Álvaro Bermejo

Los papeles de Pickwick

La alquimia del tiempo

Alquimiatiempo1

"LA ALQUIMIA DEL TIEMPO"

   Álvaro  Bermejo

 

En una película de Buñuel, una mujer apresurada que viene de la compra, deja sobre la mesa una gran bolsa de papel y va sacando y enumerando las cosas que contenía: "El café, el pan, el azúcar, las verduras, la llave de los sueños...". Y con la misma naturalidad con que ha nombrado todo lo demás, busca un lugar para esa llave, que parece de hierro, como las que abrían las puertas antiguas, aquéllas que distinguíamos en nuestra calle únicamente por la grave resonancia de sus aldabas. Un toque para avisar a los del primero, dos para el principal, y así hasta la buhardilla, que siempre solía estar ocupada por un personaje misterioso, entre bohemio y proscrito, un alquimista del tiempo.

 

Alquimiatiempo2

 

Hoy, por esa misma alquimia del tiempo, nada nos tienta tanto como la posibilidad de que esa llave de los sueños abra dos puertas a la vez: la del ático de los visionarios y la de  los sótanos de la memoria.

 

 Alquimiatiempo3

Las tres pirámides de Gizah y la constelación de Orión    

 

En el  Louvre aparece un papiro según el cual  descubrimos que la disposición de las tres grandes pirámides reproducía exactamente el orden de las estrellas de la constelación de Orión. En Madrid el Reina Sofía muestra la obra de Wols, uno de los artistas más enigmáticos del siglo XX, quien componía sus fábulas visuales innombrables en pedacitos de papel que, asimismo, aspiraban a un orden cósmico "más allá de la Gran Barrera Ardiente". En una selva de Méjico unos arqueólogos acaban de descubrir los jeroglíficos de una escritura que no pertenece a los aztecas ni a los mayas y que, si se descifra, agregará una nueva civilización hasta ahora ignorada en la gran memoria del mundo.

 

Alquimiatiempo4 

Shakespeare y Cervantes

 

Si hace ya bastante tiempo que se considera al mismo Shakespeare poco menos que un seudónimo de  Marlowe, un Alquimiatiempo5investigador cervantino tan solvente como Martín de Riquer sugirió poco antes de morir una teoría cuya inquietante posibilidad no es inferior a su alta categoría quijotesca: el verdadero autor del Quijote apócrifo, aquel supuesto Avellaneda, fue un personaje de Cervantes, el bandido Ginés de Pasamonte quien, también estuvo en la batalla de Lepanto y en el cautiverio de Argel, y que siguió al ilustre Manco como una prolongación maléfica de su mano muerta, por las vastas geografías de su desventura. 

Recuerdo un 16 de junio en Dublín, el día en que se conmemora el nacimiento de James Joyce: al menos tres emisoras locales radiaban sin interrupciones una lectura de la novela Ulises. Más allá de las voces, de las calles a las plazas, territorios y personajes dublinescos se confundían en un "happening" tan festivo como vertiginoso, donde el presente había sido abolido. También la vanguardista escritura de Joyce no les concedió a sus protagonistas un futuro: les otorgó la obsesión de un pasado, un estigma, como el nuestro.

    

Alquimiatiempo6

James Joyce y Lepold Bloom

 

De hecho, Ulises sólo iba a ser una breve narración que añadir al volumen Dublineses. El viaje de Bloom a través de la ciudad, nuevo Odiseo en busca de sus orígenes, se transfiguraría en un bosque de setecientas páginas: es difícil tocar el fondo de la memoria. El intelectual Stephen Dedalus y el vendedor de publicidad Leopold Bloom recorren el presente con los zapatos lastrados por el barro que pisaron ayer. Es lo mismo que nos está sucediendo a nosotros. Abrimos los periódicos buscando los prestigiosos indicios del presente y sólo encontramos la llave de los sueños en las noticias del pasado lejano. Parece que el Titanic acaba de hundirse, que Van Dyck vuelve a ser el pintor de moda, que sólo se debe visitar el Prado para celebrar las nuevas salas dedicadas a Goya, y que la ruta turística más celebrada y concurrida del futuro, va a ser el milenario Camino de Santiago.

 

Alquimiatiempo7

Telescopio Hubble / Camino de Santiago

 

También parece que fue ayer  cuando los astrónomos dejaron colgado entre dos lunas el telescopio espacial Hubble, precisamente, para que averiguara la Edad del Universo. De un universo que cada día parece más joven, tal vez porque cada día el pasado está más presente. Hoy, tras el éxito de su primera configuración, otra de las exposiciones de obligado cumplimiento repite el título de Las Edades del Hombre.

 

Alquimiatiempo8 

 

Edad del universo, edad del hombre, edad del tiempo. A medida que el futuro nos resulta más acuciante, sentimos que nos viene del pasado una continua y oscura llamada hacia las profundidades del espacio y de la memoria, hacia los abismos de la tierra y del mar, hacia el silencio gangrenado y polvoriento de las más antiguas escrituras. Reconstruir la mítica Biblioteca de Alejandría,  recuperar el código genético de los dinosaurios, recomponer las osamentas de los neandertales de Atapuerca y, si acaso, ir más allá, hasta los rituales caníbales del Homo Antecesor.

En el tedioso presente no ocurre nada que pueda despertar nuestra fascinación. En realidad, no sabemos nada de él, y nos extraviamos en la ciega proliferación de sus signos como en una selva inhabitable. Es el pasado casi lo único que nos sucede y, casi contra nuestra voluntad vivimos entregados a una arqueología prodigiosa para recordarnos, como en aquel verso de Borges, que la única cosa que  no existe es el olvido. Pues, entre el laberinto de nuestras circunvoluciones cerebrales, también se esconde la memoria infinita de todas las generaciones, de tal modo que es posible descifrar en él hasta el linaje de la primera Eva.

 

 Alquimiatiempo9

Miguel Hernández y Josefina Manresa / Walter Benjamin

 

Al besar a su amada, Miguel Hernández sintió que en ellos dos se besaban los primeros pobladores del mundo. Por eso, el más trivial de nuestros gestos es a la vez una conmemoración y una fundación. Conozco hombres y mujeres para quienes el presente es una tierra de nadie: viven como esos apátridas que no pueden avanzar ni  retroceder, y pasan los días atrapados en la sala de espera de un paso fronterizo, como Walter Benjamin en la estación de Port-Bou. Lo único  que les sucede es algo que alguna vez les sucedió, una candente noche no abolida por el amanecer, una vida futura que no supieron alcanzar por falta de inocencia y de coraje. A su manera, cada día vuelven a desandar los pasos de Leopold Bloom, la peripecia cervantina de Ginés de Pasamonte, o, como en la última novela de Enrique Vila-Matas, la fuga de una Europa fantasmagórica, convertida en una performance de la Documenta de Kassel, donde el futuro, como el hombre de Musil, Antecessor de la Posmodernidad,  pierde todos sus atributos.

 

 Alquimiatiempo 10

Enrique Vila-Matas / Karl Krauss

 

Ese pasado que nunca acaba de pasar resulta hoy omnipresente, absorbente, totalizador, absoluto, como si tras cerrar las puertas del paraíso, ya sólo merecieran acomodarse a los hábitos del purgatorio. ¿Será ésta la lectura final de nuestra época?

 

 Alquimiatiempo 11

 

Karl Krauss apuntaba que inventamos historias, porque nos falta el carácter suficiente para no escribir: Pero el tiempo escribe su historia por sí mismo y por nosotros, con su lenta caligrafía indeleble. Desencantados con el presente, y proyectando más temores que esperanzas sobre la página en blanco del futuro, en cuanto nos dejan solos,  introducimos una y otra vez la llave de los sueños en esa estancia donde el pasado aun tiembla bajo nuestros pasos. Queremos descubrir en los otros que fueron, una dimensión oculta de lo que somos y seremos. Una alquimia de la memoria, que nos consienta la utopía de la transfiguración. Para seguir viviendo.

 

 

anikaentrelibros no se hace responsable del uso de imágenes de los blogueros a partir del momento en que informa que sólo deben utilizarse aquellas libres de copyright, con permiso o propias del autor  

Si te ha gustado, puedes compartirlo en las redes sociales:

Sigue los comentarios publicados RSS feed for this post. Puedes dejar un comentario.

Comentario de los lectores: