Sostiene Tabucchi

El señor Pereira ha vuelto a visitar al escritor Antonio Tabucchi. Esta vez, sin embargo, no ha regresado como un personaje en busca de un autor que lo narre. De esa primera aparición habla con ingenio Tabucchi en la nota a la décima edición italiana de Sostiene Pereira, su célebre obra. Sin trazos definidos, era una presencia vaga y huidiza, pero con el claro deseo de ser protagonista del que sería su libro. Este fantasma lo eligió a él para que describiera la historia de su vida y Tabucchi comprendió pronto que aquella aparición difuminada suponía una metáfora. En cierto sentido era -escribe- la transposición fantasmagórica de un viejo periodista al que había conocido fugazmente en Paris en los años sesenta. El hombre era un portugués exiliado de la dictadura de Salazar. Tabucchi no volvió a saber nada más de él hasta que, 30 años más tarde, leyó en la prensa portuguesa la noticia de su muerte. Nadie se acordaba ya de aquel viejo periodista que se había opuesto sin vacilar a la dictadura salazarista. Tabucchi acudió a la capilla desierta donde yacía su cadáver y de aquel momento conmovedor le quedó la visita fantasmal, un mes después, del que sería su personaje literario.

El señor Pereira ha regresado. Ya no es aquella presencia indeterminada, sino que lleva el nombre de su propio inventor, Antonio Tabucchi.

El presidente del Senado italiano, Renato Schifani, hombre clave de la dictadura de Berlusconi, le ha reclamado por vía judicial una indemnización astronómica - 1.250.000 euros- por ejercer críticamente su labor periodística. Tabucchi interpeló en un artículo a Schifani sobre su pasado, sus relaciones de negocios y sus dudosas frecuentaciones, preguntas que forman parte del necesario cuestionamiento y defensa de la vida democrática. Ahora el proceso contra la libre expresión y la libre escritura está en marcha. ¿Cuántos Pereiras más querrán sepultar?