir novelas. ¿Que la prefiero al cuento? Pues no sabría decirte qué me gusta más. Supongo que cada uno me gusta por una cosa.

El cuento tiene una serie de peculiaridades, o por lo menos el cuento que yo practico que es como un mecanismo de relojería donde todo está perfectamente en su sitio, donde no sobra ningún elemento, donde todo se conduce a un final sorpresa, donde a los personajes casi no hay que definirlos porque lo que cuenta es la trama…

La novela tiene otras características que también me gustan. Yo no veo el cuento como un descanso entre novela y novela como se ve hoy por Felixjpalma3muchos novelistas o por parte de la crítica. Adoro el cuento. Es un género que me gusta mucho y que respeto, así que intento hacerlo lo mejor posible. Incluso me parece un género mucho más difícil que la novela. Siempre digo que todo el mundo puede escribir un cuento pero muy poca gente puede escribir un buen cuento.

 

Pues yo siempre digo que todo el mundo puede escribir una novela pero no todo el mundo puede escribir un cuento.

Pues sí que es verdad. Pero sin embargo, por su brevedad, se confunde con un esfuerzo menor. Cuando yo creo que es un esfuerzo mayor. Y así no tiene muy buena prensa. Entiendo que se utilice en los talleres literarios como medio de poner ejercicios porque no te van a poner una novela. Y tal vez todo eso le perjudica un poco porque la gente piensa o tiende a pensar que el cuento es algo fácil de hacer.

 

Y que es el terreno de experimentación de la novela.

Claro, como un ensayo. A mí me pasaba que cuando alguien escribía sobre mis cuentos la crítica siempre acababa "¿para cuándo una novela?". Cuando en realidad ningún cuentista bueno tiene por qué escribir una novela buena. Ahí está el caso de Borges que siempre se comenta. Y Cortázar es casi más conocido por sus cuentos que por "Rayuela".

Un novelista no tiene por qué escribir buenos cuentos. Yo creo que son dos formas de enfrentar la literatura muy distintas y que es muy raro encontrar a un escritor que te guste por ambas cosas. Andrés Neuman es un caso que lo hace bien todo, pero es muy raro que un cuentista escriba buenas novelas o viceversa.

 

Tú también te mueves muy bien en los dos géneros. Yo sólo te he leído como cuentista pero tu novela "El mapa del tiempo" ahí está.

Sí, por eso yo no me definiría ni como cuentista ni como novelista, yo me definiría como contador de historias y creo que cada historia nace con su espacio. El cuento te permite experimentación como hago aquí en algunos, te permite una prosa más elaborada porque dada su brevedad se supone que el lector no se va a cansar de una prosa elaborada. En "El mapa del tiempo" fui consciente de que 600 páginas con mi prosa habitual iba a ser un poco cargante para el lector.

 

Y para ti agotador.

También. Por eso rebajé un poco el lenguaje, lo depuré, intentando que tuviera calidad literaria. Volver al cuento ha sido para mí un poco reencontrarme con mi estilo y sobre todo cambiar de aires. Porque tanto en literatura como en la vida es sano cambiar de aires.

 

¿Y este título?

Precisamente es un título que tenía mucho antes que el libro, me daba vueltas en la cabeza, como puedes ver es un título muy atractivo. Lo tenía desde hace mucho tiempo y sabía que tarde o temprano iba a terminar titulando algo así pero no sabía qué. Reuní estos cuentos, porque nunca he hecho un libro de cuentos deliberado, siempre he escrito cuentos sueltos y luego los aglutinaba intentando que tuvieran un rasgo común. Estos cuentos tienen ese rasgo común que es la exploración del absurdo, una visión del amor que los hermana, sobre todo de convivencia de la pareja y que los protagonistas se ven involucrados en una gesta absurda para conquistar a sus parejas y les Felixjpalma4venía de perlas este título.

Yo creo que finalmente entre el título, la cubierta y el contenido ha quedado un producto tan redondo y tan compacto… (a Félix se le ilumina la cara).

 

Y lo de "menor" ¿hace referencia al género?

Sí, claro. Este título me gusta primero por el aire de circo que tiene, porque mis cuentos son malabarismos con la realidad, y luego es un homenaje o una reivindicación por mi parte del cuento que en España se considera un arte menor y llamarlo espectáculo es mi forma de decirle al lector: oye, que en los escaparates de las librerías aparte de novelas también puedes encontrar cuentos y tienes esa opción.

Y hay otro significado que es el del amor como menor espectáculo del mundo. Es un espectáculo que sólo sienten o viven dos personas a la vez. Si te das cuenta siempre que una pareja vive el amor, aunque esté insertada dentro de un contexto con amigos o familiares, ellos podrán especular sobre qué sienten pero nunca sabrán realmente lo que sienten. Siempre que nos involucramos en una relación de pareja nos protegemos en una crisálida de complicidades que si tú sacas esas complicidades y las dejas fuera no tienen ningún sentido para el resto de la gente. Me parece como un pequeño teatro de dos personas.

 

Cuando escribes cuentos, ¿los escribes de uno en uno o de tres en tres o cinco en cinco como aconsejaba Bolaño?

Cuando acabé "El mapa del tiempo" escribí algunos de los cuentos de esta antología pero la mayoría son anteriores. Lo que no puedo hacer o nunca he hecho es llevar adelante una novela haciendo parones para escribir cuentos. Llevo una cosa u otra. Bueno, la verdad que es un poco raro que ahora diga eso porque estoy intentando escribir dos novelas, una juvenil.

La conclusión que yo saco de esto, es que muchas veces cuando me preguntan sobre mi método de trabajo yo intento sacar un modo de trabajo que pueda explicar pero cada novela exige uno distinto. Por ejemplo, con "El mapa del tiempo" escribí un esquema súper largo, hice un borrador para saber lo que iba a contar. Sin embargo en mi novela anterior "Las corrientes oceánicas" no trabajé con borrador, en "La hormiga..." tampoco. Depende de la historia.

 

Nueve cuentos de los cuales ocho están explicados por un hombre y sólo en uno de ellos el narrador es una mujer, ¿por algo en especial?

No. Hay gente que me pregunta eso o qué interés tengo yo en contar la incomunicación de la pareja y no tengo ningún especial interés. Yo construyo primero la trama y en base a esa trama cojo a los personajes que la van a hacer funcionar. Por ejemplo, mis parejas me conviene siempre que estén en descomposición porque el hecho absurdo o fantástico que incide en la realidad del protagonista para ponerlo todo patas arriba si ese protagonista tuviera el apoyo de su mujer no funcionaría. A mí me interesa que haya un conflicto, que el protagonista lo viva en soledad y la mujer sea su antagonista, involuntaria a veces, pero tiene que existir. Por eso elijo parejas que se están hundiendo para que haya como un enfrentamiento entre ambos. Luego la gente cree que tengo un especial interés en hablar de parejas así, pero es simplemente por requisitos narrativos.

 

¿Porque dan más juego?

Claro. Y aparte la visión pesimista que tengo del amor. Yo me doy cuenta que la tengo ahora que la gente me lo está diciendo. Creo que, a veces, como los escritores tenemos una serie de obsesiones de las cuales no somos conscientes hasta que nos ponen el dedo en ellas. Entonces te das cuenta de que esas obsesiones te acompañan escribas lo que escribas. Por ejemplo, la visión que tienen mis personajes del mundo, que es una visión de perplejidad y extrañeza. No te voy a decir que sea la mía pero en parte sí, es una visión quizá acentuada para que las tramas funcionen.

 

¿De dónde sacas las ideas para los relatos?

Creo que cada escritor tiene que ser consciente de las historias que puede rentabilizar. Es decir, debe conocerse y debe conocer sus límites y sus armas. A mí puede contarme alguien una historia que le ha pasado, que puede ser muy buena, pero si yo no veo que le puedo sacar partido con mis armas… En cambio otras historias, que a lo mejor a nadie le interesarían, a mí sí me interesan. Hay un par de cuentos que están dedicados a dos amigos que fue una anécdota que les pasó a ellos y me la contaron y que desencadenó en mi cerebro esa sensación que yo sé cuándo estoy manejando un material que puedo convertir en historia pero, sobre todo, en una historia que enriquezca el universo en el que yo me muevo. Es necesario que la historia haga crecer el universo que yo estoy creando, un universo presidido por el fantástico y el absurdo. Estoy muy receptivo, muy sensible hacia cierto tipo de historias que veo que puedo desarrollar.

  

Me he dado cuenta de que cuentas historias terriblemente dramáticas pero desdramatizándolas totalmente.

Eso se consigue sobre todo con el tono en el que está contado. Creo que el humor ha ido apareciendo lentamente en mi obra. "El vigilante de la salamandra" eran cuentos fantásticos pero el humor no tenía tanta cabida, salvo en alguno. Luego se ha ido instalando en los cuentos hasta que ahora el fantástico no proviene tanto de contar un hecho sobrenatural sino de contar con naturalidad un hecho disparatado. Pero contarlo con seriedad.

Hay una frase de Oscar Wilde que a mí me gusta mucho que decía que el hombre no podrá creer nunca en lo inverosímil o en lo improbable pero podrá creer siempre en lo imposible si se lo cuentas bien. A mí me interesa que el lector diga "qué disparate está haciendo aquí este personaje" pero que en el fondo, en su fuero interno diga "pero es que no puede hacer otra cosa". Cree en lo que está haciendo. Y buscar la poesía que hay en ese gesto, la fe que él tiene en lo que está haciendo y la poesía que puede haber en el disparate que está haciendo. Por ejemplo, escribir una carta para su hija fingiendo que es de una muñeca. O que alguien vea que el gato de su vecina es realmente un amor perdido. Me gusta la poesía de esos hechos inusuales.

Y las historias se te ocurren o por anécdotas que despiertan tu sensibilidad en ese sentido o también por contagio por otras obras de ficción. A mí me inspira casi todo. Y es verdad que lo que inspira a un escritor no tiene por qué inspirar a otro. Pienso que ese lector que llega a casa y se acuesta en la cama y tiene un ratito para leer, que ha estado todo el día desenvolviéndose en una realidad que para él es hostil, frustrante… yo no le voy a contar una historia realista sobre esa realidad. Lo que intento es hacerle mirar con ojos nuevos esa realidad, educar su mirada para que vea esa realidad en la que está obligado a vivir desde un ángulo insólito y vea cosas divertidas o pequeños Elmenorespectaculodelmundo -portadareductos de magia o de poesía incrustados en ella.

 

¿Es difícil introducir el elemento fantástico en la vida real?

A mí no me cuesta demasiado porque es lo que llevo haciendo desde hace diez años. Siempre lo hago siguiendo un poco las directrices de Cortázar que a mí me parece que es el mejor en el fantástico-cotidiano. Sobre todo algo que dijo Teodorov "el cuento fantástico proviene de la contaminación del cuento de hadas con el cuento realista". Si te das cuenta mis cuentos siempre empiezan y parece que van a ser realistas porque describo minuciosamente el escenario donde se mueven los protagonistas, (la tasca de Margabarismos o el hospital del de los viejos) para que luego, la introducción del fantástico produzca un contraste favorecedor para ambos. Si tú empiezas el cuento de manera absurda el hecho absurdo nunca va a producir ningún contraste. Para eso intensifico la parte realista.

 

Me han gustado mucho la construcción que haces de tus protagonistas femeninas porque son muy actuales. Mujeres independientes que toman sus propias decisiones…

Un amigo me dijo una vez que siempre se enamoraba de mis personajes femeninos. Oscar Wilde decía que las mujeres están para amarlas, no para comprenderlas. Mis personajes siempre las ven como criaturas incomprensibles. Aspiran a su amor, aspiran a su perdón, aspiran a saber por qué las aman o dejaron de amarlas pero en ningún momento son historias de amor. Yo el amor no lo cuento, siempre es el desamor o la búsqueda de ese amor pero no el amor, propiamente dicho. Imagino que es muy difícil que yo cuente una historia de amor porque no pasaría nada, siempre hablo o del antes o del después.

En realidad mis personajes creo que son un poco idealistas, buscan a esa mujer ideal, y un poco conformistas también en el sentido de que muchos intentan salvar relaciones en las que no son felices.

 

La incomunicación es otro de los temas recurrentes en tu libro.

Somos islas y que dos personas tengan una relación y estén unidas durante un tiempo largo me parece un milagro. Eso de tender puentes entre una persona y otra me parece milagroso. La persona que ahora viva y sea feliz con la novia de toda su vida, la del colegio, pensará que estos cuentos son inverosímiles.

 

Una curiosidad malsana, ¿existe La tasca "La Verónica"?

Supongo que hay miles de tascas así por ahí, en Sevilla por ejemplo. La típica tasca taurina. En ese cuento me interesaba mucho trasladar lo que es el escenario de los cuentos de fantasmas, en el castillo gótico con sus pasadizos y sus fantasmas entre la niebla a una tasca como un escenario tan cotidiano. Con sus pintadas, con sus parroquianos, con su suelo cubierto de cáscaras…

 

Háblanos de tu método a la hora de escribir.

Yo soy escritor de plano. Sé lo que va a pasar tanto en cuento como en novela. Sobre todo en cuento porque creo que lo más importante es el final. Hasta que no tengo el final de un cuento no me pongo a escribir. Consideraría demasiado arriesgado o una pérdida de tiempo empezar un cuento, por muy bueno que sea el principio que tengas, si no sabes acabarlo porque creo que es el final lo que hace que el cuento tenga sentido y de alguna manera lo vuelva rentable para el lector. Hace que todo el tiempo que ha invertido en su lectura le haya valido la pena. Por eso tanto en mis cuentos como en mis novelas siempre sé la trama. Me tiro un tiempo antes (es un trabajo fuera del ordenador, paseando, pensando…) que dedico a concebir esas tramas que una vez la tienes lo único que te queda es la labor de escribirlas. Son tramas más o menos con un margen de flexibilidad. No te digo que al final sean idénticas pero es verdad que cosas como que un personaje se va de las manos, algo que dicen muchos escritores, a mí siempre me ha parecido algo extraordinario. Yo entiendo que si te pones a escribir a ver lo que sale pues a lo mejor te ocurre eso pero cuando tienes una trama férrea es raro que se te desmande un personaje.

 

¿Necesitas algún tipo de condiciones para escribir o tienes alguna manía?

Una mesa grande y ordenada. Soy un maniático del orden. Necesito una habitación luminosa con todo ordenado. Necesito una tranquilidad de días, un rosario de días para escribir. Hago horario de oficinista, aunque ahora con la promoción lo dejas todo de lado. Cuando escribí El mapa del tiempo, por ejemplo, me levantaba y escribía toda la mañana, comía y luego por la tarde, a lo mejor, corregía. No soy escritor nocturno. Nunca en mi vida he escrito por la noche. Esa imagen que se tiene de los escritores con el vaso de whisky atravesando la madrugada, no soy yo, yo por la noche duermo.

 

Y ¿algún consejo para los escritores noveles? ¿Les recomiendas los concursos?

Sí, los concursos pueden ser un aprendizaje, una manera de obtener una valoración de su obra que no pueden tener porque la mayoría de gente que escribe no suele estar rodeada de gente que pueda valorar su obra con conocimiento. Les diría que concursen, que se apunten a talleres y sobre todo que lean e intenten buscarse una voz personal, porque hoy en día se publica tanto y hay tan poca originalidad en las librerías…

 

¿Cómo se puede buscar esa voz personal?

Apostando por lo que uno realmente quiere hacer. A veces al escribir vemos lo que está de moda e intentamos hacerlo pero, por ejemplo, la que escribió Crepúsculo la escribió porque le apetecería pero no porque estuviera de moda. Los caminos, las modas se inauguran en algún momento. Buscar, disfrutar con lo que escribes y sobre todo, hacer lo que a uno le gusta, apostar por eso. Llevar las historias a tu terreno, conocer tus limitaciones y saber qué tipo de historia te conviene escribir.

 

Y recomiendas los talleres literarios.

Muchos escritores están en contra porque dicen que no se puede enseñar a escribir. Yo que he dado talleres literarios creo que son atajos. En mi época, cuando empezaba a escribir, cuando era un chaval de entre 15 y 20 años, ni yo mismo sabía si lo hacía bien o mal, y por lo general no estás rodeado de gente entendida como para que te digan. Si entonces yo me hubiera apuntado a un taller y hubiera conocido a un escritor y me hubiera orientado, probablemente habría llegado antes a donde he llegado que como he llegado por mí mismo.

Cuando yo he dado talleres siempre he intentado estar sensibilizado ante cómo se escribe porque te encuentras con gente que escribe muy bien y ni siquiera lo sabe. A esa gente se le apoya, se le anima y si estas personas no se apuntaran a un taller, a lo mejor, nunca sabrían si valen para escribir o no. Es verdad que al que no vale el taller no le va a ayudar pero si cuentas con una materia prima probablemente la orientación que te pueda dar un profesor será siempre positiva.

 

Felixjpalma -opiniones

 

Pues hasta aquí mi curiosidad, Félix. Muchas gracias por hacernos un hueco en tu apretado "mapa del tiempo".

Gracias a ti, ha sido un placer.

 

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