Entrevista a Edwin Winkels por El último vuelo

Edwin Winkels es holandés, pero reside en España desde 1988. Fue corresponsal de varios medios holandeses y durante más de veinte años trabajó en el Periódico de Catalunya como redactor y reportero. En 2012 dejó el periodismo diario y desde entonces se dedica a la creación literaria. "El último vuelo" es su primera novela en castellano y la que sirve de base a esta entrevista.

"El último vuelo" es una historia novelada basada en hechos reales, concretamente en el accidente aéreo que ocurrió el 4 de diciembre de 1958 con el aparato Languedoc MB-161, matrícula EC-ANR de la compañía Aviaco. Cubría el trayecto Vigo-Madrid cuando se estrelló en la sierra de Guadarrama. Perecieron todos los ocupantes del avión: dieciséis pasajeros y cinco tripulantes.

ENTREVISTA

He leído con curiosidad y mucho interés tu novela, y he de decir que me ha gustado mucho. La he encontrado intimista y profunda, muy humana y perfectamente ambientada en la época, al tiempo que adictiva y fácil de leer.

¿De dónde partió la idea de escribir esta historia? ¿Estabas interesado en investigar ese accidente aéreo? ¿Fue la sepultura de la jovencísima azafata Maribel Sastre (EN LA FOTO) la que te llamó la atención?

Todo empezó con un entierro en el cementerio de Montjuïc de Barcelona, ahora hace 10 años. Alguien me señaló la tumba de Maribel, muy impactante y diferente… Es un busto muy real, y llama la atención la juventud de la chica. Debajo hay un epitafio muy emotivo, que comienza así: "Tu sueño era volar, y volaste tan alto, tan alto que desapareciste entre los cefiros de la gloria". Y no soy el único que se fijó en esa tumba; desde la aparición del libro ya me ha escrita mucha gente que había quedado 'atrapada' por Maribel. Me apunté su nombre y apellido, ví que solo tenía 18 años cuando murió 'en acto de servicio' según pone en la tumba, y ahí empezó la búsqueda… Así que descubrí que había fallecido en un accidente de avión, en un monte que encima se llama La Mujer Muerta. Todos esos ingredientes me intrigaron, y quise saber más.

Imagino que contactar con familiares de las víctimas, recoger testimonios de quienes participaron en la búsqueda del avión (muchos de ellos voluntarios y gentes de la zona) y recopilar información sobre un caso algo alejado en el tiempo, ha tenido que ser un trabajo arduo…

Algunas cosas fueron más fáciles que otras. Maribel no tiene ya familia directa, nadie que le haya conocido. Hace 10 años hablé con su tía, pero cuando empecé con el libro ella también había fallecido ya. Intenté buscar familiares de las 21 personas a bordo, pero a veces sus apellidos estaban mal escritos en los diarios de la época… Aun así, localicé las hijas del piloto, del mecánico, la familia de dos niñas pequeñas, el sobrino de un chileno que viajaba… además del pastor que fue el primero en encontrar el avión. Entre todos me pudieron dar una idea del accidente, del impacto etc. Y descubrí un gran tesoro en el piso donde hasta 2004 había vivido, hasta su muerte, la madre de Maribel: dos álbumes, uno con fotos, otros con recortes de prensa. Fueron meses de trabajo.

Tumba de Maribel Sastre

Podría decirse que la historia principal gira en torno a Maribel Sastre, esa azafata de dieciocho años que desde niña quiso volar… Me ha parecido entender, al leer tu libro, que la profesión de azafata no requería una titulación especial en los años cincuenta del pasado siglo; en cambio su función resultaba más importante que ahora. ¿Es así?

Sí, en aquellos tiempos no se exigían estudios concretos, aunque se debía dominar al menos un idioma extranjero y había que tener buena presencia. La mayoría de las azafatas eran hijas o mujeres de familias acomadadas, de clase alta. Y claro, la azafata era la 'guía' del pasaje, todos la admiraban. Ahora, todos sabemos, la profesión es menos llamativa que en aquellos tiempos.

FOTO: Detalle de la tumba de Maribel

¿Y la madre de Maribel? Creo que llegaste a conocerla, siendo ya anciana…

No, la señora Ana murió en el 2004, a los 90 años. Hablé con la hermana de la señora Ana, la tía de Maribel. Pero también localicé a Mercedes, la mujer que había cuidado a la señora Ana los últimos 20 años; ella me pudo explicar mucho de la familia, esos padres que perdieron a su única hija en ese accidente…

Edwin, la vida, además de a los propios fallecidos, golpeó duro a las familias y amigos de las víctimas. La historia de las niñas Josefa y Esther me ha impactado mucho; la ilusión de sus padres, la espera, los nervios ante el reencuentro y, luego, la incertidumbre hasta que se confirmó el desastre… ¿Cómo lograste contactar con familiares suyos? ¿Cómo superaron esa tragedia?

Me costó localizarlos, porque sus dos apellidos estaban mal escritos en los artículos de esos días. Al final logré contactar con Teresa, la hermana pequeña de Josefa y Esther, que nunca llegó a conocer en persona. Ella me ha explicado la historia de su familia.

Al principio, como todos, se sorprendió de que alguien, encima un holandés, se acordara más de 50 años después de esa tragedia que les marcó la vida. Pero todo el mundo aceptó enseguida colaborar, a explicar su historia. El mes pasado fui a ver a Emilia, la madre de Josefa y Esther; aún vive, tiene casi 90 años, y aún llora esa pérdida. Considera el libro como un pequeño homenaje a sus hijas, un recuerdo para siempre sobre lo que ellos, en familia, vivieron.

En 1958, ¿era decisión de las compañías aéreas o de los pilotos posponer un vuelo o hacerlo? ¿No existían protocolos de actuación en caso de dudas?

No sé cómo funcionaba exactamente todo, eran épocas muy diferentes, el principio de la aviación comercial. Pero tampoco has de olvidar que el libro es una novela, no una reconstrucción exacta en todos sus detalles, precisamente porque no se conocen todos esos detalles.

Maribel Sastre y tripulación

Edwin… ¿Debió despegar ese avión?

Aparentemente no, hacía muy mal tiempo; pero en las rutas al norte de España se encontraban a menudo con ese mal tiempo, por un lado también estaban acostumbrados.

Puesto que has escrito de forma novelada, entiendo que te has concedido algunas licencias literarias. Pero creo (corrígeme si me equivoco) que el cuerpo de Maribel y el de otro joven pasajero no aparecieron calcinados, y en el caso de la azafata, sus restos los encontraron algo alejados del avión… Siembras la duda sobre si esa muchacha murió a causa del impacto o si, por el contrario, sobrevivió al accidente y falleció por congelación… Si los datos son ciertos, ¿no se practicaron las autopsias a esos cuerpos que quedaron reconocibles?

No había autopsias en esos tiempos, creo, o no como ahora. Además, todos habían fallecido, y supongo que les interesaba poco a las autoridades saber si Maribel hubiese muerto en el instante o no. Pero, como bien dices, es una novela, y los últimos capítulos sobre Maribel en el frío de La Mujer Muerta, es por supuesto una gran libertad literaria que me he tomado, porque nadie estaba presente en ese momento; solo mi imaginación, aunque escalé el Pico Pasapán (donde se estrelló el avión) para ver con mis propios ojos el lugar, vivir las sensaciones ahí arriba, a 2.000 metros.

El autor: Edwin Winkels

¿Sabes a qué causas se atribuyó el accidente? ¿Culparon al piloto? ¿Se aceptó que esos aviones Languedoc, comprados a los franceses cuando los retiraron, eran aparatos muy viejos y poco fiables?

En el informe oficial dan tres posibilididades, todas relacionadas con el mal tiempo que sobrevino al avión. Y entre medio, referencias a un posible error del piloto y a los fallos en la mecánica del avión por culpa del frío.

¿Se indemnizó a los familiares?

Sí, cada familia recibió del seguro de Aviaco alguna indemnización.

Hay también en tu libro cierta crítica social (o yo lo he apreciado así), el "Dios-dinero" que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte…

Ya… Más una crítica hacia la estructura militar de la vida de entonces, los años de plomo después de la posguerra, el cumplir órdenes, etc. También era bastante normal que se cayesen aviones, hubo cinco accidentes en España en año y medio, estaba la aviación en pañales…

FOTO: Edwin Winkels en el monolito de La Mujer Muerta

Parece una ironía del destino, bastante tétrica por cierto, que el avión se estrellara en el macizo conocido popularmente como "La Mujer Muerta"…

No la conocía, pero al descubrir la montaña me fascinó mucho; y realmente desde Segovia se le ve perfecta. Claro, increíble que se estrellara justo ahí; La Mujer Muerta ha sido el nombre de trabajo con el que he llevado a cabo la escritura.

¿Cómo definirías tú la novela? ¿Qué destacarías para despertar el interés de los lectores?

No es solo un libro sobre un accidente de avión. Es una novela sobre la vida y la muerte, sobre sueños y tragedias, sobre la angustia de la espera y la aceptación del destino… Tambiés es un reflejo de los tiempos, una detallada descripción de la España de los años 50, vista desde la 'gente de calle', ellos que vivieron esos tiempos duros.

Mucha gente se ha emocionado con el libro; también porque no es una novela con grandes adjetivos dramáticos, es íntimo, y dentro de esa sencillez de las palabras se palpan más las emociones.

Gracias, Edwin, por la entrevista y por los buenos momentos que he pasado leyendo "El último vuelo". Es una de esas obras que impactan, emocionan, obligan a pensar… y que no acaban al concluir el libro porque animan a buscar más información. Mi más sincera enhorabuena.

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