Marinetti: un futurista sin futuro
Tampoco está de más recordar, a fin de situar al personaje, lo que
decía el punto 10 del famoso manifiesto: queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias
de todo tipo y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda
vileza oportunista o utilitaria. Y sostenía sin el menor
disimulo que la guerra era la única higiene del
mundo.
Me voy a centrar ahora en su faceta como escritor
de temas gastronómicos. Marinetti, que era un
verdadero excéntrico, escribió un curiosísimo libro de cocina que
se llamó de forma un tanto exagerada "Manifiesto de la
Cocina Futurista", con el subtítulo de "una comida
que evitó un suicidio", y que, todavía, se puede encontrar en
muchas librerías de Italia y no a un precio demasiado asequible,
aunque para los coleccionistas será una obra de mucho interés y con
unas recetas curiosas.
La base de la cocina futurista estaba en el propio manifiesto de
1909, en el que Marinetti exaltaba la velocidad, los rugidos de los
automóviles y, en definitiva, la aparición de un hombre nuevo, algo
que muchos han pretendido igualmente. En su paroxismo llegó a
decir que un automóvil era más bello que la Victoria de
Samotracia.
Según Marinetti y sus seguidores la aparición de ese nuevo hombre
tendría que estar vinculada necesariamente a cambios radicales o
audaces, por emplear una nueva palabra del Manifiesto, en los
hábitos de alimentación de los italianos.
Pues bien, nuestro amigo, aunque era un nacionalista fanático,
tenía la guerra declarada al alimento tradicional de la mayoría de
regiones de Italia: la pasta. Según sus principios era incompatible
con la ligereza, entendida como falta de pesadez, que necesitaba
ese hombre nuevo para ser veloz. De hecho según los futuristas la
pasta "engorda, embrutece, engaña en su capacidad nutritiva y
fomenta la lentitud y el pesimismo de los italianos".
La polémica no quedó sólo en Italia, donde se efectuaron, por
algunos medios de comunicación, una serie de encuestas sobre la
opinión de los italianos ante la cocina futurista, sino que diarios
serios como el "Times" de Londres y el Chicago Tribune también le
dedicaron bastante espacio al asunto de la pasta.
Así que, Marinetti desafiando la tradición secular de la patria,
quería sustituir los espaguetis, por otra comida similar pero que, en vez de llevar como base harina importada, se
hacía con arroz, que según él se cultivaba de sobra en
Italia.
No parece que hayan tenido mucho éxito esos intentos, porque la
pasta ha pasado de las fronteras de Italia y hoy se come
(afortunadamente) en todo el mundo y, además, en casi todos los
sitios con bastante fidelidad a las recetas originales
italianas.
Más, es casi seguro, que una de las críticas más mordaces que se
ha hecho de este pomposo manifiesto culinario ha sido obra del gran
escritor Alejo Carpentier, que en 1931 y en la
revista "Carteles", escribió un artículo ridiculizando a Marinetti
y su faceta de cocinero.
Señala que Marinetti ofrece en su libro una serie de recetas
inventadas por pintores y no por cocineros y que, en opinión de
Carpentier, resultan inverosímiles. Puedo, por mi parte, dar fe de
ello.
Por ejemplo, hay un plato que se llama Ecuador contra Polo Norte,
que es obra del pintor futurista Enrico Prampolini, que se compone
de un mar de yemas de huevo, rociado con sal, pimienta y zumo de
limón. En mitad del plato hay una especie de torre de claras de huevos con trozos de naranja y
todo ello coronado por trufas.
No creo que ni el más osado de los cocineros se atreviera a tanto
despropósito, aunque nunca se sabe y en esto, franceses y españoles
tienen mucho que decir.
Otro de los aspectos que critica Carpentier es la eliminación de
los utensilios para comer que se propone en el libro de Marinetti,
es decir, que se actuará con las manos porque según los futuristas
así se produce un placer táctil. En fin, bastante raro todo
esto.
Hoy ya son pocos los que recuerdan a Marinetti y muchos menos los
que le siguen en cuestiones de comida. Pero este miembro que fue de
la Academia Italiana, a pesar de que clamaba por su destrucción,
creó en su tiempo escuela.
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