Presentación de Emaús, de Alessandro Baricco
El libro más extraño de Alessandro Baricco
Alessandro
Baricco fue conocido en este país sobre todo a
partir dela publicación de su obra Seda, adaptada después
al cine. Hoy llega a Barcelona, ya consagrado y como conocido autor
de ventas exitoso, para presentarnos su última obra, que lleva por
título una palabra con cierta connotación religiosa:
Emaús.
El peor momento a la hora de crear un
libro es el momento en que el libro sale a la luz, ya que la etapa
anterior sería como el juego del niño, en el que me dedico a crear,
inventar un mundo imaginado.
Alessandro Baricco aparece y se hace el silencio.
Mira alrededor, como si midiera las distancias por encima del
estrado al que le han subido para presentar este nuevo libro,
editado por Anagrama. Emaús trata sobre la juventud, la amistad, la
diferencia de clases.
Tras presentar al escritor, éste nos habla en primera persona,
para sorprendernos con la revelación:
Emaús es
un libro extraño, en el que se refleja su vida a trazos
autobiográficos -aunque confiesa que su vida era mucho más banal
que las de los cuatro protagonistas del libro, salvando la realidad
del entorno vital, el mismo que él conoció-.
Yo no crecí vendiendo larvas de gusano, nos aclara
divertido.
Lo tilda de libro anómalo, y por tanto celebra de qué
modo lo han aceptado los editores. Cuando Alessandro
Baricco se pone en el lugar del lector opina que a él,
como a los lectores, le gustaría tener en sus manos el mismo tono
de libro una y otra vez. Nos acostumbramos a una voz, pero también
la vida cambia, y es obvio por tanto, que los libros, a su vez,
también cambien.
Alessandro no deja de sorprenderse, de hecho le parece excitante
comprobar cómo los lectores migran con sus libros, que es
precisamente lo que les ha sucedido a los lectores con esta obra,
que se han trasladado sin dificultad hacia los años setenta.
Al analizar de nuevo a sus personajes principales, los cuatro
chicos, Baricco cree que es
un libro de tono pre-bárbaro, pero es que los chicos en Italia aún
son así, y viven hoy en día esa educación católica, reconociéndose
en esa educación muchos jóvenes de entre treinta y cuarenta
años.
Emaús representa para Baricco la mirada
de la juventud, y cómo ven esa vida unos muchachos de diecisiete,
dieciocho años, algo que no cambia en esencia a pesar del paso de
los años; a esas edades, los muchachos tienen un sentido enorme de
la vida y además esperan mucho de ella.
Esperan muchísimo de la experiencia de la vida, y lo hacen por
vías muy distintas, y por mucho que cambie el escenario o el
tiempo, la espera es la misma; y del mismo modo, la espera es
auto-destructiva, y esto los bárbaros lo saben muy bien,
corrobora.
Es palpable que los chicos viven en un mundo cerrado, incluso
geográficamente. Las fronteras se marcan con el simple hecho de ver
a los chicos ricos junto al mar. Los jóvenes de hoy parecen ser muy
distintos, pero si vemos el mundo a través del ordenador de cada
uno, de sus móviles, caemos en que es un mundo cerrado, y es cuando
la voluntad entra en un espacio infinito y pequeño, lo que conlleva
no poco dolor, del cual los jóvenes hacen culpable al mundo
exterior.
Desde el punto de vista profesional ha sido muy emotivo meterse en
la piel de estos personajes, muy emocionante, recalca
Alessandro Baricco, aunque confiesa que desde el
punto técnico su gesta ha sido difícil: la voz narradora es como si
fuera una superposición de varias voces. Para aclarárnoslo nos
explica cómo él oye la voz de un chico de dieciséis años que vive
algo, y, de repente, el mismo personaje con cuarenta años, que
recuerda lo que él mismo vivió a aquella edad. Es como escuchar dos
voces al mismo tiempo.
Los recuerdos que surgen en el libro son reales, ya que no es un
periodo de vida que Baricco rememore como particularmente feliz.
Quizá por esto concluye que hacía años que lo quería
escribir.
Desde el punto de vista emocional y emotivo para Alessandro
Baricco Emaús ha resultado un libro
difícil; no tanto respecto al tiempo: lo ha escrito en la friolera
de seis meses, sin detenerse, la señal de que efectivamente era un
libro que ya estaba ahí latente, en la incubadora.
Otro signo de lo duro que ha sido escribirlo es el sentimiento de
descontento con el que volvía a casa tras dedicarse al ejercicio de
la escritura durante unas cinco horas diarias, cuando lo normal es
que suela estar contento cuando finaliza el trabajo diario.
Alessandro Baricco referencia un episodio de los
discípulos de Emaús como bien construido
desde el punto de vista narrativo, recomendable incluso para tomar
de ejemplo a la hora de enseñar sobre el modo correcto de narrar.
Lo que más le chocó en él fue la ceguera de estar y hablar
frente al maestro, al que no reconoce hasta que no
desaparece.
Este el punto en donde cree es más exacta la idea que quiere
transmitirnos de cómo los jóvenes ven estas situaciones, sobre todo
aquellos que crecieron con el reloj de la iglesia católica:
Los
jóvenes se dan cuenta de lo que hacen en el momento de hacerlo o
justo antes, lo que denota una falta de sintonía existente entre la
distancia que hay entre el hacer las cosas y el entenderlas, algo
que llevará toda una vida, lo mismo que ocurre al asumir lo que se
ha realizado.
Existe por tanto una sintonía clara, que aclara Baricco, hace
que la vida se vuelva mítica, y que lo ejemplifica con lo que
sucede en la escena final de Romeo y
Julieta: uno muere cuando el otro se despierta, lo
cual nos indica que no es ni más ni menos que una leyenda, pues si
Romeo se hubiera despertado treinta segundos antes la historia
habría dejado de ser una leyenda para convertirse en un mito.
Baricco cree que el resto de la vida
se trata de recuperar esos veinte o treinta segundos, corriendo el
peligro de matar nuestra poesía, la de nuestra propia vida, si lo
hacemos.
Al hablarnos del personaje de Andre, la muchacha
rica y liberal, Baricco la asemeja en su obra con la imagen del
mundo abierto, que choca de frente y hace más patente el mundo
cerrado de los demás. Aunque sólo se muestre un segundo de ese
límite o esa frontera el lector ya lo comprende al instante.
La obra invita a reflexionar sobre el mundo típicamente católico o
el que rodea al catolicismo más ortodoxo, en el que el deseo es
sinónimo de pecado, y lo deseado se convierte por tanto en una
flaqueza. Uno puede convertirse en ateo, pero seguirá
utilizando esta idea, es un sistema autorregulador, afirma el
escritor.
Un complejo de culpa que en España e Italia ha dado lugar a una
generación singular. En una de las escenas del libro, la vida
sexual se consume en una estancia con los otros con la oreja pegada
a la puerta y más aún, con la ropa puesta, y sin embargo el
protagonista lo recuerda como algo grato. He aquí el punto de
inflexión:
El sexo no
es quien arrastra a la culpa, ya que en este caso conlleva incluso
diversión. Por tanto, no queda más remedio que relacionar la culpa
con algo inmanente en nosotros a nivel individual, la llevamos en
nosotros. Es más, como curiosidad, los orientales no conocen el
complejo de culpa.
Baricco nos descubre que la religión, el tema en
torno al cual se mueven personajes y situaciones en esta novela, es
un mero paisaje del que personalmente no se encuentra ni a favor ni
en contra. Emaús es un libro que dice
cosas, se expresa Alessandro sobre su obra.
Una
formación religiosa muy seria y radical genera desadaptados,
dispuestos a sufrir frente a dificultades muy fuertes para ellos.
No obstante, la religión no debe ser vista como un
peligro.
Quiere transmitirnos la idea de que no hay que contentarse con el
destino, sino que hay que desear cambiar el mundo, o dejarlo mejor
que lo encontramos. A Baricco le ha gustado
trasladar la imagen feminista en la figura de una Elena de Troya
que se mueve en el interior de un mundo esencialmente machista, de
ahí que éste sea uno de los recursos que ha utilizado en el tono
narrativo, para hacerlo más emocionante.
El peor
momento de Alessandro Baricco a la hora de crear
un libro, dice es el momento en que el libro sale a la luz, ya que
la etapa anterior sería como el juego del niño, en el que se dedica
a crear, inventar un mundo imaginado.
Da por supuesto que en su obra quiere como escritor encontrar
siempre la misma voz, al igual que lo espera un cantante y su nueva
obra, como los niños desean lo mismo una y otra vez. Pero lo que
parece sencillo en un cantante, en un escritor no es posible: él se
siente incapaz de hacerlo, y asume que no le sería grato.
Alessandro Baricco y la editorial
Anagrama dan por terminada la rueda de prensa de la
presentación de la obra, y comienza el acto final, el gesto del
divo que abandona el escenario. Le observo mientras posa para los
medios, y no puedo dejar de recordar a Simon Rattle, el director de
orquesta. El pelo, la pose, no se. Me resulta frío a pesar de su
mirada profunda.
La obra ha resucitado tantas emociones dolorosas en el escritor
que, sin dudarlo, a continuación se ha involucrado en la creación
de un libro muy divertido, que sería la antítesis de
Emaús, en ese sentido.
Cuando me acerco para que me firme el libro percibo cierto aire de
alguien acomodado en la litera del reconocimiento, quizá me
equivoque y solo esté en su mundo, pensando en alguna escena de su
nueva obra.
Comentario de los lectores:
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