Anika entre libros

Entrevista a Arturo Gonzalo Aizpiri por "El heredero de Tartessos"

"Del género histórico: Me atrae mucho el carácter que tiene de territorio literario a mitad de camino entre la realidad y la ficción"

Firma: Ariodante Handeliana / Foto: Ángela Lozano Segovia / Marzo 2010

 

Arturo Gonzalo Aizpiri, (Madrid, 1963), doctor en Ciencias Químicas, durante doce años ha trabajado entre la gestión pública y privada, fue secretario general de Prevención de la Contaminación y el Cambio climático, y ahora es director de Relaciones Institucionales y Responsabilidad Corporativa de Repsol. Acaba de publicar su primera novela, El heredero de Tartessos, ambientada en la España pre-romana.

 

 

ENTREVISTA

 

Ya que no procedes del campo de la Historia o la Arqueología ¿de dónde te viene tu interés por la literatura histórica? ¿Qué te hizo decidirte a escribir?

Yo tengo necesidad de escribir del mismo modo que necesito hablar, o respirar. Es mi forma de pensar despacio, de articular mis pensamientos, mis emociones, de poner las palabras en el centro de las relaciones humanas. Esa necesidad de escribir me ha llevado a hacer un poco de todo: relatos, traducciones, ensayos, artículos profesionales. Pero creo que nada hay como la novela, creo que en ella un escritor puede explicarse a sí mismo por completo. Esa idea me ha rondado mucho tiempo, haciéndoseme cada vez más irresistible, y cuando decido por fin poner manos a la obra y acometer la escritura de una novela, me inclino sin dudarlo por el género histórico. Me atrae mucho el carácter que tiene de territorio literario a mitad de camino entre la realidad y la ficción. Y siempre me ha encantado el género como lector.

 

¿Has tenido alguna relación con investigaciones arqueológicas sobre la España Antigua?

Únicamente como aficionado curioso. He leído libros de divulgación, y he visitado todos los yacimientos y museos arqueológicos que he podido; en mi blog he venido dando cuenta puntualmente de estas visitas. Pero profesionalmente me he movido siempre en el ámbito de la energía y el medio ambiente.

 

¿Cuáles son tus intereses literarios?, y dentro del campo de la Historia, ¿qué épocas prefieres?

Tengo una debilidad especial por la antigüedad clásica. En ello tuvo mucho que ver mi padre, quien a lo largo de sus años de estudiante, y más tarde profesor, de latín y griego, construyó una maravillosa biblioteca de los clásicos que fue, y aún sigue siendo, el más frecuentado de mis paisajes literarios. Allí me encontré con la Hispania de Plinio y Pomponio Mela, con el relato de las guerras púnicas y el retrato de Aníbal de Tito Livio, y con un pasaje de Diodoro de Sicilia que se refería al desenlace del asedio de la ciudad oretana de Hélike por el ejército cartaginés de Amílcar Barca. Ahí empezó todo.

 

¿Por qué elegiste la Ispania de la invasión cartaginesa para tu primera novela?

Creo que el desembarco de Amílcar Barca en Gadir en el año 237 a. C. constituye un telón de fondo insuperable para una novela histórica. Hasta ese momento la Península Ibérica era un territorio en gran medida Aizpiri1legendario, dominado por la impronta mítica de Tartessos, con una participación muy limitada en los grandes acontecimientos del ámbito mediterráneo. Y de la noche a la mañana nuestro suelo se convierte en uno de los escenarios clave de la lucha por el poder en el mundo antiguo, entre Roma y Cartago. En gran medida puede decirse que en el 237 a. C., España irrumpe en la Historia. Y, no obstante, se trata de un tiempo rara vez abordado por la novela histórica española

 

En una época tan confusa, de luchas entre tribus autóctonas y al mismo tiempo contra los cartagineses, ¿qué querías destacar en tu relato?

El libro reivindica el notable desarrollo cultural y socioeconómico que habían alcanzado los pueblos que habitaban la Península Ibérica en la época prerromana. Es verdad que el contacto con el mundo mediterráneo insertó a España en el núcleo duro de la civilización occidental, pero eso no significa que haya que minusvalorar la importancia y la originalidad de las culturas ibérica y celtibérica que florecieron antes de la romanización de la Península Ibérica.

El heredero de Tartessos también representa un homenaje a aquellos pueblos e individuos que por dignidad y amor a la libertad eligieron no capitular ante la agresión militar de los poderes hegemónicos de la antigüedad.

 

En tu novela pareces preferir que las aventuras, la acción, sean el elemento principal, casi más que los hechos históricos. ¿Crees que una novela histórica puede tomarse algunas licencias, en función de la acción?

Sin ninguna duda, pero dentro de un marco general que esté respaldado por lo que la historia y la arqueología nos dicen de la época en que nos situamos. El autor no debe alterar ningún hecho que se considere históricamente constatado, pero puede elegir con su propio criterio y con sentido dramático, dentro de lo verosímil, cuando los historiadores y arqueólogos ofrecen diversas opciones o reconocen la existencia de lagunas.

Por otra parte, es cierto que he dado mucho peso a la acción, tratando de ofrecer a los lectores una novela entretenida. Pero me gusta pensar que cuando alguien concluye la lectura de la novela puede decirse a sí mismo: "Vaya, realmente lo he pasado bien, y además he aprendido algo sobre aquella época."

 

En tu novela se ofrecen varios puntos de vista: el de los oretanos, el de los ólcades, el de los cartagineses... ¿te fue difícil guardar ese equilibrio que se desprende de tu texto?

El proceso de incubación de la novela ha sido muy dilatado, y creo que eso me ha ayudado a documentarme mucho, y a madurar a fuego lento el carácter y la singularidad de los personajes.

 

En una novela principalmente masculina, el personaje atípico de Anglea, mezcla de sacerdotisa y amazona, ¿es una concesión a los tiempos que corren, un homenaje a las diosas clásicas o qué simboliza para ti?

Anglea simboliza para mí muchas cosas. Ante todo, atribuyo a las mujeres la capacidad de corregir muchos de los errores y desequilibrios Aizpiri2que siempre ha mostrado la sociedad moldeada por los hombres.

En la novela, Anglea toma las armas cuando es preciso, pero equilibra esa aceptación de la violencia con una personalidad también atenta a la afectividad, la humanidad, incluso el humor y la intuición. Es también una persona pragmática y positiva, pero abierta a la dimensión mágica y enigmática de la existencia.

Además, todas las fuentes coinciden en atribuir un notable papel a las mujeres dentro de las sociedades prerromanas. Anglea es la expresión de ese papel.

 

¿Cómo explicarías la relación de Argantio con Gerión? Porque parece más filial que con sus propios hijos.

No quisiera desvelar nada inoportunamente, pero cada uno de ellos encuentra en el otro algo que ha perdido. Y pocas cosas valora tanto el ser humano como aquello que ha perdido.

 

La relación de los personajes se percibe como muy inmersa en el paisaje, en la tierra, transmite vibraciones, olores, luminosidades... ¿Qué representa el paisaje, el medio para ti?

Como he comentado antes, tanto por actividad profesional, como por inclinación y compromiso personal, he dedicado mucho tiempo al medio ambiente y me considero un amante de la naturaleza. Me encanta caminar por el campo y descifrar el relato que encierra todo paisaje, y tratar de reconocer la huella que ese paisaje deja en los hombres y mujeres que lo habitan. Mi padre es de un pueblito del Burgos situado junto a los grandes páramos del Duero, y es fácil comprender el carácter de las gentes de la meseta paseando por esas alturas.

 

¿Has dedicado mucho tiempo a documentarte y a escribirla? ¿Qué te ha resultado más arduo?

Sí, cinco años ni más ni menos, todo un lustro. Y tal vez lo más arduo ha sido mantener la fe y la paciencia, la confianza en que finalmente resultaría una novela capaz de interesar a los lectores.

 

El personaje del joven Aníbal atrae, se le ve como un hombre ponderado, frente a la fuerza y el poder de su padre, Amílcar. ¿Te atrae su figura histórica?

Me atrae poderosamente la figura de Aníbal; lo veo como el sucesor de Aquiles y de Alejandro, figuras capaces de dejar una huella indeleble en quienes los conocieron, y también en el imaginario colectivo de la humanidad. Además, creo que Aníbal encarna un proyecto "imperial" basado en la diversidad, mientras que el modelo romano se basó en mayor medida en la uniformidad.

 

La obra queda abierta a una segunda parte ¿estás trabajando en ello?

A medida que profundizaba en ella, la época en la que transcurre la novela me ha ido pareciendo cada vez más fascinante, de modo que no descarto en absoluto continuar explorándola. Pero, aunque sea un recurso muy manido, esperaré a conocer la opinión de los lectores.

 

Suele decirse que un hombre ha de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Supongo que antes ya cumpliste los otros requisitos ¿Cómo te sientes cuando tienes el libro entre tus manos? ¿Ahora empieza un mundo nuevo para ti?

En efecto, los otros requisitos ya los había cumplido, y desde luego los hijos corresponden a una categoría incomparable a todo lo demás. Pero el libro ha supuesto también para mí una experiencia maravillosa, sobre todo cuando ha empezado a pasar por las manos de los lectores. He descubierto que cuando alguien lee la novela, deja de ser mía, para convertirse en algo compartido por ambos. Me emociona pensar que mis personajes, mis paisajes, ya son nuestros personajes, nuestros paisajes…

 

Deseamos mucha suerte al autor, con su estreno como novelista y esperemos que podamos seguir leyéndole mucho tiempo.

 

ver + Arturo Gonzalo Aizpiri

 

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