Presentación de la triple novela "El manantial de los silencios" de Antonio Gómez Rufo en Valencia
3-Diciembre-2010
Cuando juntas en una mesa a cinco personas para presentar un libro
(en este caso El
manantial de los silencios), lo más
posible es que los que están de público tiemblen pensando que
aquello se puede hacer eterno. Todo un reto del que Gómez Rufo
parecía muy seguro cuando sugirió que además del editor de la
editorial murciana Alfaqueque, Fernando Fernández
Villa, estuviésemos con él el escritor
Alfons Cervera, el actor y escritor
Sergio Villanueva, y una servidora.
¿Y sabéis una cosa? Fue estupendo. No debimos hacerlo tan mal
cuando recibimos felicitaciones por -precisamente- la presentación.
Cinco formas distintas de hablar de un libro y/o un escritor, cada
uno con su estilo y sin repeticiones entre unos y otros. Un
logro.
Comenzó la sesión Fernando Fernández hablando de
la importancia que para él, y para su pequeña y desconocida
editorial, tenía que Gómez Rufo permitiera que publicara "El
manantial de los silencios" con ellos, porque son tres novelas,
tres de sus mejores novelas, reunidas en un tomo que además se
enriquecen con cuatro introducciones muy interesantes.
A continuación Sergio Villanueva
abrió el libro y comenzó a leer "Las lágrimas de
Henan". El primer capítulo, justo ese que
deberá calar en los espectadores, porque él ponía la declamación y
la pasión, pero la historia que contaba era la que tenía que crear
interés por motivos propios. Y con la profesionalidad con que
declamó, creedme que se hizo interesante.
Y me tocó a mí el turno. Sergio me
lo había puesto fácil. Tras indicar que no pensaba leerles mi
reseña si no hablarles del libro, volví al punto en que lo dejó
Sergio: una mujer se había vuelto loca. Loca de atar, de esas que
se arañan la piel y gritan de forma tan desgarradora que sus gritos
se escuchan a lo lejos y los niños se esconden para no escucharla,
de esas que asustan porque parece que están viendo al demonio.
Gómez Rufo, a lo largo de la novela, iba a contarnos por qué. Y
quienes me conocéis ya sabéis que si el libro me ha llegado,
hablaré con pasión de él. Y el libro me había llegado,
efectivamente.
Aprovechando la entrada a "Las lágrimas de
Henan" señalé las cosas que me parecieron más
importantes en su prosa y después en sus historias, los detalles
que convertían tramas aparentemente normales en desenlaces con la
capacidad de dejarte boquiabierto, la facilidad con la que nos
transportaba a distintos lugares y diferentes épocas, destaqué lo
maravillosa que me resultó "El alma de los
peces" cuando pensaba que seguramente no iba a
gustarme, incidí en que aquel personaje del que hablaba en esa
novela, uno de esos que aman los libros, la lectura, no podía hacer
nada malo... pero también les conté la verdad, que me recordaba a
Hitler. Iluso, con ansias de poder (en su caso simplemente para no
tener que trabajar) y algo vago, era como si me hablaran del führer
en su juventud. Y esa frialdad natural que no me pasó desapercibida
me recordó demasiado a otro austríaco, como su personaje... me
recordó a Josef Fritzl. Y de nuevo les recordé que si bien podía
empezar una novela con algo impactante, y que quizás como lector
podrías ir sospechando lo que estaba sucediendo, se dejaba el final
para descolocarte, sorprenderte, sin necesidad alguna de meter la
escena con calzador.
Igual ocurría en la última novela,
"Adiós a los hombres", esta
contemporánea y probablemente con la que más empatía podía tener el
lector... y sin embargo, conforme avanzaba, tan asombrosa.
De nuevo Sergio Villanueva tomó el micrófono e
hizo otra lectura, la del primer capítulo de "El
alma de los peces". El tono que puso a cada
frase, a cada palabra a veces, hizo que se percibiera que tras la
introducción venía una historia mucho más dura.
Alfons Cervera tomó la palabra lamentando haberse
olvidado el libro donde tenía algunas frases subrayadas, pero sin
esfuerzo alguno pudo hablar igualmente de la novela porque
precisamente gracias a "Las lágrimas de
Henan" había conocido muchos años atrás a
Gómez Rufo. Rememoró una frase de Emily Dickinson que hablaba de la
"inhóspita sencillez" comparándola con la prosa del autor: ahí
donde todo parece sencillo, la apariencia es lo que cuenta. El
trabajo estaba hecho, la prosa estaba elaborada, lo que parecía
sencillo simplemente era un trabajo de artesanía. Alabó la
capacidad de Gómez Rufo para hacer creer que esa sencillez no había
costado ningún esfuerzo. Y mirad por donde que en mi reseña -y así
pude mostrárselo después a ellos- indicaba yo también que su prosa
es "limpia, cuidada, de apariencia sencilla pero
pulida".
Alfons Cervera rescató algunos de los momentos en
los que yo hablé del libro para continuar con su presentación
porque (y esto fue una sorpresa agradable para mí a la vez que un
honor) estaba de acuerdo con lo que había oído. Para él
"El alma de los peces" era
su mejor novela, por eso insistió en lo importante que era leer los
libros sin quedarse en la superficie.
De nuevo Sergio Villanueva leyó otro fragmento,
el primer capítulo -este más corto- de "Adiós a los hombres", para
finalmente darle la palabra al autor tras los aplausos.
Antonio Gómez Rufo
al fin habló, dijo que hablaría poco y cumplió, porque le parecía
que quizás éramos muchos y nos excedíamos en tiempo. Agradeció
nuestra presencia sin olvidarse de alabar nuestros trabajos, y
luego se centró en las novelas. Sí, había acertado cuando nombré a
Hitler -dijo- porque él siempre quiso reflejar el mal en un
personaje y aquel era el personaje. También recalcó que en
"Las lágrimas de Henan"
hablaba del maltrato a la mujer (recordé aquella frase que dije yo
de "él la quería a su manera" y que tanto llevaba implícito,
preguntándome en ese momento si la gente lo habría entendido en el
contexto), y que, al fin y al cabo, sus tres novelas hablaban de
tragedias muy vivas, muy actuales, a pesar de estar escritas hace
ya tantos años, y que utiliza los silencios (de ahí el título) como
arma para que el lector interactúe y se responda cada vez que se
encuentra con una pregunta. Doy fe que conmigo ocurrió esto
mismo.
Con él terminó la presentación y empezaron las
firmas de los libros entre sorbitos de cava fresquito,
felicitaciones y saludos a unos y otros.
Por mi parte no puedo más que agradecer que me permitieran
participar en la mesa y compartir mi ilusión al hablar de estas
tres historias. También agradecer -cómo no- las felicitaciones por
la presentación, que sorprendió gratamente a todos, y que algunas
amigas de Anika Entre Libros vinieran a la presentación
(Marta Querol, Amparo
Andrés Machí, Concha Francés, Malali, Ariodante y su amiga, y Ana
Machancoses). También vi por allí a Josep Asensi ("Layos. La
historia de un mito griego") y conocí a gente muy grata
en el trato y muy interesante en la conversación que me encantó y
con los que pude disfrutar de una cena. Y gracias en especial a
Rosa García Gómez que grabó todo el evento en vídeo, una idea
magnífica. Un abrazo a todos.
Por último, como dije en la presentación, si quieres saber porqué
Lin Lizhou se vuelve tan rematadamente loca, o qué es eso tan
sorprendente que ocurre en las otras dos historias para dejarnos
pasmados... lee el libro. Y como dijo Alfons Cervera, ni se os
ocurra quedaros en la superficie. Yo no lo hice, por eso he
disfrutado tanto las historias hablando de ellas.
Más imágenes
Anika Lillo,
4-12-2010 (La Eliana, Valencia)
Gracias a Fernando Fernández y Ariodante por las imágenes
cedidas.
Reseña
El manantial de los silencios. Antonio Gómez
Rufo (Alfaqueque)
Comentario de los lectores:
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