Robert Walser a lápiz
Escribir es olvidar, dice Fernando Pessoa en la voz de Bernardo Soares. Es un modo de considerar la literatura como la manera más agradable de ausentarse. Algo parecido es lo que hizo el escritor suizo Robert Walser, quien terminó desapareciendo en sus textos literarios. Antes escribió varias novelas, relatos y poemas. Es conocido por sus "microgramas": notas que Walser escribía en papeles sueltos, de tamaño muy pequeño y con letra minúscula. Apuntes tan fugaces como efímera consideraba este escritor su existencia.
El deseo de empequeñecerse delante de un papel con un lápiz en la mano fue su verdadero sentido. Hizo de la literatura un modo de llevarse a sí mismo más allá de sus límites, un gesto de apropiación de su mundo viviendo conscientemente entre la razón y el delirio. Desdibujado entre sus escritos a lápiz, la única meta de su escritura era enmudecer y su verdadera obsesión la huída de lo definitivo. Nunca se alejó de la gloria y del éxito porque nunca aspiró a ellos. Cuando ingresó voluntariamente en el sanatorio de Herisau dejó de escribir. Silencio. Ni una sola palabra en los más de 23 años que se sucederían hasta su muerte. Sin embargo, nunca dejaría de ser escritor porque no cesó de transmitir la fragilidad de la existencia y de alimentar sus días mediante ensoñaciones durante esos largos paseos solitarios. Nunca abandonaría su más amado oficio. No renunciaría al silencio de las palabras. El Paseo (Der Spaziergang) comienza así:
"Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus y bajé para salir a buen paso a la calle." Como si la realidad hubiese querido imitar a la literatura, fue precisamente paseando alrededor del sanatorio cuando el día de Navidad de 1956 la muerte le sorprendió en mitad de la nieve. Ahí lo descubrieron, tendido con su sombrero en la mano, rodeado de ese inmenso blanco inmaculado que nos hace recordar el vacío que continuamente anhelaba.
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