Sugiero leer "Los relatos del padre Brown" de G. K. Chesterton
Gilbert Keith Chesterton
Tanto elogio, tanta exaltación por su obra en boca de Jorge Luis
Borges, era lógico (no obstante y en favor de la verdad que
escasa era mi aceptación al privilegio de las palabras de este
último) que en algún momento dedicara un tiempo de lectura al
ciertamente extraordinario escritor inglés.
Chesterton nació en 1874 en Kensington, en los
arrabales de Londres. Desde de muy joven se destacó como ensayista,
novelista y poeta. Se supone que fue hombre que rechazaba la idea
de Dios, no obstante que a los 48 años (1922), se hace bautizar
cristiano católico por su amigo el padre O'Connor, quien
seguramente le sirvió de modelo para sus libros policiales sobre el
padre Brown. Esta nueva vida de fe y cristianismo, le llevó a
escribir decenas de libros en analogía a su conversa actitud, y
cada uno de ellos son un verdadero ejemplo de su alta e innegable
calidad de escritor, y no fue en ninguno de ellos un excéntrico
famoso, ni un predicador de iglesia; fue solamente un notable
literato en las que sus obras apuntaron siempre al corazón de la
espesura, en la cual podía tomar los más extraños laberintos y
senderos tortuosos, pero siempre avanzando hacia el hogar, que era
el fin inspirador de su pensamiento.
Los relatos del Padre Brown, publicados
entre 1910 y 1935, son casi seguramente la saga y construcción
literaria más apreciada del genial Chesterton. A
partir de un humilde sacerdote surge uno de los más entrañables
personajes que harán las delicias de todos los lectores. El
"curita", armado solamente con una sombrilla y el agudo
conocimiento del alma humana, desentraña crímenes y misterios en
los que la realidad esquiva tanto la fría hipótesis como la ingenua
elucidación de fenómenos científicamente inexplicables. Publicados
en cinco libros durante el periodo precitado, (El candor del
Padre Brown, La sagacidad del Padre Brown, La incredulidad del
Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El escándalo del
padre Brown) una prestigiosa editorial española los ha reunido
en única edición, con más el agregado de algunos relatos del padre
Brown nunca antes publicados en español.
En estas historias, como antes decíamos, el protagonista no es un
detective privado, ni un policía, ni siquiera un aficionado a
resolver crímenes; es un sacerdote papista, poco simpático, ubicado
en plena Inglaterra anglicana. No es un Sherlock
Holmes o un Hércules
Poirot. Dotado de una agudeza que no demuestra su carácter
sencillo, culmina siempre su actuación frente al acertijo resuelto,
dando lecciones en nombre de la razón y la lógica con una humildad
asociada a su forma de ser, a su espíritu de sacerdote que es
consciente de que su ausencia puede llevar a los propios servidores
de Dios, aunque sean piadosos y se muevan por móviles elevados, a
hundirse en horrendos pecados, y esta sencillez y llaneza resultan
insoportable a todos los que le rodean, ya sea la policía inglesa o
las autoridades locales.
Quizás algunos de estos relatos del padre Brown parezcan demasiado
ingenuos. No podemos leer a Chesterton como a Agatha
Christie o a Sir Arthur Conan Doyle, porque
Chesterton tiene intenciones muy distintas con sus
palabras. Le gusta recrearse creando misterios cada vez más
complicados e irresolubles, pero también busca difundir sus propias
ideas y crear una pintura regional de las personas y lugares de su
época, con especial énfasis en fragmentos de la vida habitual que
muchos pasarían por alto. Excepto su inolvidable personaje, hoy
todo un icono de la literatura detectivesca de principios del siglo
XX.
Chesterton fue un apologista pero de manera
especial, jamás abstracto, solemne, docto o superficial, es el
genio de la paradoja y pone el humor al servicio de la fe; un
ejemplo son estos relatos que sugiero leer; un libro muy
"querible", uno de esos textos que nos sacan de la rutina y lo
convencional, para darnos un muy buen tiempo de lectura.
Comentario de los lectores:
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