Anika entre libros

Entrevista a Carlos Salem, Vanessa Montfort y David Torres por el Ghost Trick de Nintendo

"Decidí empezar con preguntas sencillas"

Firma: Anika Lillo / Fotos: Fernando Marías / Febrero 2011

 

Comandados por el escritor Fernando Marías, a este trío de escritores de vanguardia se les impuso un reto muy particular, el de averiguar, constatar y confirmar si el género negro que bien conocen por la literatura era compatible con los videojuegos. Marías lo llamó El Experimento Azul. Desde el inicio Carlos Salem, Vanessa Monfort y David Torres utilizaron sus blogs para contar sus experiencias. Habían cambiado los libros por una maquinita... Estuvimos pendientes de sus experiencias que en ocasiones rozaron el delirio, nos reímos con su sentido del humor y conocimos qué era el Ghost Trick de Nintendo.

ghosttrickPara realizar esta entrevista decidí que no podía arriesgarme a encontrarme con ellos en un local demasiado privado. Habían vivido experiencias extraordinarias que rozaban lo surrealista, y no sabía hasta qué punto estarían afectados. ¿Y si me lanzaban una tostadora? ¿Y si hacían un conjuro para que fuera yo quien me las apañara con el detective fantasma pero desde dentro, como Tron, aquel tipo atrapado dentro de un ordenador? Tampoco quería que fuera en un lugar público, necesitaba que se abrieran y confesaran, y con gente alrededor iba a ser complicado, así que armé de cámaras y grabadoras mi zulo, le dije a mis hijos que no entraran a menos que oyeran gritos (y en ese caso les sugerí que llamaran directamente a la policía), y cuando Vanessa, David y Carlos llegaron les invité a sentirse cómodos.

Llegaron vestidos de negro, como en las imágenes, con gestos indefinidos en sus rostros, miradas a veces nerviosas y maletines pequeñitos. A saber qué contenía aquello... Un libro o... quizá... una maquinita. Si era lo segundo quizás fuera ya demasiado tarde... Debía ser cauta.

 

 

ENTREVISTA

 

¿Jugábais antes con videoconsolas?

Vanessa Monfort:

Sí, jugaba con los parientes jurásicos de las videoconsolas, es decir, los videojuegos para ordenador. Recuerdo haberme enganchado con Super Mario Bros (lo que me ha dejado la secuela de ir saltando ridículamente sobre cada seta que veo cuando hago senderismo), y el Tetris (con éste tuve que ir a terapia de desintoxicación cuando mi madre observó que cuando me llevaba al colegio por las mañana, pataleaba porque sentía la Expeazul3necesidad de encajar piezas en los hermosos huecos que dejaban los edificios). ¿Qué pasa? ¿Es que tú no tienes improntas infantiles?

David Torres:

Jugué con mi hermano en algún videojuego de ordenador. Recuerdo con especial cariño uno de hockey sobre hielo, donde la rapidez era esencial, y otro de boxeo, donde tenías que forjar la carrera de un púgil combate a combate desde los comienzos hasta el retiro. Luego, muchos años después, me tropecé con una versión en videojuego de Blade Runner que realmente me encantó, porque tenía finales alternativos: en uno de ellos Deckard mataba a Rachel y en otro era un replicante que tenía que abandonar la Tierra.

Carlos Salem:

Con videoconsolas casi ni he jugado hasta que me metí en el El Experimento Azul. Como he trabajado mucho en prensa no negaré que pasé horas muertas con algún juego de pc. Pero me duraba sólo hasta que comprendía el mecanismo y que si seguía dedicándole horas, podía llegar hasta el final. Entonces me cansaba y lo dejaba. Con la consola ha sido diferente. Por mi forma de ser, dudo que una consola doméstica me enganchara, pero una portátil... Es otra cosa. Y como bien dijo David, yo soy el loco de los aparatitos, así que... Me temo que he caído.

 

¿Cómo ha sido la experiencia de Ghost Trick?

David Torres:

Muy satisfactoria y muy divertida. También me ha dado un par de ideas sobre diversificación de tramas y multiplicidad narrativa, así que ha sido una experiencia en toda regla, es decir, algo de donde aprendes algo.

Carlos Salem:

La repetiría encantado. No diré que me he enganchado, como David, pero sí que pienso seguir explorando las posibilidades de la consola. En cuanto al Ghost Trick propiamente dicho, me ha encantado comprobar que no soy el único que integra delirio, humor y coherencia en una historia. El juego tiene todo eso y además mantiene la intriga hasta el final. Te da pena llegar al final, y mira que cuesta, porque te has encariñado con esos dementes... Y no me refiero a David y Vanessa, sino a los personajes del juego...

Vanessa Monfort:

Diferente a lo que imaginaba. Al principio, no tenía muy claro que me fuera a enganchar. Pero el programa te lo pone fácil al comenzar con un tutorial en el que de forma muy intuitiva lo entiendes todo. Ya sabes, como esas buenas novelas de intriga que hacen que como lector te sientas inteligente para engancharte y luego ir exigiéndote más y más. En algunas pantallas me quedé enganchada pero no me frustró. Mantiene tu interés y te planteas esa dificultad como un reto.

 

¿Os habéis sentido héroe, antihéroe... pasábais por ahí?

Carlos Salem:

Bromas aparte, lo cierto es que en varias ocasiones me identifiqué con el protagonista y no Precisamente por el pelo... El juego tiene bastante de algo que me gusta leer y también escribir en el género: que el narrador y el lector saben lo mismo, es decir casi nada, cuando empieza la acción, y lo que van descubriendo lo descubren juntos.

Vanessa Monfort:

Pues yo, al contrario que Carlos, por el pelo me identificaba con la pesada de la pelirroja que no hacía más que dejarse matar, pero en todo lo demás, por supuesto con Sissel que incluso tiene un aire de antihéroe que me recordaba al protagonista de mi última novela. Para mí ha sido fascinante pues no soy un perfil típico de jugador de videojuego y sin embargo me ha enganchado. Quizás por su factura de novela gráfica. Por lo demás, sí te sientes con la responsabilidad de salvar las vidas de aquellos que te encuentras por el camino. Supongo que es lo más cercano a sentirme una heroína que voy a estar (aunque sea en la pantalla). Volviendo a Carlos: él es un héroe en la realidad, volcado como está en salvar las vidas de todas las féminas que se encuentran en peligro en las noches madrileñas…

David Torres:

La apuesta inicial de Ghost Trick es muy atractiva pero también muy arriesgada: te coloca en la perspectiva de un cadáver, igual que en Sunset Boulevard, de Billy Wilder. Eso, inevitablemente, implica un distanciamiento entre jugador y personaje ya que la muerte es el no-lugar por excelencia. Es muy difícil tomarse en serio el mundo de los fantasmas.

 

Expeazul2

 

Carlos aprendió el idioma de las palomas, David confundió su tostadora con la consola, el gato de Vanessa se volvió azul.. ¿qué más os ha pasado?

David Torres:

Bueno, aparte de esa confusión de electrodomésticos, una demanda de divorcio y una intoxicación por ingerir latas de sardinas caducadas (no tenía tiempo para cocinar y menos para bajar al restaurante), no hay mucho que contar.

Vanessa Monfort:

La verdad es que Byron está encantado con su nuevo color, se siente un avatar y se chulea con todos los gatos del vecindario. Coincido con David en una intoxicación, pero en mi caso fueron mejillones en escabeche, buaj. A mí me ha quedado la manía de entrenar pájaros en el sutil arte del espionaje. De momento sigo con las palomas. Luego probaré con golondrinas y vencejos, dependiendo de las migraciones.

Carlos Salem:

Yo no he notado nada anormal, quitando lo de la monja que resultó ser Batman, las semanas pasadas en los tejados por miedo a que estos dos me robaran la consola para copiar mis avances, el psiquiatra que se suicidó, las amenazas de muerte por parte de mi agente, el asunto de los relojes de arena de mi ex, y lo que cuento en mi último post... Todo normal, vamos.

 

¿En algún momento habéis dejado de ser vosotros mismos para ser el personaje del juego?

Carlos Salem:

Como te decía antes, en muchos momentos te metías tanto en la historia que compartías la curiosidad del detetive fantasma por saber la causa, no solo de lo que le había ocurrido, no el por qué de todo aquello. Pero como estabas todo el tiempo "corriendo" para salvar a la pelirroja y viajando cuatro minutos atrás en el tiempo una y otra vez, no tenías un momento de calma para reflexionar sobre las posibles pistas que ibas recogiendo aquí y allá. En un libro, uno suele seguir pensando en los Expeazul4indicios cuando no estás leyendo y puedes ir sacando conclusiones, "parar el balón" ante del próximo capítulo. Aquí no, porque llegas a compartir el vértigo del personaje.

David Torres:

No, en ningún momento. He hecho lo que decía Nabokov que había que hacer con las novelas: mantener la distancia para disfrutar de la belleza del juego.

Vanessa Monfort:

No, me he sentido identificada, pero más como si hubiera tomado prestado el cuerpo o el alma de otro durante un tiempo para ayudarle. Estoy de acuerdo con lo que dice Carlos (y ya me fastidia porque es mucho más divertido llevarle la contraria). Creo que no te da tiempo a reflexionar demasiado sobre quién eres. Simplemente te encuentras dentro de esa llama azul que es tu alma y debes continuar corriendo de capítulo en capítulo para salvar a los personajes que te encuentras y resolver tu asesinato. No depende de ti volver a un capítulo anterior para averiguar si te dejaste alguna pista o información importante. ¿Estoy hablando de capítulos? Pantallas, quería decir…

 

(En este punto me decido a terminar. Temo que si sigo por ese camino voy a arrepentirme porque ya empiezo a verles confusos y sus miradas me dan escalofríos, así que les suelto la última y les pido una contestación seria. Si consigo que funcione ya podré relajarme. Me duelen todos los músculos del cuerpo. La tensión...)

 

Última pregunta, esta más seria... ¿De verdad la literatura de género negro puede convertirse en un videojuego?

Vanessa Monfort:

Por supuesto. Ya ha ocurrido. La novela negra puede convertirse en videojuego y el videojuego en novela. En este caso, Ghost Trick rescata de una forma muy original tres importantes parámetros de muchas novelas del género: la intriga, los antihéroes no infalibles, y el sentido del humor. Yo creo que lo más novedoso que dará el juego-thriller es que el lector podrá ser un lector-escritor, ya que dejarán en sus manos un héroe con una historia a medio hacer y con una intriga que construir. Estamos asistiendo al nacimiento del metathriller.

Carlos Salem:

Yo me permito disentir de Vanessa, al menos en parte. Más que la interactividad, que es evidente, el fuerte de este tipo de juegos es que sirven para contar de un modo novedoso, pero sigue siendo contar. La participación del jugador-lector es diferente a la que se verifica frente a un libro, pero lo importante es vivir la historia, como la vives cuando lees algo que te atrapa. De hecho, estoy trabajando en el boceto de la adaptación a este medio de una de mis novelas publicadas y de otra inédita. No es que nadie me lo haya encargado, es que me seducen las posibilidades del soporte narrativo, como cuando tienes dentro una historia y aunque tu especialidad sea la novela, sientes que debes escribiría en forma de guión de cine. Comparo las vías potenciales del videojuego para narrar de otro modo, con las del cine, sin duda.

David Torres:

No soy tan optimista como mis compañeros. Creo que aún falta mucho para que un videojuego adquiera la complejidad y la eficacia de una novela. Hablamos de un medio, no hay que olvidarlo, que se inventó anteayer como quien dice. Sus posibilidades son enormes pero está en la misma posición que las primeras cintas de Meliés respecto al cine de Melville, más o menos.

 

Fin. Ahora los tres me miraban frunciendo el ceño, no entendían que no dejara de observar de reojo sus pequeños maletines. No sé qué esperaban, habían vivido experiencias surrealistas, venían totalmente de negro, parecían auténticos malutos de libro... Decidí que lo mejor era desviar su atención e hice algo que no esperaban, aplaudir. Después les pregunté si querían ver cómo hacía la voltereta. Pensaron que en el fondo estaba loca, pero al decirme que sí vi el momento ideal para salir de allí. El encierro me provocaba claustrofobia, necesitaba aire. Una vez fuera volví a sentirme segura. Hice una voltereta, me pegué un piño (no la había hecho desde que cursaba octavo de EGB) y decidieron que ya me habían aguantado bastante. Se despidieron amablemente y se marcharon. Suspiré. Menos mal... Sólo me da rabia una cosa: no sé qué contenían esos maletines.

 

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