Dientes rojos

Opinión:

Esta novela rompe todas las barreras en el desenlace de la historia. Destacar que ambos narradores llegarán al lector directamente, igual que si hablarán con un amigo. Esa primera persona primero en él y luego en ella, serán tan reales para el lector que lograrán convertirse en unas voces, en unas personas comunicándose directamente. El resultado nos llevará a sentirnos incómodamente cerca tanto de Lukas Kocaj como de la niña desaparecida, Rebecca. La historia es desigual y cruel.

Jesús Cañadas no muestra piedad mientras explota la violencia, las asperezas del alma de un hombre se enganchan en el lector retorciéndolo.

Una historia inquietante entre la realidad y el mundo de donde llegan los monstruos. Dos policías buscando a un despiadado asesino de chicas, libros que esconden mensajes, lugares ocultos dentro de otros lugares, máscaras que en realidad son otra cosa... en esos sitios una puerta igual no es una puerta, a veces allí una llave tampoco es una llave...

Protagonistas que respiran entre las páginas, maravillosos personajes tan reales que temes visualizarlos en el papel. Y luego está Berlín. Hay frialdad en esa ciudad. Una inhumanidad que se arrastra por los fríos callejones. Es una oscuridad que cuelga en los bares, escondida por el humo, borrosa por el alcohol, esa cruel locura que el autor capturó para ti. Berlín es una serpiente que se desliza por los aceitosos sótanos. De pecado en pecado, se desliza en busca de atrocidades. La nieve no enfría lo que ya está muerto. Jesús nos muestra un horror que ni siquiera forma parte de nuestras peores pesadillas. Penetrar en "Dientes rojos" es recordar los malos sueños, se os helará la piel, rememoraréis los peores olores, tendréis la sensación de que alguien vigila vuestra lectura. La muerte le hará cosquillas a la fantasía, eligiendo a quién se llevará a casa esa noche. Lectura amarga que duele usando para narrar una poesía que corta hasta la vena, penetrando profundamente y dejando al lector sangrando. Prosa nítida y trama poblada por personajes destrozados. El autor no muestra piedad con su lector, arrojando cristales rotos en lugar de palabras, alojándose en lo más profundo de su mente.

¿Quién es el Rey? ¿Qué es la zona de fumadores? ¿Puede haber algo peor que la muerte?

No quiero mentir, leer este libro es difícil, ya que el sufrimiento también puede infligirse en aquel que está leyendo. Cada página que paséis tiene un costo. Se introducirán ideas horribles... no podemos dejar de ver el horror una vez enfrentado. La violencia contra los débiles, las crueldades injustificadas, el sufrimiento, nunca se desvanecerá. Este es el precio de saber más de la trama. Deberéis tomar precauciones para no dejar que esta historia os inspire más odio. Hay mucha rabia aquí. Las mujeres sufren injustamente simplemente por ser mujeres. La violencia de género a menudo es premeditada y se comete sin otra razón que satisfacer perversiones o falta de autocontrol. Este libro es importante porque lo resalta, con un dolor crudo y vívido, para que el lector experimente las consecuencias de la violencia desde la perspectiva de la víctima.

Jesús Cañadas crea una ficción aterradora que se siente como la realidad con los nombres cambiados. Sus personajes femeninos transforman las reglas. Pero el cambio no viene sin dolor, y en "Dientes rojos" hay mucho.

Dos partes dominando la primera con los agentes de la policía criminal Lukas Kocaj y Otto Ritter. Una bestialidad, el corazón de la novela. La segunda tendremos a la propia víctima Rebecca Lilienthal de protagonista y narradora, llevándonos al descubrimiento. ¿Cómo es esto posible? Ya lo dije al principio, la novela rompe esquemas, reglas...

Aterradora, brutal, vivos, muertos y monstruos que piden ofrendas, tributos que no son más que el comienzo de todo.

Sí, la muerte no es lo peor que nos puede pasar en este thriller de corte policial que se mueve más allá de los confines de este mundo y desciende a los reinos de la depravación y la locura.

Y es que desde las noches de los tiempos para matar a un monstruo simplemente se ha necesitado valor...

He quedado maravillada.

Violeta Lila