HABLAR SOLOS
Félix J. Palma
Hay novelas que son una melodía, una herida, una atmósfera. Que
dejan un malestar. Hay novelas que son la voz de su autor
susurrando. Se lo imagina uno brotando de una radio en la soledad
de la madrugada, escribiendo en la negrura de una habitación como
una pluma de cisne. Los personajes se confiesan a través de él.
Poseen su carne, su alma, todo.
Tras el titánico esfuerzo que le supuso "El viajero del siglo",
una ambiciosa novela cuyas bondades la harán perdurar en la
historia de la literatura, Andrés Neuman
aborda ahora una novela breve, intimista, delicada. Una trenza de
silencios crueles.
Tres miembros de una familia unen sus voces en un coro
ensimismado. Mario, el falso protagonista, un enfermo terminal que
acude hacia su anunciada muerte en camión, tejiendo sus
frustraciones en un monólogo crepuscular. Lito, su hijo de diez
años, la inocencia hecha carne, cuya mirada impregna de magia las
páginas, a modo de respiraderos entre tanta grisura cotidiana. Y Elena, felizmente culpable,
cuya voz Neuman deja
que acabe devorando la novela por derecho propio. Los tres componen
un triángulo de dolor alrededor de la enfermedad. Uno la sufre,
otro la intuye, y otro la oculta.
"Hablar solos" es una novela sobre la enfermedad que nos
enferma. Sobre cómo la enfermedad deforma la vida de quien la
padece, sobre cómo cala en quien la ve tronchar al ser querido,
sobre cómo roe el futuro de todos. Una obra para subrayar, para
saborear, para dejar que nos empapen sus reflexiones, las de Neuman
y las de otros autores, pues en un recurso atinado, el escritor
argentino-granadino sazona su texto con las opiniones de otros
escritores que han inventariado la enfermedad.
Una novela que remueve por dentro, que te cambia de sitio
algunas certezas. Una novela que hay que leer, que hay que
padecer.
Félix J.
Palma
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