Entrevista a Empar Fernández por Hotel Lutecia
Empar Fernández (Barcelona, 1962) alterna la docencia con la Literatura, tanto de ficción como de no ficción. Ha ganado varios premios literarios y ha quedado finalista en otros. También inició una colaboración con Pablo Bonell Goytisolo y son coautores de cinco obras. Ahora, la escritora acaba de publicar en Editorial Suma de Letras la novela que sirve de base a esta entrevista: "Hotel Lutecia". Es una historia intimista que se inicia en 1945, tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Nos emplaza a París, a la Provenza francesa y concluye en la Barcelona de 1969.
ENTREVISTA
Hola, Empar. He leído con curiosidad y mucho interés "Hotel Lutecia", y he de decir que me ha gustado mucho. La he encontrado trepidante pese a ser básicamente intimista y desgarradora. Está ambientada en tres entornos básicos: París, la Provenza francesa y Barcelona, y hay un recorrido en el tiempo, desde 1945 hasta 1969. Acoge, en definitiva, a tres generaciones de la familia Ribera encarnados por Andrés, Andreu y André (abuelo-padre-nieto).
¿Cómo surgió la idea del libro?
La idea surge al conocer, casi por casualidad, la curiosa historia del Hotel Lutecia, un establecimiento emblemático que nace como hotel de lujo a principios de siglo y que décadas más tarde es ocupado por los altos mandos nazis y convertido en un centro de inteligencia. Al finalizar la guerra el hotel pasa a ser el centro de asistencia a deportados y el centro de información sobre la deportación.
Tengo una curiosidad, y creo que acabas de respondérmela, pero igual amplías mi información: Sé que en el París recién liberado la Cruz Roja se ocupó de acoger a refugiados y buscar listas de desaparecidos, muertos, supervivientes... Sin embargo, ¿el Hotel Lutecia existió realmente como tal o es una ficción?
El Hotel Lutecia no solo existió sino que sigue en pie en el Boulevar Raspail, está siendo rehabilitado y en 2018 volverá a abrir sus puertas como hotel de cinco estrellas. Tiene una historia apasionante y un libro, Hotel Lutetia, dedicado a la historia del hotel y a sus huéspedes más populares (Joyce, Gide…).
Tanto el protagonista (Andreu Ribera) como los personajes principales que interactúan con él me han parecido muy carismáticos y perfectamente creíbles. Pero algo me ha llamado la atención: De todos ellos, son las dos mujeres (Blanche y Claudine) las más positivas, las que no se rinden, las que son capaces de sobreponerse a la adversidad e, incluso, prestar ayuda a otros y mostrarles ternura y apoyo... ¿Somos las féminas el auténtico sexo fuerte mientras que los hombres solo son el sexo bruto? A mí me parece que sí. ¿Qué opinas tú?
Comparto tu opinión. Las mujeres en general son más propensas a prestar ayuda y a brindar afecto, no flaquean y raramente descuidan sus deberes. No sé si somos más fuertes, pero creo que resistimos mejor la adversidad, sobre todo si tenemos a alguien que depende de nosotras.
El protagonista, que estuvo en un campo de concentración y se vio separado de su esposa Rosa, que no tiene un lugar al que ir ni familia que le espere, es un sujeto hundido física y psíquicamente, cosa muy lógica; pero le cuesta mucho, muchísimo, remontar y nunca deja de tener frío en los pies... ¿Es posible marcar tanta distancia con la propia vida a pesar de que cuenta con gente que le cuida? ¿O es que las heridas del alma no cicatrizan fácilmente?
Andreu pertenece a una generación de personas que fueron atropelladas por la historia. Los acontecimientos lo despojaron de todo cuanto tenía y, tras conocer la muerte de su esposa, no encuentra alicientes para seguir con vida. Solo la dedicación de Blanche y el amor de Claudine le restituirán las ganas de seguir luchando. En efecto, las cicatrices del alma no siempre cierran completamente.
Otro personaje me ha llamado la atención, me refiero a Serafín y su manía de hablar con tacos, concretamente con ese: "Me cago en..." que invariablemente completa con blasfemias hacia la Iglesia, los curas, los sacramentos, Dios y su madre... A mí me ha parecido un sujeto simple pero muy simpático, me ha hecho soltar la risa. ¿Puedes hablarnos un poco de él? ¿Por qué sus exabruptos los dirige invariablemente a la Iglesia?
Serafín reproduce una costumbre de mi abuelo, rojo y no creyente, que siempre maldecía utilizando elementos religiosos. También era mi abuelo materno el que siempre tenía frío en los pies. Había padecido en su juventud un principio de congelación y nunca se quitó de encima la sensación de tener los pies helados.
Me ha gustado mucho tu capacidad para describir detalles, el poder de los olores, los pequeños gestos... Y a pesar de ello, la prosa es de lectura rápida, adictiva, trepidante... ¿Cómo describirías tú "Hotel Lutecia"?
Es difícil. Diría que es una novela que habla de segundas oportunidades, de pérdida, de amor y de familias de adopción. Una novela en la que la Historia determina la vida y la muerte.
Creo que has mostrado muy bien las tres ubicaciones principales en que se sitúa la historia y has traspasado al lector lugares y situaciones perfectamente fieles a la realidad del momento. El París de postguerra me ha conmovido por la situación, escasez de recursos y desesperación de muchas personas; por esas heridas que dejó la Guerra, especialmente las del alma... En la campiña de la Provenza, por el contrario, nos inundas de luz, del olor de la tierra tras la lluvia o el sabor de la absenta, aun cuando las condiciones para sobrevivir y remontar no son mucho mejores que en la capital, apenas hay dinero o trabajo. Aquí, sin embargo, el contacto con la Naturaleza parece que tiene un efecto positivo...
Así es. Para Andreu, nacido y criado en Barcelona, la Provenza no es solo un cambio de escenario, es la luz, es el esfuerzo y es la buena compañía. Un lugar inmejorable en el que volver a empezar.
Y nos queda el Poble Sec de Barcelona, al que llegamos con André al final de los años sesenta. He leído algún libro tuyo en el que también aparece ese barrio y me ha llamado la atención que esté de nuevo en esta novela. Por mi parte, viví en él muchos años, especialmente durante mi niñez y hasta que me casé. Me he identificado de inmediato con los lugares que describes y con la vida de entonces: el trato vecinal, ropa en los balcones, niños jugando en la calle... ¿Tiene algo especial el Poble Sec para que sitúes en ese lugar algunas de tus historias?
Sí. Los novelistas hablamos mucho de nosotros mismos a través de nuestras historias. Aunque vivía en el otro extremo de la ciudad, en el Turó de la Peira, durante mi infancia visité muy a menudo el Poble Sec, parte de mi familia materna vivía en el barrio. Las del Poble Sec eran calles completamente distintas a las mías. Me parecían especialmente sombrías, como pertenecientes a un mundo anterior.
¿Qué le dirías a un posible lector de tu novela? ¿Qué destacarías de "Hotel Lutecia" para animarlo a conocer la historia?
"Hotel Lutecia" no es una novela histórica, pero en ella la Historia tiene un papel determinante. Es una historia trágica que, como la vida, tiene momentos mágicos. La historia de un hombre que muere sin llegar a saber cómo y cuándo se torcieron las cosas.
Pues por mi parte ya está… ¿Te gustaría añadir algo más?
Únicamente añadir que, aunque no es una novela negra, "Hotel Lutecia" también plantea un misterio cuya resolución se alcanza en las últimas páginas.
Tienes razón, Empar. Y te pido excusas por mi despiste porque eso es algo que quería preguntarte y he olvidado... Ese misterio le da un suspense añadido a la historia, que en mi opinión no era necesario puesto que ya engancha por sí misma pero que, en definitiva, la redondea y mantiene un poco más la atención del lector... ¿Lo planteaste así desde el principio o es uno de esos giros que surgen a medida que se hilvana la novela?
La verdad es que, aunque sabía cómo quería acabar la novela, el personaje de Andrés Ribera tomó forma cuando me acercaba al final. Su degradación, su intolerancia y la total imposibilidad de sobreponerse y seguir con su vida fueron gestándose casi al final. Decidí incluir un personaje potente, como el del anciano resentido que es Andrés Ribera.
Gracias, Empar, por la entrevista y por los buenos momentos que he pasado leyendo "Hotel Lutecia". Es una de esas obras que mantienen al lector con la vista clavada en el libro, sin poder dejar de leer a pesar de que sobrecoge y llega a poner los pelos de punta (malditas guerras). Sin duda alguna, es una novela profunda y desgarradora, pero también repleta de sensibilidad, ternura y belleza. No creo que deje indiferente a ningún lector.
Mi más sincera enhorabuena.
Muchísimas gracias por tus palabras, Pilar.
Hasta siempre.