Anika entre libros

Entrevista a Jose Gil Romero & Goretti Irisarri por "Caen estrellas fugaces"

"Teníamos claro que queríamos jugar con lo real vs. lo inverosímil. Del Madrid de 1859 nos había fascinado la mezcla tan extraña entre lo científico y lo mágico, y durante la novela aparecen bastantes hechos, como el evento Carrington, que parecen fantásticos, pero que fueron absolutamente reales"

Ana G. Aranda, junio 2017 / Fotos: Pablo Zapata.

 

Jose Gil Romero (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) y Goretti Irisarri (Vigo, 1974) forman un tándem creativo desde hace más de veinte años. Tras licenciarse en Comunicación Audiovisual, crean un exitoso equipo de cortometrajes, galardonados con más de cuarenta premios en diversos festivales. Después de esto vienen años de trabajo conjunto en el mundo del guión de cine, la ficción televisiva o la animación, donde desarrollan proyectos propios y ajenos. En 2011 fundan con otros compañeros el colectivo editorial y revista La Playa de Madrid donde realizan crítica de literatura y cine, además de ediciones experimentales.

Jose Gil Romero ha sido profesor de diseño, narrativa cinematográfica y teatro; Goretti Irisarri ha obtenido un DEA en Filosofía con una tesina sobre Poe y ha publicado artículos en diversas revistas culturales. Actualmente se encuentran preparando dos proyectos para televisión: "Todos los muertos" y "Mercenario don Quijote".

Les entrevistamos por su novela "Caen estrellas fugaces" publicada en Suma de Letras.

 

ENTREVISTA

 

¿Qué diferencia hay entre escribir guiones para cine o televisión y escribir una novela del calibre de "Caen estrellas fugaces"?

Jose Gil Romero: Son dos narrativas muy diferentes. En un guión solo debes contar lo que se ve y lo que se oye. Están estrictamente prohibidos el resto de elementos, ya que no es una obra para ser leída sino un instrumento de trabajo para llevar al rodaje. En el guión, además, no puedes entrar en detalles si no son fundamentales en la trama; no puedes decidir cómo es el decorado, eso es labor del director artístico. Y así con todo. El guión no es un fin en sí mismo; la novela sí lo es. A la hora de contar, la novela te permite ser más rico, y también te da más herramientas. El límite está en la imaginación del escritor. Por si esto fuera poco, en la novela no hay límites presupuestarios. Si decides incluir una tormenta gigantesca que asola el cielo de medio mundo no necesitas contar con el departamento de efectos ni te cercenan media obra porque no hay dinero. La libertad es total y eso es un gran placer.

 

Comenzáis la novela con un suceso de tintes apocalípticos conocido como el "evento Carrington"? En la época se habló de mares de sangre, cielos de color rojo, auroras boreales en Europa… ¿Qué os llevó a decidiros por este hecho tan sumamente curioso para el comienzo del libro?

Goretti Irisarri: Teníamos claro que queríamos jugar con lo real vs. lo inverosímil. Del Madrid de 1859 nos había fascinado la mezcla tan extraña entre lo científico y lo mágico, y durante la novela aparecen bastantes hechos, como el evento Carrington, que parecen fantásticos, pero que fueron absolutamente reales. La tormenta solar Carrington fue la más fuerte jamás registrada, ocurrió a primeros de septiembre de 1859 y solo afectó al telégrafo porque era la única tecnología que había. Si volviese a ocurrir, con la tecnología de la que tanto dependemos hoy, sería un completo caos: el Gran Apagón. De hecho, Obama ha sacado el pasado octubre un protocolo para prever las posibles catástrofes si una tormenta similar a Carrington se repitiese. Nos parecía la puerta perfecta a todas esas atmósferas y personajes que luego aparecen en la novela y que siendo reales te hacen dudar.

 

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Para vosotros, ¿cuál de las decenas de escenarios de la novela es vuestro favorito?

José Gil Romero: Es que son tantos... El siglo XIX es muy evocador, son las pelis de Roger Corman y de la Hammer, son las novelas de Sherlock Holmes, el Londres de Jack el destripador, del doctor Jekyll y el señor Hyde, del hombre elefante. La cárcel del Saladero tiene mucho peso en la historia y está bastante detallada, es un escenario lóbrego que da muchísimo juego.

A mí me gusta mucho el estudio de Leónidas Luzón, que recuerda tanto al de Holmes, con su biblioteca, sus libros, su chimenea. Y la "feria de monstruos", tan del XIX, también me parece muy atractiva. Creo que el escenario más impactante es el Madrid de 1859, en su conjunto; se convierte en un personaje más, tan entrañable como los otros.

 

Pregunta doble: ¿eran muy comunes las sesiones de espiritismo en el Madrid del XIX? ¿Está inspirado el personaje de Elisa Polifeme en algún vidente real de la época?

Goretti Irisarri: Más que comunes eran algo elitista, un entretenimiento novedoso entre la aristocracia. Hay que pensar que había muy pocas diversiones, ¡no había ni radio ni tele ni internet! y además estas sesiones tenían algo muy sexy, con las luces bajas y los nervios entre las damas y caballeros por aquello misterioso que iba a ocurrir. Tenemos periódicos de la época en nuestra web, caenestrellasfugaces.com, que narran una sesión espírita de mesas giratorias a la que acudió Isabel II en el Escorial o se entusiasman ante el fenómeno de moda: el "fluido galvánico".

Jose Gil Romero: El XIX es el siglo de la modernidad, de las promesas de un mundo moderno. La ciencia lucha, comienza a tratar de imponerse sobre la creencia. Aparecen ciencias nuevas porque la gente busca respuestas nuevas, la religión y la superstición empiezan a resultar incompletas. A raíz de que las hermanas Fox comienzan a comunicarse con un espíritu en su casa de la América profunda y que esto despierta el interés de muchos eruditos, la gente comienza a pensar que puede haber una razón científica en todo lo que rodea al mundo paranormal.

Goretti Irisarri: Elisa Polifeme no está inspirada en ninguna médium concreta, a pesar de que las hubo y muy famosas, como Eusapia Palladino. Era nuestra protagonista y quisimos construirla de cero, que se formara y creciera -por decirlo en ese lenguaje espírito tan bonito- desde nuestro fluido galvánico de creadores. Pero sí hay algunos personajes en la novela basados en personajes reales, como el marqués de Salamanca, en el que basamos el villano conde del Fierro: tuvo una vida que parece inventada, tan pronto construyendo el ferrocarril entre los indios del Salvaje Oeste como huyendo de las turbas revolucionarias disfrazado. En su caso la realidad superaba (casi) nuestras ficciones.

 

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¿Había barberos cirujanos en el siglo XIX? Sólo había leído sobre ellos en novelas ambientadas en la Edad Media.

Jose Gil Romero: No cirujanos como tales, claro. Valían para un roto y un descosido, te cortaban el pelo y después te sacaban una muela. Lo que sí es licencia literaria es juntarlo todo en un mismo ambiente.

Hemos buscado pintar atmósferas muy oscuras, y para ello elegimos cargar las tintas, al modo de estas series anglosajonas que han aparecido en los últimos años y cuyo tono nos gusta mucho, como The Knick o Deadwood. Para decirlo en lenguaje cinematográfico, se alza la grúa y descubrimos una atmósfera bulliciosa, al fondo de los protagonistas están ocurriendo mil detalles a la vez.

 

Luzón es un experto frenólogo. ¿Hasta qué punto era fiable la medición del cráneo para conocer la personalidad del paciente?

Jose Gil Romero: Bajo ningún punto fiable (risas). Como tantas otras pseudociencias que proliferan en la época, y hoy mismo. No se sostiene bajo ninguna base científica, aunque muchos estudiosos le dedicaron la vida entera.

Goretti Irisarri: Huy, yo no estoy de acuerdo con Jose, ¡para mí es totalmente fiable! (risas) Ya en serio, es como el psicoanálisis o cualquier análisis, depende por completo de quién te lo haga. Al final medir el cráneo era una excusa para que el analista pusiese en funcionamiento su observación, su intuición y su empatía. Y había frenólogos a los que esto se les daba muy bien. Lo Josegil -goretti4que hizo que acabase desapareciendo como ciencia es que tuvo derivas oscuras a la larga, interpretaciones craneológicas machistas o racistas.

Jose Gil Romero: En nuestra novela, la frenología es la excusa perfecta para, como narradores, contar cosas acerca de los personajes usando un método que nos parecía original:

"Para un estudioso de la craneología como Luzón, son interesantes los parietales del inspector. Destacan en llamativo relieve las áreas de concienciosidad -vinculada al amor al deber y la verdad- y la de perseverancia, así como la afeccionividad, que nos describe una fuerte moralidad social. Un policía de libro, vamos; excepto por -y aquí Luzón se queda sorprendido- ese relieve del hueso temporal. Qué fascinante para un frenólogo descubrir un secretillo de la personalidad que el sujeto trata de mantener reprimido. Luzón se sonríe: el relieve de la idealidad. En aquellos en que está tan desarrollado, el sentimiento de lo bello es muy poderoso. Este inspector Granada oculta dentro de sí un poeta".

 

Una de las cosas que me ha gustado especialmente de la novela es que describís los escenarios explicando cómo eran en 1859 y en qué se llegarían a convertir después. ¿Se perdieron muchas joyas arquitectónicas?

Goretti Irisarri: No necesariamente joyas, Madrid era un pueblo grande que había crecido de manera un tanto desastrosa, realmente tocaba en la última parte del XIX convertirla en una ciudad más moderna y hacer el Ensanche; otra cosa es que el marqués de Salamanca -nuestro conde del Fierro- y la Reina Isabel II buscasen enriquecerse y que aquellas alianzas entre el poder político y el económico no fuesen del todo limpias, pero Madrid sí que necesitaba cambiar y tirar lo viejo.

En el libro sale un grabado de la puerta de Recoletos que ya no existe, esa da penita, pero cómo no alegrarse de que se haya destruido la horrible cárcel del Saladero. En la novela hay un personaje, La Cubana, que vive en la casa de Astrarena, en la que dos décadas más tarde se alojaría Unamuno y que después tirarían para construir la Gran Vía. Hoy ocupa ese lugar el edificio de Telefónica, de 1930, que me encanta. Yo no soy madrileña, soy gallega, pero desde que llegué a vivir a Madrid me ha fascinado esa cualidad fantasmal de la ciudad, reinventada una y otra vez, tan cargada de historia.

 

Caenestrellasfugaces¿Qué os llevó a juntar en una misma historia a un vicario general con un pasado muy oscuro, una vidente ciega, un abogado del diablo atormentado y un policía bastante cascarrabias? Son protagonistas la mar de dispares.

Jose Gil Romero: Una historia, cualquiera que sea, te pide roles. Si hay una investigación necesitas un investigador; si alguien llama a la sede episcopal necesitas al vicario general. Los personajes se metieron ellos solos en la historia, eran los idóneos para este casting. Fue más difícil darle un rol a los caracteres femeninos, porque el XIX es muy machista; a la mujer se le daba nulo protagonismo. El rol de la mujer quedaba supeditado al ámbito doméstico, y si quieres que la historia transcurra fuera de casa tienes un problema como escritor.

Aquí lo hicimos al revés: queríamos meter personajes femeninos un poco modernos, mujeres con cierta independencia, coherentes con su época pero con fuerza, y en ocasiones tuvimos que adaptar la historia para que ellas cupieran.

 

El final del libro es maquiavélico. Todo ha cambiado de una forma inesperada. ¿Tendremos que esperar mucho para esa segunda entrega?

Goretti Irisarri: Depende de lo bien que vaya "Caen estrellas fugaces" (risas).

Jose Gil Romero: La editorial está muy dispuesta a seguir publicando más aventuras de Leónidas Luzón y Elisa Polifeme. Déjanos darte una primicia, Ana: la próxima aventura de Elisa y el León se llamará "El mecanismo de los secretos".

 

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