Libros
En la Edad Media los libros eran objetos raros y valiosos. Escritos
o copiados a mano a la luz de las velas por monjes y monjas cuyos
dedos acababan adquiriendo el color de las tintas vegetales y
minerales utilizados para su escritura e iluminación. La invención de la
imprenta fue un paso de gigante y permitió que las obras se
editasen por centenas, se abaratase el precio y pudieran llegar a
manos de estudiantes y lectores, más bien pocos porque la primera
condición era saber leer, algo que no estaba al alcance de la
mayoría de los mortales. La producción aumentó con el paso del
tiempo hasta llegar a la actualidad en la que, al igual que tantas
otras cosas, se ha desorbitado y la oferta supera con creces a la
demanda.
El libro se ha convertido en una industria en la que trabajan
muchas personas: editores, representantes, distribuidores,
libreros, maquetadores, impresores, diseñadores, fotógrafos,
dibujantes, publicistas. Las librerías no dan abasto a tanto
material, es continuo el baile de ejemplares que son devueltos por
falta de salida y miles de ejemplares se apilan en los almacenes de
algunas empresas. Lástima de árboles sacrificados... Como ocurre en
otros campos, las grandes editoriales buscan fichajes que vendan,
autores conocidos o iconos mediáticos, mientras que las pequeñas
capean el temporal como pueden. ¡Cuántos grandes escritores se
habrán perdido en el camino!
Sin embargo, a pesar de las dificultades, continúa habiendo
soñadores que emprenden la maravillosa aventura de escribir porque
su pasión es contar. La Literatura es tal vez la más humilde de
entre las artes creativas y la que menos cambios ha sufrido, aunque
no hay tiempo en una vida para percibir toda la sabiduría, el
conocimiento, el genio e ingenio, la imaginación, las denuncias,
las fantasías, creencias, esperanzas y pesares de los seres humanos
volcados en negro sobre blanco. El libro, además de un objeto
valioso, es un verdadero placer para quien lo disfruta, autor o
lector. Y crea adicción.
Toti Martínez de Lezea, Mugalari, Gara - Enero 2005
Comentario de los lectores:
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