Sugiero leer "Los santos inocentes" de Miguel Delibes
Miguel
Delibes, uno de los últimos grandes "sacerdotes" de la inmensa
catedral literaria española, ha creado una obra maestra, otra de
las tantas de su prolífica pluma, la que he seleccionado para la
inauguración de este espacio de Ciberanika (Anika Entre Libros),
como el humilde homenaje al gigante de Valladolid, cuyo talento
volcado a las letras, debe ocupar un lugar de privilegio en los
estantes de toda biblioteca.
Desgarrador aguafuerte de la España campesina, "Los Santos
Inocentes" resume el drama ancestral de la explotación del hombre
por el hombre, y es por ello que sus criaturas, víctimas de la
humillación y el sometimiento por generaciones, y a las que Delibes
modela con la con la frialdad del escalpelo, del mismo modo se
encuentran revestidas de la ternura y la sanguínea condición
primigenia del hombre ibérico, elementos claves del novelista para
recrear con la naturalidad, el realismo y el genio de su prosa,
esta tragedia de dimensiones Shakespearianas. Delibes, nos muestra
los claroscuros de la condición humana cuando es reducida a la
servidumbre y designios del poder omnipotente, y nos advierte que
aún dentro de una aceptación resignada, subyace una última frontera
que no puede ser traspasada sin riesgo de reacción, que en este
relato adquiere la forma de brutal respuesta, cuando un detonante
trivial, modifica condiciones elementales, de seres igualmente
elementales. La historia se circunscribe a la vida de una familia
de sirvientes en una finca rural enmarcada por el transcurrir de la
rutina cotidiana, que el novelista describe mediante una verdadera
exhibición del dominio del lenguaje, engalanado con los modismos
propios de su tierra. Sus criaturas, extraídas de una realidad que
esconde la existencia de verdaderos cotos de caza, tanto de
animales como de seres humanos, nos sacuden enérgicamente cuando
logramos penetrar la muralla de contención que a primera vista nos
impide advertir la inminencia de la tragedia en que se verán
envueltas, puesto que los que mandan y los que obedecen, no son más
que marionetas cuyos hilos, Delibes, maneja con precisión
quirúrgica, hasta pergeñar un retablo asombroso donde conviven la
ternura, la ignominia, la traición y la venganza.
Con el fondo de los poderosos encarnados en el "señorito" Iván y
su afiebrada pasión por la cinegética y por la casquivana mujer del
Périto don Pedro, pelele desdichado, casi un sirviente más dentro
de la jerarquía establecida, quedan casi determinados los límites
de los que mandan. Los que obedecen y sirven, conforman una familia
cuyos miembros se encuentran sometidos a condiciones de un mundo
medieval. Paco "el bajo", reducido a la condición de lebrel,
ubicando con su olfato las piezas abatidas por el iracundo
"señorito", insoportable triunfador en las competencias con sus
amigos de cacería. Nieves, vivaz y despierta, puesta a servir en
plena adolescencia; Régula, igualmente destinada a la servidumbre,
madre de esta última y de Charito " la niña chica", idiota y
deforme criatura, que comparte algún atisbo de ternura con Azarías,
el agregado hermano de Régula, ignorante y retrasado mental,
entregado a la primitiva sustancia de la resignación que canaliza
en su grajo domesticado, único motivo por el que llega a justificar
su propia existencia.
En esta obra de fuerza inagotable, ganadores y perdedores
subsisten en un mismo plano, donde la sumisión atávica que sufren
los ofendidos y zaheridos lacayos, parece encadenada
definitivamente a los designios del poder. Los días languidecen
dentro del orden establecido y en su discurrir, un hecho al parecer
intrascendente, hace estallar un drama de proporciones
devastadoras, que nos plantea el interrogante acerca de la
condición del hombre frente a situaciones desconocidas e
imprevisibles.
Con "Los Santos Inocentes", Delibes trae a la vida un fresco
sombrío y estremecedor, cuya última pincelada es el aspecto
indiscutible que permite encuadrarla, tal vez, no como una forma de
venganza irracional, sino como un grito de emancipación; la fuga de
una irreductible isla de inocencia, un acto de estricta justicia;
aquella que algunos hombres niegan a los de su propia especie.
Comentario de los lectores:
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