Libros acuáticos ¿de verdad lo son?
Libros acuáticos ¿de verdad lo son?
Pues sí, de verdad…
Me hice con uno de estos libros acuáticos para comprobar su
efectividad, si el marketing publicitario había engordado las
facultades de este nuevo sistema patentado en Estados Unidos y
utilizado por el sello editorial Punto de Lectura como novedad (¡y
tanta novedad!) en este 2008, y ponerlo a prueba por si vosotros,
posibles lectores dudosos, no os atrevíais a comprar uno de los
títulos que han puesto a la venta sólo por desconfianza.
Lo cierto es que la propuesta pintaba requetebien…
Veranito, sol, piscina, agua… ¿y qué hago con el libro? Pues leer
con él en la piscina, por ejemplo… con un material líquido tan
transparente y limpio puede que hasta sea accesible para leer bajo
el agua.
Veranito, sol, playa, agua… ¿y en este caso? Pues desconozco cómo
afectará la sal, pero desde luego puedo deciros que el agua resbala
en estas páginas de modo que siempre podéis ducharlo después -y de
paso le quitáis la arena-.
Veranito, sol, bañera, que hoy me meto dos horas porque hace un
poniente mortal. ¿Y entonces? Pues mucho mejor ¿no creéis? Supongo
que con evitar regarlo con gel o champú será suficiente, porque el
libro resiste perfectamente bajo el agua. Y si lo lavais, pues
ducharlo después.
Para deciros esto tan firmemente he hecho mi experimento:
tener un día entero el libro en un bidé con agua
suficiente como para cubrir el tomo entero. Al día siguiente lo
tomé y lo miré. Las páginas estaban igual de blancas que al inicio,
el agua resbalaba, chorreaba desde sus entrañas, podía incluso
apretar el libro y ver caer un pequeño manantial… y ni una sola
página estaba estropeada, y aunque sí se veía apelmazado, no se
veía estropeado.
Normalmente, cuando mojas un libro, para empezar éste se oscurece
por el agua y se arruga por el efecto de la humedad al secarse.
Esto no ocurre con los libros acuáticos, si bien luego y durante un
tiempo parecen moldeables porque sí se apelmazan sus páginas e
incluso esto parece dotarles de una virtud moldeadora que no tienen
los demás libros (bueno para quien quiera, malo para quien lo vea
como una pega). La verdad es que lo mejor que puede hacerse es
secarlos después de que se hayan mojado para que no tomen esa forma
caprichosa que se le puede dar al libro si te da por estrujarlo
como he hecho yo. El libro no se seca solo, ojo, el agua continúa
en él. No creáis que es del todo mágico. De todas formas, estos
libros están hechos por si se mojan, no para bañarlos como he hecho
yo ¿no creéis?
¡Oh! Si queréis saber si aguanta más días, sé de alguien
que lo ha tenido tres días metido en una pecera y su libro
sigue intacto.
Por cierto, el que tenía secándose -sin estropear sus páginas
blanquísimas y resistentes- es "Psiquiatras, psicólogos y otros
enfermos" de Rodrigo Muñoz Avia (al que
entrevistamos por "Vidas terrestres"). Durante unos días estuvo
apelmazado (la gente no es tan bruta como yo, una cosa es mojarlo y
otra meterlo en agua durante horas y horas a propósito) pero el
libro se va secando y al final vuelve a ser el de siempre. Para
volver a ponerse en una estantería una vez leído.
Por si os interesan aquí tenéis enlaces a su compra con los
primeros títulos acuáticos que han sacado de esta
colección:
- Nuestra incierta vida normal, Luis Rojas
Marcos
- Frases célebres de niños, Pablo Motos
- El desorden de tu nombre, Juan José
Millás
- Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos,
Rodrigo Muñoz Avia
- ¿Cada cuánto hay que echar a lavar un pijama?,
Luis Piedrahita
- Malinche, Laura Esquivel
- Sabor a chocolate, José Carlos Carmona
Comentario de los lectores:
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