nadie lo ha visto

Opinión:

Nadie lo ha visto es una novela de misterio de raíces eminentemente clásicas. Aunque se centra en la investigación de una serie de muertes de parecidas características, las cuales parecen poseer además un nexo común, lo cierto es que la primera aventura del inspector Knutas tiene poco que ver con la moda actual de las intrigas sobre asesinos en serie. La estructura de la trama entronca más bien con la típica novela con enigma (a lo Agatha Christie), es decir: lo que los ingleses llaman un whodunit (¿Quién lo hizo?), enrevesados rompecabezas en los cuales el principal interés reside en descubrir la identidad del asesino, que suele esconderse bajo la personalidad de algún conocido (un familiar, un amigo, un sirviente, el policía que investiga, los pasajeros de un tren…) y que no se desvela con toda seguridad hasta el capítulo final. Para mí, esto es un aliciente ya que disfruto mucho con este tipo de novelas de misterio.

Otro aspecto que me ha parecido realmente curioso tiene que ver con el modo en cómo aparece reflejada la autoridad policial a lo largo de la novela. Por un lado, el inspector Knutas es un sujeto de lo más normal, al que no le gustan -eso sí- las chapuzas, que no tiene traumas personales ni presenta signos de aburrimiento, pesimismo o misantropía, como suele ser habitual en estos casos. El inspector es un hombre que ama su esposa, le gusta la vida hogareña y adora a sus hijos. Tampoco parece que posea una inteligencia por encima de la media. Trata de cumplir su trabajo lo mejor posible y se implica mucho con la investigación de la muerte de las tres mujeres.

Por otro lado, la investigación policial está repleta de errores: testigos mal interrogados, cosas que se escapan preguntar, detalles que pasan desapercibidos... Knutas se queja y con razón, pero resulta paradójico que una de las razones por las que la investigación no avanza o llega a un callejón sin salida es por la deficiente labor del equipo de colaboradores del sobrio inspector. Esto tampoco me parece del todo mal ya que indica que no nos encontramos con héroes sino con seres humanos que pueden equivocarse como nos equivocamos todos.

El tratamiento detallado de las técnicas de análisis e investigación – tanto de las policiales como de las periodísticas - sí que dan la impresión de estar muy bien documentado y aporta grandes dosis de realismo y verosimilitud a la historia.

Otro detalle que me gustó bastante: el lector siempre sabe algo más que los investigadores gracias a una serie de monólogos protagonizados por el asesino. Poco a poco, vamos conociendo sus motivaciones aunque su identidad no nos será desvelada – como es natural – hasta el final.

Además la novela posee el suspense preciso, es muy ágil narrativamente hablando y los últimos capítulos resultan de lo más emocionante, por lo que pienso que no decepcionará en absoluto a los buenos amantes del género policiaco más clásico.

Joseph B Macgregor