Sugiero leer "El desierto de los tártaros" de Dino Buzzati
Dino
Buzzati, nació en Belluno en 1906 y falleció en Milán en 1972.
Con "El desierto de los tártaros" nos ha dejado una obra intensa y
nostálgica a la vez, una gran creación que emerge solitaria,
excepcional, de entre la escasa producción de un escritor no muy
bien calificado por la crítica de su tiempo, logrando al fin con la
publicación de este libro, con el alumbramiento de este
deslumbrante y superlativo trabajo, el reconocimiento universal y
el legítimo lugar reservado para los artífices de las grandes
letras. Un ambiente de interminables espejismos y alucinaciones,
envuelve a esta verdadera joya de la literatura. Un profundo
trasfondo abstruso hace que afloren de ella incesantes referencias
metafóricas respecto de las alternativas fundamentales de la vida
del hombre. Giovanni Drogo, teniente destinado a la Fortaleza
Bastiani, marcha a su misión con el presagio de que algo en la
vida, lo arrastra hacia un total aislamiento, hacia el destino de
soledad que finalmente lo atrapa. La desconocida y colosal
fortaleza emplazada en los límites del desierto que fue reino de
enemigos legendarios, los tártaros, lo recibe enigmática e
imponente. Sus ocupantes parecen agobiados por la ansiedad de la
espera, aguardando a los agresores que vendrán del norte, y el
teniente Drogo se sumerge en el mismo clima de vigilia, de ansias
de gloria que sólo habrá de lograrse cuando las tropas de la vieja
guarnición, termine con el sempiterno peligro de ataque que nunca
se concreta. Las luces y sombras espectrales del desierto se
yerguen prometedoras en cada alborear, y también, cada noche, la
decepción hace abandonar infinitamente la esperanza de la muerte
honrosa. Con el transcurrir de los meses, de los años,
progresivamente el teniente Drogo comienza a comprender que
esperando a los míticos enemigos, ha perdido todo contacto con la
realidad, con su juventud ya lejana, con su pueblo, sus amigos, sus
amores y su familia, y quizás con el propio valor que debe hacer
del peligro su elemento. Su aguardar por las trompetas de la
guerra, mientras otea lejanos ejércitos adversarios que se mueven
en la realidad de su esperanza o en el engaño de su imaginación, lo
convierten en un fantasma petrificado que paulatinamente se inclina
sobre la sombra de la vieja fortaleza y se integra a su propia
leyenda. Sabe interiormente que ha comenzado a transitar un sendero
sin regreso y en soledad, cuya única ventaja es no tener cómplice o
enemigos que temer. Finalmente, martirizado por la eterna decepción
del combate que no llega, el teniente Drogo, puede comprender lo
que ya no puede remediar. No tiene respuestas a las preguntas que
nunca se ha hecho. En este ambiente de pesadillas, por fin el
esperado enemigo construye un camino con intenciones hostiles y la
futura contienda parece comenzar a tomar forma, pero el teniente
Drogo, enfermo, traicionado por su camarada Simeoni, alejado de su
puesto, comienza el camino de la muerte sin gloria, y al igual que
sus camaradas Lazzari, Angustina, Ortiz, este último ya retirado,
morirá fuera de las murallas de la fortaleza Bastiani. Es que
quizás nadie puede morir en ella, porque tal vez, nadie, en
realidad, nadie vive allí.
Leer este libro maduro, impecablemente bien escrito, sin golpes
bajos y quizás con más de una lectura, es acceder a un imborrable
estudio de las convicciones y fracasos del ser humano. La magia y
la fascinación de la soledad constituye la substancia
transformadora de esta obra, a mi juicio, genial, y nos hace
percibir la profundidad de su hallazgo.
Comentario de los lectores:
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