CIEN AÑOS EN PAZ
Álvaro Bermejo
En uno de sus mejores ensayos el
escritor mexicano Carlos
Fuentes hablaba de un espejo enterrado donde se reflejan las
sangres hermanas de España e Hispanoamérica. No es preciso
remontarse al tiempo de los aztecas ni al de los conquistadores. Si
hubo un mestizaje verdaderamente fértil entre las cien culturas de
las dos riberas del Atlántico, uno de sus exponentes es el gigante
de quien en estos días celebramos su centenario. Octavio
Paz creó una obra de fusión global donde se enlazan los
mitos precolombinos y los hispanos, la literatura oriental y la
poética universal, nacida de la unión de inteligencia, imaginación
y pasión crítica. En el centenario del poeta-pensador, la vitalidad
y vigencia de su legado se renuevan con la lectura de sus ensayos y
poemas, sin necesidad de incienso ni bronce. Su defensa
indeclinable de la libertad en el arte y la política, la brillantez
de su mente y la luminosidad de su poesía lo situaron como
protagonista de la literatura y la cultura mundiales del llamado
siglo corto, iniciado con el estallido de la Primera Guerra Mundial
en 1914 -fecha de su nacimiento-, y que concluyó como proceso
histórico en 1989 con la caída del Muro de Berlín y la consecuente
disolución de la Unión Soviética. Ambos acontecimientos fueron
celebrados por el autor de Tiempo nublado como un triunfo
de la libertad.
Desde muy joven, Paz fue uno de los primeros escritores de
lengua española en denunciar la existencia de campos de
concentración en la tierra de Stalin, condenó la
invasión de Checoslovaquia y criticó el régimen de Fidel Castro con
la misma rotundidad con que denigró la matanza de Tlatelolco. No le
salvó del anatema dictado contra él por la impecable izquierda
europea y americana, que culminó en la oprobiosa quema de su efigie
frente a la embajada estadunidense. Su voz libertaria, fundamental
en el proceso democratizador de toda Hispanoamérica, aún resuena
dentro de la caverna de una cultura política autoritaria que se
niega a morir. La historia le dio la razón y se la sigue dando.
Su compromiso con la libertad y la ética guió también
su propia creación poética, lo acercó a las vanguardias literarias
y artísticas de Europa y América, convirtiéndolo en interlocutor
privilegiado de los escritores, artistas y pensadores más
destacados de su época. Muchos de ellos fueron colaboradores de las
revistas literarias que él impulsó, fundó o dirigió como
Plural y Vuelta. Su participación en
el movimiento surrealista y en el Congreso de Escritores
Antifascistas durante la Guerra Civil Española lo vacunó
contra el opio de las ideologías y estimuló el espíritu crítico que
inspiró su vida y su obra.
Dos
imágenes de Matshuo Basho
La portentosa vastedad de su horizonte intelectual, iluminado
por la permanente alianza de rigor y belleza, abarca desde el
arte precolombino hasta la poesía de Matsuo Basho; del análisis
crítico de la Revolución Mexicana y del sistema político que surgió
de ella, a la condena de los excesos del capitalismo; de la
exaltación del erotismo tántrico, a la reflexión sobre la
fraternidad humana; del ensayo literario, a la crítica de arte; del
análisis sobre el significado de ser al mysterium
tremendum de la metáfora y la creación poética.
El lenguaje -"la visible invisibilidad del espíritu", como lo
concibió Hegel- fue uno de los centros de su pensamiento poético,
sustentado en la confluencia de creación y reflexión. Todo lo
humano es lenguaje y significación, afirma Paz en El arco y la
lira, obra seminal de su poética. "La poesía es conocimiento,
salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la
actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio
espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela
este mundo, crea otro. Pan de los elegidos, alimento maldito…
Locura, éxtasis, logos".
Conocedor, como Heráclito, de la armonía de opuestos que
gobierna la existencia humana, emprendió una incesante
búsqueda del ser del hombre en toda su complejidad. Nada de lo
humano le fue ajeno: desde la grandeza de la inspiración
artística o el goce erótico, hasta las miserias de la política o la
mezquindad de la envidia, esa "caries del alma", como la llamó María Zambrano.
Matanza de Tlatelolco. México,
1968
El laberinto de la soledad está habitado por un
sentimiento dual análogo al expresado en un poema de Catulo:
"Amo y odio, ¿por qué?, no sé, pero lo siento y me torturo". Dicha
dualidad crítica nutre también otros ensayos clave, como Posdata o
El ogro filantrópico: hora cumplida. La actualidad de esos y otros
de sus textos políticos se refuerza convirtiéndolos en lectura
obligada ante el riesgo de un renacimiento autoritario encubierto
bajo el manto de un laberíntico disimulo.
Dos
imágenes de Juana Inés de la Cruz
Así como Flaubert
dijo en alguna ocasión: "Madame Bovary soy yo", el autor de Sor
Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe tuvo una profunda
admiración y afinidad con la hija del adelantado vasco Pedro Manuel
de Asbaje, a quien considera una de los mayores poetas de nuestra
lengua, "sólo comparable hasta fines del siglo XIX, en la América
hispana, con Rubén Darío y, en la América de lengua inglesa, con
Whitman y Emily Dickinson".
La obra de Paz y Sor Juana surgen de la misma fuente, tal vez la
de Castalia, de donde emanaba la sabiduría en la mitología griega;
pero con una diferencia: Paz pensaba que religión y poesía son dos
tentativas por abrazar la otredad, ambas son una revelación, pero
la poesía no tiene dogmas. Él tampoco los tuvo. Ni religiosos, ni
mucho menos los surgidos de las ideologías políticas,
"esas formas inferiores del pensamiento religioso".
Alquimia Sexual en Occidente
Acaso el tema primordial de su obra poética es el del erotismo y
el amor. De los poemas incluidos en Libertad bajo palabra
(1935-1957) a los de Árbol adentro (1987) se experimenta
un tránsito del erotismo blasfemo al amor como eucaristía. Un
itinerario similar se da entre su ensayo Conjunciones y
disyunciones (1969), y La llama doble (1993).
Hablaba de sí mismo, de su propia experiencia convertida en
presente perpetuo desde que conoció a su musa definitiva, la
francesa Marie-Jose Tramini, fuente de inspiración de su
poesía amorosa a partir de Viento entero, publicado
en 1965, un año después de su boda en la India.
Maithuna
Si todo presente es perpetuo, infinito en su condición de
laberinto, el de Paz concluyó con un canto a Maithuna
(cópula, en sánscrito), mientras su casa de Coyoacán, y en
particular su biblioteca, era pasto de las llamas en un incendio
accidental. No importa, cien años después sus libros siguen siendo
indestructibles, rabiosamente actuales, sabios hasta la médula.
Una lectura obligada para todo aquel que ama la literatura, la
magia de la creación, el misterio del amor y todos sus
sortilegios.
Lo que vale por decir la vida misma.
anikaentrelibros no se hace
responsable del uso de imágenes de los blogueros a partir del
momento en que informa que sólo deben utilizarse aquellas libres de
copyright, con permiso o propias del autor