Anika entre libros

Reflexiones y ruegos a una editorial nueva

Susana Guzner, abril 2010


El pasado 24 de abril asistí como panelista a una charla-debate en la Feria del Libro de Buenos Aires. El tema central era la presentación en sociedad de Editorial Otras Letras, primera empresa editora latinoamericana especializada en literatura de temática LGTBI, ya con una buena trayectoria como librería on line y, en breve, inaugurando flamante local en el corazón de la capital argentina.

Tanto ponentes como público lanzamos a la palestra diferentes puntos de vista sobre el llamado "mundo editorial". Desde los tópicos más explícitos (comportamientos, distribución, contratos, relación con lxs autoxs, Etc) hasta alguna que otra confidencia sabrosa de experiencias personales de quienes, mal o bien, llevamos algunos años en relación con editoriales grandes o pequeñas, especializadas o no, nacionales o internacionales. 

De regreso a casa tomé conciencia de que al calor de la charla compartida, muy jugosa por cierto, me había dejado en el Susanaguzner2tintero (mea culpa, tengo el mal hábito de no escribir notas cuando me invitan a estos eventos) una reflexión, más aún, un ruego, que era precisamente aquello que deseaba aportar como invitada. 

¿De que se trata? Pues de un sentimiento que, me consta, compartimos buena cantidad de autorxs y no precisamente desde la alegría o el placer. Publiquemos en editoriales multinacionales o de pequeña magnitud, quienes nos dejamos la piel en el fascinante deseo de crear mundos de palabras, más que frecuentemente percibimos una desasosegante sensación de desafecto, cuando no, y aunque suene un tanto potente, de maltrato.

Y no me refiero solo a peculiaridades tales como el exiguo porcentaje percibido sobre precio de venta, las irregularidades de distribución, las liquidaciones de regalías con frecuencia sospechosas. ¿Cómo probar y dar por bueno sin más que se han vendido 40, 400 o 4.000 ejemplares de tu obra? ¿De donde proviene ese infaltable número mágico de "5001" ejemplares vendidos, cifra harto recurrente en el abono de derechos? ¿Ese "1" solitario qué simboliza, a cuáles razones responde? ¿Por qué no 5.232 o 5206?. No, damas y caballeros, son "5001". Caramba con la insistencia ¿Se trata, tal vez, de un cálculo a voleo, una recóndita trampa, una cábala esotérica?.

Y más. ¿Por qué se nos descuenta de las magras ganancias los ejemplares deteriorados cual si fuera culpa nuestra esa librería que ha sufrido una inundación y devuelve a la editorial X número de libros empapados, o la avería del camión de la distribuidora que encharca de aceite Repsol buena parte de su mercancía?.

Sería largo y prolijo enumerar la cadena de pequeñas (pero grandes por sumatoria) afrentas que padecemos la mayoría de autorxs por parte de de ciertas editoriales con sus preceptivas excepciones, claro está. Porque las hay, y constituyen un oasis bienhechor en esa suerte de desbarajuste incoherente donde el último orejón del bote es paradójicamente el motor de la cadena financiera y comercial: quienes creamos y proveemos la materia prima esencial.

Porque también es humillante enviarle a tu editor/editora un buen número de mails o realizar costosas llamadas telefónicas y recibir la callada por respuesta, mendigar la liquidación semestral o anual de regalías según marca el contrato firmado por ambas partes y tampoco tener respuesta, u obtenerla meses después. Que te soliciten, todo mieles y elogios, un manuscrito para "estudiar su eventual publicación, sería un honor contar con Ud. en nuestro catálogo", enviarlo con lógica expectativa...Y ya no saber más nada sobre el destino del mismo, porque ese quien "mieles y halagos" no está, o sigue estando pero cuando procures interesarte por la "marcha del proceso de estudio del departamento de lectoría" habrá olvidado que alguna vez te amó y entonces…¿Para que contestar mails de cualquiera?.

Como toda generalización, soy consciente de que estas jeremiadas largamente contrastadas entre colegas admiten muchas excepciones y hay empresas modélicas en su trato con sus autorxs, pero no son mayoría, lamentablemente. No entendemos tampoco por qué no se distribuye ni se vende (¿Por qué, pues, lo han publicado?) y otros enigmas de difícil decodificación. Solemos, entonces, arribar a un estado tal de confusión que ya no sabes siquiera si eres la autora o autor de tal libro porque éste se ha evaporado hacia alguna galaxia ignota y tú sin saberlo, verlo ni beberlo. O está, se vende como churros pero ya no es tuyo y no te pagan regalías. O se vendió pero no se vende pero se venderá, tal vez, en Santillán de lo Alto en algún momento de algún año.

¿Y qué decir de las "editoriales Guadiana", esas que hoy están, te editan, mañana bajan fulminantemente la cortina sin decir agua va, tu novela queda anonadada en el "Limbo de Los Libros no Bautizados", pero, abracadabra, y para tu pasmo, meses después ahí lo ves tan campante a la venta por Internet en librerías de Bucarest, California o Barcelona? ¿Y mis derechos de autoría donde están, quién se los embolsa si ya no hay editorial, ni relación contractual, ni tan siquiera una coqueta misiva tipo "fue muy bonito mientras duró pero chica, la vida es breve"? ¡Esto es un agujero negro, Stephen Hawking!

Por tanto, (y por fin entro en harina) a una editorial nueva le pediría que cuide, apoye, mime y respete a su razón de ser: las escritoras y escritores que dan sentido a su existencia como empresa. Somos su principal y máximo capital. Les propondría que su norma de oro sea la cordialidad, el respeto por la persona y por los términos del contrato firmado. Que su preocupación central sea el bienestar de sus autorxs. Más que ganar dinerales en ventas (lo cual, seamos realistas, es bocado para pocos y ya nos gustaría) nos importa y mucho percibir el justo valor y aprecio como seres humanos.

A una nueva andadura editorial le rogaría, además, y con especial énfasis, que retome el antiguo arte, tan en desuso, de la buena educación. Las dudas se solventan, los problemas se resuelven de común acuerdo, las deudas se pagan, las liquidaciones de derechos no se falsean, los libros editados se venden y distribuyen correctamente, la promoción de las obras ha de ser la prometida y si más, tanto mejor. Las cartas, mails y llamadas telefónicas se retribuyen con la debida cortesía. Esto se llamaba y llama buena educación y respeto por lxs demás. Muy en especial cuando "demás" somos nada más y nada menos quienes engrosamos sus arcas.

Le auguro y deseo el mejor de los éxitos a la nueva editorial Otras Letras, y me dice la intuición que sus dueñxs comprenden y comparten estas premisas, en tanto a mi experiencia personal se une la de tantxs autorxs con mucha más calle en estas lides que mi modesta persona y quienes, si no fuera porque la pasión puede más que nuestra voluntad, abandonaríamos la literatura en busca de ocupaciones más lucrativos y mucho más acordes con el buen entendimiento y la normalidad que deben regir entre seres civilizadxs, cualquiera sea su cualidad en forma y fondo.

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