Anika entre libros

Cuando Hitler robó el conejo rosa

Ficha realizada por: Anika Lillo
Cuando Hitler robó el conejo rosa

Título: Cuando Hitler robó el conejo rosa
Título Original: (When Hitler stole pink rabbit, 1972)
Autor: Judith Kerr
Editorial: Alfaguara Infantil y Juvenil


Copyright:

© 1972, Judith Kerr

© Edición: 2007, Santillana Ediciones Generales, S. L.

Diseño de cubierta: Beatriz Tobar López

Fotografía de cubierta: Age Fotostock

ISBN (enlace a compra) cambiado a ejemplares disponibles en Santillana

Traducción: © 1978, Mª Luisa Balseiro
Edición: Edición 2007
ISBN: 9788491221395
Tapa: Dura
Etiquetas: persecuciones familia autobiográfica crossover drama novela dramática exilio nazismo novela novela dramática París infancia 17 años 15 años 14 años 16 años 12 años 13 años literatura juvenil ocupación nazi Suiza hermanos cambio radical
Nº de páginas: 263

Argumento:

Berlín, Zürich, París…

El papá de Anna es un periodista de origen judío muy importante, así que cuando ven en peligro su futuro por un Hitler que cada vez gana más simpatizantes en la calle, marcha a Suiza para buscar cobijo y traer a su familia. Son una familia pudiente, tienen criados, no les falta de nada, viven en un gran sitio y una gran casa… hasta que se convierten en exiliados. Anna, que todavía es una niñita de 9 años, cuenta la odisea familiar bajo el prisma de sus ojos: lo que para ella es una aventura, los cambios que tanto preocupan a papá y tanto agotan a mamá, su propio y querido hermano Max, el cambio de idioma, de amigos, de escuela…

…y al final Londres

 

Opinión:

 

La autora, Judith Kerr, coincide en todo lo publicado en la biografía del libro con la pequeña Anna. Nacidas en Berlín, familia de origen judío, huyeron de los nazis y vivieron en Suiza y Francia hasta que, en 1936 se instalaron definitivamente en Inglaterra.

Judith / Anna. Desconozco si es su autobiografía al cien por cien, pero lo parece, y si es así sólo puedo solidarizarme con ella y con cualquiera que tuviera que sufrir un exilio impuesto, porque es inevitable ser consciente de que al igual que existió el exterminio nazi en general (donde murieron igualmente alemanes, españoles, franceses… cualquiera que no pensara como ellos), la Shoa fue su principal meta. Y esta es una historia de exilio, miedo y pérdidas.

Anna y su hermano Max perdieron su infancia, y ambos vivieron de aquí para allá adaptándose a los sitios y viviéndolos de distinta forma. Max quería superarse, quería dejar de que se le viera como un judío, quería amoldarse al sitio en el que estaba. Anna quería disfrutar, vivir la aventura que suponía conocer distintos lugares, otros idiomas, otras formas de vida. Pero nada escapa al ojo de Anna y ve el proceso del declive rápido que viven en su cambio de estatus social, en su abrigo demasiado corto, en sus zapatos rotos, en el sofá-cama que utiliza papá en París, en el temor de mamá de no saber zurcir o cocinar… Y a pesar de ello el libro está lleno de fuerza, una fuerza tremenda que sale de todos ellos, especialmente de una madre que acepta y se amolda cuando se ha pasado la vida mirando cómo hacían los demás los quehaceres. Una madre que cambia una enorme casa por un piso mínimo, donde ve por primera vez a sus hijos peleándose, una madre que tiene que admitir que ahora ella y su familia están necesitados, que la caridad también tiene que aceptarse.

Y ahí está en contraste, la alegría de Anna, el afán de superación de la pequeña y de su hermano, las pequeñas frustraciones por lo complicado que les resulta el cambio de idioma y, en cambio, los logros impensables que consiguen.

Y está papá, buscando siempre la forma de conseguir que en París le acepten y le paguen un artículo cuando los periodistas franceses están también en apuros y se recortan presupuestos. Y la esperanza de volver a ver a su amigo, el tío Julius, que es lo que más le une al Berlín que abandonó a la fuerza.

Lo más curioso de los padres es que son judíos no practicantes, y aún así él es perseguido porque es un periodista que dice lo que tiene que decir. Sus columnas son un peligro para los nazis, de ahí el acoso nazi que sufren.

Así, Hitler y su régimen no sólo robaron (simbólicamente) el conejito rosa de Anna y otros niños, si no su dignidad, la seguridad, muchas veces el ánimo, el orgullo por lo conseguido durante muchos años de trabajo…

A veces me he visto en los ojos de Anna, cuando evoca su casa de Berlín, y recibes algo impactante: reconoces la pérdida de la niñez y la alegría que vivía en su hogar.

Todos buscan tablas de salvación. En el caso de mamá es madame Fernand quien le ayudará, y en el caso de papá, será monsieur Fernand. Max se agarrará a la posibilidad de cambiar para ser como los demás, y le echará el valor necesario para conseguir sus propósitos, y Anna… Anna salvará a papá de sus pesadillas y se agarrará a su tabla de salvación propia: que la familia, viva donde viva, esté siempre unida, junta, que no hayan días de separación, que jamás se separen estén donde estén.

Muchas veces en los colegios e institutos hacen leer a los niños libros que no dicen nada, o que son demasiado enrevesados y aburren al joven lector desganado, o que no les llegan al alma ni saben conectar con sus protagonistas. "Cuando Hitler robó el conejo rosa" debería ser de lectura obligatoria, o como mínimo aconsejada, en escuelas e institutos porque en esta historia los adolescentes leen un libro ágil, de escritura sencilla, directa y tierna, que les mostrará el valor, los resultados por los esfuerzos, la generosidad, el saber apreciar lo que se tiene, la amistad y la familia, y, sobre todo, una parte de la Historia que jamás debería olvidarse. En este libro no hay matanzas, no hay asesinatos, no hay nada grotesco que pueda asustar a un crío, pero hay una amalgama de sensaciones y valores dignas de ser leídas. Dignas de recordar hasta el final de sus días.

El detalle, quizás, más importante que marca esta novela, es que Judith Kerr habla siempre de papá y mamá, y esto hace cercanísimos a los personajes, los hace nuestros.

Es una triste historia que marcó una realidad, sí, pero también es una gran historia de superación y valores. Altamente recomendable para cualquier edad, posiblemente, a partir de 12 años y sin límite de edad final.

 

Anika Lillo

 

Foto homenaje realizado tras releer el libro para el Club de Lectura juvenil: 

Cuando -hitler

 

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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