Sugiero leer "El otoño del patriarca" de Gabriel García Márquez
El maestro incuestionable del lenguaje nos entrega en este libro
soberbio, lindante con la perfección narrativa, a mi juicio la obra
más perfecta de su vasto universo literario, aún por encima de su
maravillosa "Cien años de soledad" y de cualquier otra de su
fecunda producción.
Esta novela encarnada en la figura de un arquetipo del dictador
latinoamericano, cuyo paralelismo con las obras de Augusto Roa
Bastos ("Yo, el Supremo"), Ramón del Valle Inclán, ("Tirano
Banderas"), Miguel Angel Asturias ("El señor
presidente") o Mario Vargas Llosa con "La fiesta
del chivo", es la representación de uno de los males crónicos de la
América profunda, aunque a diferencia de las nombradas, "El otoño
del patriarca" crece por sobre la propia historia hasta alcanzar
las dimensión de las grandes obras universales, producto de la
arquitectura de un lenguaje superior y casi sin precedentes, cuya
técnica del relato también merece un párrafo especial. El uso de la
primera persona, el monólogo del dictador se transforma en una
multitud de relatores; se soslayan los diálogos y no existen los
párrafos, y en el contexto unipersonal se incorporan una
multiplicidad de puntos de vista que el escritor concilia mediante
un festival de literatura irrepetible.
La obra es una extensa mirada retrospectiva sobre la vida y el
marchitamiento del patriarca, y en ella surge de manera excluyente
la figura del poder omnímodo, del dictador perenne e intemporal de
un país no identificado pero que puede ser cualquiera de las
malhadadas patrias del subcontinente americano, aflorando desde el
futuro, regresando al pasado o extinguiéndose en el presente en una
fusión de tiempos, en un ir y venir por su reino de pesadumbre,
desolación y padecimientos en el que no sobrevive intacto ningún
personaje. En "El otoño del patriarca" está la honda
caracterización de un mundo atormentado por la presencia
emblemática, alucinante, singularizada en la figura del déspota que
exalta el horror de su dimensión mitológica y fantástica. Su
delirio le lleva a extremos inconcebibles para toda comprensión
terrenal. Puede presentar asado al horno, descuartizado y servido a
la mesa de sus petrificados generales, al ministro de la defensa
cubierto de medallas y primorosamente relleno de piñones y de
hierbas aromáticas, como dinamitar en alta mar un barco repleto de
niños cantores de la lotería que monopoliza, o bien vociferar
órdenes inequívocas tales como: "... en un plazo máximo de cuarenta
y ocho horas lo encuentran vivo y me lo traen, y si lo encuentran
muerto me lo traen vivo, y si no lo encuentran me lo
traen....".
Gabriel
García Márquez, bendita concepción de la patria grande
latinoamericana, deslumbra con su escritura y brilla como un
camafeo entre los grandes escritores universales. Trepa con holgura
por sobre tanta insubstancialidad y medianía editoriales más
orientadas al negocio que a la cultura, y nos entrega sus libros
escritos con la sangre de su intelecto y su visión de los profundos
recovecos del alma humana; para nuestro deleite, para nuestra
reconciliación con las letras, y para señalarnos que el
incuestionable reconocimiento internacional que lo eleva a la
cúspide del universo literario, no es una graciosa concesión de la
Providencia.
Comentario de los lectores:
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