Amanece sobre los
siete reinos de Papel en Blanco. El sol comienza a dorar la tierra
con la parsimonia de un niño untando su tostada con mermelada de
albaricoque, desde las gélidas regiones del norte hasta los cálidos
parajes del sur, e incluso extiende sus rayos más allá del mar
angosto, hasta rozar con ellos las costas de la ciudad libre de
Derechos, como si no quisiera dejar sin luz ni un milímetro del
mundo conocido. Allí donde cabe una gota de sangre también cabe una
brizna de luz, parece pensar. Luego, una vez iluminados los sietes
reinos, su resplandor se derrama, juguetón, sobre los yelmos y
armaduras de la caravana que se dirige a la inexpugnable Elipsis.
El Rey Oxímoron, cuyo linaje se remonta a los Adjetivos
Calificativos, encabeza el cortejo, orondo y colorado, embuchado
cual morcilla en su armadura refulgente. Hace unas semanas murió la
Pluma del Rey, por lo que ahora se dirige a la fría Elipsis para
ofrecerle el puesto a su viejo amigo Lord Aforismo. Lo considera
justo. Después de todo, gracias a él, sus posaderas llevan años
calentando el Trono de Tinta, forjado con las mil estilográficas
que una vez escribieron la historia del mundo. Con él viaja también
la bella reina Metáfora, que luce los cabellos dorados y los ojos
azules propios de la Casa Borrador, cuyos miembros siempre corrigen
sus galeradas.
Aforismo le recibe con un banquete digno de Chicote -mesas y mesas
atiborradas de espetones de carne que chorrean jugos calientes,
montañas de panceta tostadas hasta el crujido, empanadas de pichón,
pasteles de morcilla, truchas a la sal, tartas de limón bañadas en
azúcar, manzanas asadas sobre virutas de chocolate, y repartidas
estratégicamente, grandes jarras de vino especiado con miel y
rebosantes odres de cerveza-, pero a la hora de la verdad se
muestra reacio a aceptar el puesto. Tiene remilgos Aforismo. Le
gusta la vida que lleva ahora, su plácido retiro en la aterida
Elipsis, rodeado por un montón de hijos: el heredero Onomatopeya,
la remilgada Aliteración, la indomable Metonimia y unos cuantos
más, entre los que se incluye un rehén de las Islas Lapicero, y
hasta un bastardo, Jon Pleonasmo, que finalmente partirá hacia el
enorme muro que se alza al norte, conocido como Bloqueo Creativo.
Más allá de sus frías paredes, Vuelapluma y sus salvajes campan a
sus anchas. Por si fueran pocos, vienen a sumarse unos lobos.
Tras darle algunas vueltas, Lord Aforismo acepta convertirse en la
Pluma del Rey, con la intención de esclarecer la muerte de su
predecesor en el cargo. Pero las cosas no saldrán como él espera.
En la corte descubre que los hijos del rey Oxímoron no son tales,
sino fruto de un desagradable y sostenido incesto entre la reina
Metáfora y uno de sus hermanos; no el enano Cacofonía, sino su
gemelo Sinónimo, el hábil espadachín al que apodan Cortar y Pegar.
Tras el descubrimiento, y movido por la fatal inercia del honor,
Aforismo invita a la reina Metáfora a hacer mutis, pero en su
lugar, la sibilina mujer le pone los puntos sobre las ies, es
decir, planea el asesinato de su marido, y el pobre Aforismo es
decapitado por traición. Antes de que la espada del verdugo cercene
su poderoso cuello, quién parecía nuestro héroe y no era más que un
secundario con ínfulas, recuerda lo que la reina le dijo en el
bosque de los arcianos: "En el juego de palabras: escribes o
mueres".
Félix J.
Palma
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